capítulo 26 parte 2 - la mentira más grande

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(Narrador omnisciente)

Hace 16 años.

-Lee... Lee por favor corazón -dijo su madre con cautela- hijo sal del baño, vamos hijo. -suplicó y golpeó la puerta del baño suavemente.

Lee tenía 4 años. Ese día estaba en Londres, ese día estaba lloviendo afuera como es típico de Inglaterra y ese día Lee estaba completamente vestido de negro porque estaban despidiendo a su padre.

Su padre era el dueño de una farmacéutica. Tras años de luchar contra el cáncer finalmente los había abandonado. Su madre debía tomar las riendas de la compañía y debía cuidar de su hijo. Pero Lee era un niño difícil, se la pasaba haciendo travesuras para llamar la atención y resultaba ser bastante agobiante para ella. Que Lee se encerrara en el baño no sorprendió a nadie, pero ya habían pasado dos horas y su madre no dejaba de preocuparse.

La madre de Lee se resignó por quinta vez y volvió a la sala donde estaban los amigos de su difunto esposo, entre ellos el señor Sykes que era un buen amigo de Malia. Ambas familias se conocían desde hace años, la anterior vez se habían visto hace unos meses para el cumpleaños número 2 de Tom.

El señor Sykes había visto a la madre de Lee lidiar con su hijo y en ese momento miró a Oliver. El pequeño Oliver era algo tímido para hablar con otros niños pero él tenía la misma edad que Lee, así que su padre se arrodilló frente a él y le sonrió viendo la blanca sonrisa de su niño.

-Oli... -le dijo su padre- ¿qué tal si intentas hablar con Lee? Él está paseando por un momento difícil. ¿no te importaría ir a hablarle?

Oliver en ese momento no entendía bien la complejidad del asunto. No entendía bien que era la muerte, no entendía porque él jamás había perdido a nadie así que no entendía ese profundo dolor porque jamás habían lastimado su alma.

Oliver asintió. Su padre le sonrió y se levantó.

Con pequeños pasos Oliver se encaminó hacia el corredor de donde había salido la señora Malia. Vió la tercer puerta de la derecha, sabía que ahí estaba Lee porque lo había visto corriendo a encerrarse, entonces tocó la puerta.

Lee estaba en el suelo del baño, estaba sentado contra una pared abrazando sus piernas y con la cara escondida entre ellas. Ya no lloraba, ya no le salía llorar pero se sentía vacío y herido. Estaba un poco enojado porque su padre era la persona más buena en el mundo y sentía que era injusto, no entendía porque la gente buena siempre tiene que irse de la peor forma.

-Lee... -dijo Oliver- tu mamá te estaba llamando recién.

Lee levantó un poco la cabeza, se había sorprendido al escuchar la voz de un niño en vez de la insistencia de su madre.

-¿Lee tienes videojuegos? Yo tenía el Sonic. -dijo Oliver- pero mi hermanito lo baboseó todo y lo limpié pero mi Nintendo ya no lo leyó y se arruinó también así que no tengo videojuegos, aparte no me quieren comprar otro porque dicen que no lo cuido.

Lee frunció el ceño. No entendía porque le estaba hablando de videojuegos.

-tenía un récord. -dijo Oliver- podía llegar a tener 500 anillos sin perder ninguno.

Lee pasó la manga de su antebrazo por su rostro limpiando sus lágrimas, se levantó de su lugar y abrió la puerta del baño.
-yo llego a 1000. -aseguró en tono serio.

Oliver sonrió grande al ver al pequeño frente a él. Era un pequeño niño de cabello castaño, pálido y ahora que lo tenía cerca podía ver que tenía unos enormes ojos celestes.

-no te creo. -dijo Oliver.

-te apuesto lo que sea. -dijo Lee.

-te apuesto a mi hermanito. -respondió Oliver.

muerto por dentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora