3. EL GALÁN

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El resto de la semana y del mes t transcurre tranquila, aunque David y yo parece que hemos fumado la pipa de la paz, ciento que poco a poco nuestra relación va a peor.

Aún recuerdo cuando consiguió enamorarme, lucho por que viera la magia del amor en cada rincón. Me dejaba notas en cualquier parte que sabía que yo pudiera ver, se preocupaba por verme sonreír a cada instante,... me hacía FELIZ.

-David, he sacado hamburguesas para la cena de esta noche.

-Esta noche... - No sé si es más bien una pregunta que una afirmación, pero no lo dejo continuar.

-Sí, cariño, recuerda que esta noche es noche de chicas y tengo clases de baile. Por cierto, porque no te animas y vienes a bailar conmigo? Antes te gustaba.

Hace casi un mes que tuvimos la primera clase de baile. Todos los miércoles le insisto a David para que se venga a bailar. Y aunque en el fondo me encantaría que se viniera para poder bailar en las ocasiones que se encarten con él, la otra parte de mi necesita que diga que no, porque es mi día, el día para estar con las chicas, para hacer locuras y no preocuparnos por el mañana. Es el día que pones el reloj en kilómetro cero y vuelves a empezar a contar.

-Ya lo hemos hablado Fabiola, no me apetece ir a bailar. Además esta noche ya tengo planes, he quedado para cenar con Fernando. He quedado con él a las 10, en su casa para ver el futbol y echar unas cervezas.

Fernando es su amigo de la infancia, pero cuando los ves juntos se hace un poco raro. No tienen mucho en común, Fernando es el tío más juerguista y mujeriego que conozco, aunque una bellísima persona.

Aún recuerdo que cuando conocí a David él era el que lo acompañaba y congeniamos desde el primer momento. Me alegra verlo siempre, demasiado poco por sus viajes de trabajo y su vida ajetreada. La última vez que lo vi, fue uno de los miércoles tras la clase de baile. Estaba con las chicas tomándonos algo en un pub cercano a casa y él estaba con unos amigos. Se tiró toda la noche intentando ligar con Bea, mientras Virginia y yo no parábamos de reír y gritar "que viene que viene", gritito que soltábamos cuando Fernando se acercaba de nuevo a la mesa para decir alguna ocurrencia de las suyas a Bea.

-Fernando está en el pueblo?

-Sí llegó esta tarde, pero se vuelve mañana, así que quedaremos en un rato que mañana supongo que su avión sale pronto.

-Me hubiera gustado verlo, pero entiendo que necesitáis poneros al día de vuestras cosas de hombre.- Aunque es verdad que me hubiera encantado verlo, no me apetece que delante de David, Fernando saque a la luz todo lo ocurrido aquel día. Terminé un poco bebida y haciendo un poco el canelo.

Sobre la misma hora David y yo salimos de casa. Esta semana, Bea a quedado en recogernos en su coche para ir a la clases.

-Pásalo bien con Fernando y dale recuerdos y besos de mi parte. Espero que la próxima vez esté más tiempo y podamos vernos. – Me despido de David con un beso y me subo al coche de Bea.

-Pasarlo bien chicas- Con su media sonrisa veo como David saluda a Bea , se aleja del coche y se dirige hacia el suyo. Pero lo ha vuelto a conseguir, su olor, ese olor que no es la colonia solo, sino el olor que desprende cada persona, ese olor que como siempre se me queda incrustado en cada poro de mi piel y me hacen, sin querer soltar esa media sonrisa tonta de enamorada.

-Quita ya esa cara de guarrilla, después cuando llegue te lo comes y te lo tiras de todas las maneras que puedas, ahora vamos a pasarlo bien.

Al llegar a las clases, como perras en celos hemos divisado carne fresca. Pero ninguna comenta nada. Aunque lo he visto al entrar, no me fijo realmente en el hasta que no me toca bailar con él en la rueda. Es guapo, simpático, baila muy bien pero demasiado hablador, tanto que a veces lo tengo que mandar a callar durante la clase para poder escuchar las explicaciones de los profesores.

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