NO LLORES CANDY...

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Candy se despidió de su tío y su familia.

Su tío le entregó más fotografías de su madre, sus abuelos, de toda la familia completa.

En una de las fotos aparecían sonrientes los hermanos: Alexander, Vincent y Harriet, quien llevaba un pequeño niño sentado en sus piernas.

-Tío, ¿quién es el pequeño?

-Es Anthony, tu primo-ex novio...

-Ya no me lo recuerde tío, por favor.

-Tienes razón hija, disculpa, gracias al cielo la verdad fue revelada antes de que su noviazgo avanzara. No quiero ni pensar que hubieras podido casarte con él... o con mi Harry, que bastante enamorado lo dejaste en Birmingham... ¿por qué no te conocí desde aquélla ocasión?

-Porque así estaba previsto tío, tal vez tenía usted que regresar a Lakewood a buscar al tío Vincent, por cierto, ¿lo ha encontrado?

-Sí hija, está en Chicago, le he escrito para decirle que finalmente nos hemos encontrado, quiere verte, mira, ésta es su dirección. Sé que estudias y vives allá, tal vez puedan verse...

-Sí, puede ser que lo busque, le soy sincera me dará mucha pena verlo, es el papá de Anthony...

-Pero también es tu familia Candy, eso ya lo decidirás tú hija, si no te sientes cómoda no estás obligada a hablar con él.

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Pronto sería hora de volver al Colegio, así que decidieron regresar a Chicago, Candy ya no tuvo oportunidad de despedirse de Annie y Patty; aunque le parecía una grosería pues prometió volver a verlas antes de que ellas regresaran a Londres, Candy se sentía aliviada pues no podía estar frente a Annie ocultando un secreto tan importante como lo que ahora sabía sobre su padre, el padre de las dos.

-"Tal vez, ahora sea yo quien no responda sus cartas" - pensó Candy.

Tampoco se despidió de la señorita Pony y la hermana María. Sería difícil no decir todo lo que ahora sabía y ya no quería llorar repitiendo una y otra vez los secretos que le habían sido revelados.

Salieron de la mansión de Lakewood muy de madrugada y a diferencia de otras veces, Candy no miraba más las rosas de Anthony, ni siquiera se acordó de despedirse de ellas como antes lo hacía.

Ahora sólo miraba la luz apagada en la ventana de Albert.

Cuando llegaron a la estación de tren, Anthony se acercó a Candy.

-¿Te ayudo con tu equipaje Candy?

-Yo puedo, gracias Anthony.

-¿Ahora sí me dirás por qué llorabas aquél día?

-No, no te lo diré.

-Creí que era algo que tenía que ver conmigo.

-No Anthony, nada de lo que yo hago tiene que ver contigo.

-No seas cruel conmigo Candy...

-No tengo por qué serlo, tu eres mi pasado Anthony. Eres hoy más que nunca mi familia aunque no me guste o quisiera cambiarlo.

-No te entiendo.

-Tal vez pronto lo entiendas.

-Te vas a casar con Albert, ¿es eso?

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