("paraíso") capítulo 25 - casi ficticio

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Hace 15 años.

-Kells amor. -dijo su madre caminando hacia la habitación de su hijo.

Kellin en ese momento era un pequeño niño de 6 años. Tenía el cabello corto y de un rubio opaco, sus enormes ojos aguamarina destacaban en su pálido y delicado rostro.

Su madre llegó a la habitación y vió a Kellin pintando un libro de dibujos. Ella suspiró, se iría a trabajar y dejaría a su hijo solo unas horas. No le gustaba tener que hacer eso pero no encontraba a ninguna niñera por el momento.

-hijo, debo irme a trabajar. -le señaló el reloj en forma de pájaro que estaba frente a la cama- son la una volveré a las cinco ¿si?

-si. -respondió Kellin.

-puedes agarrar un yogurt de la heladera a las tres. -dijo su madre acercándose. Le dejó un beso en la frente y se separó- cuidate ¿si?

-si. -respondió Kellin con una sonrisa- te quiero mamá.

-yo te amo. -le respondió ella. Le sonrió una última vez y se encaminó a la salida de la habitación.

Kellin era un niño pequeño pero era bastante inteligente. Sabía muy bien como mantenerse alejado de problemas, intentaba no tocar los aparatos eléctricos hasta que su madre estuviese en casa para no tener ningún accidente, sabía que no debía causar problemas aunque estar solo era muy aburrido y él prefería que su madre se quede a ver la televisión con él.

Kellin aún no entendía por qué su madre tenía que trabajar, por qué se tenía que quedar solo, tampoco entendía ni recordaba bien las explicaciones de su madre al igual que ya no recordaba bien el rostro de su padre.

Para matar el aburrimiento, Kellin había encontrado un pasatiempo, el sueño de su madre era ser escritora, así que su madre tenía una colección de manuscritos a medias, otros terminados y todos estaban en una enorme biblioteca en la habitación de ella.

Kellin había leído cada uno de esos manuscritos, su madre era una excelente autora de romance y drama, tenía un estilo romántico y poético que él aún no podía apreciar en su totalidad y aunque ese estilo no era el favorito de Kellin, ella era su escritora favorita. Aunque era un secreto, Kellin jamás le había dicho a su madre que se pasaba toda la tarde leyendo.

Entre tantos libros, Kellin encontró toda una basta colección de historias de ficción policíacas y detectivescas.
Sabía que era ficción pero las historias llegaban a tal punto donde te hacía dudar a cerca de si eso habría sido real en algún punto, las historias estaban escritas con una perplejidad que a pesar de su corta edad le resultaba atrayente. Sherlock Holmes era su personaje de ficción favorito.

La idea de un detective inglés que sea frío y metódico, excéntrico y sarcástico, le resultaba sin duda una personalidad bastante admirable, la capacidad de analizar y resolver casos complejos era tan admirable que incluso lo dejaban boquiabierto.

Recién esa tarde Kellin había podido imaginarlo bien, ya que esos libros a penas tenían ilustraciones en la tapa. Ahora estaba leyendo un relato sobre un crimen en donde encuentran un cadáver sin heridas pero la escena del crimen estaba llena de sangre, esa historia se llama "Estudio en Escarlata" y es en donde se hace por primera vez una descripción más exacta sobre Sherlock Holmes. Y su fiel acompañante "el doctor Watson" lo describe:
"Su estatura sobrepasaba los seis pies, y era tan extraordinariamente enjuto, que producía la impresión de ser aún más alto. Tenía la mirada aguda y penetrante, y su nariz, fina y aguileña, daba al conjunto de sus facciones un aire de viveza y de resolución."

Sin dudas en todas las historias se imaginaba que era imposible que un hombre así exista, pero a lo largo de los años han aparecido diversas personas con diferentes tipos de talentos. Sin lugar a dudas Shelock Holmes era uno de sus personas favoritos. Aunque al pasar los años fue olvidando que tenía a ese personaje en un pedestal, pero eso lo influenció a desarrollar cierto gusto por las personas de buen nivel intelectual y aire perspicaz.

muerto por dentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora