16. OLOR AZAHAR

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Me desperté y no veía nada, eran las tres de la mañana y aún estaba oscuro. Poco a poco mis ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad. Empecé a mirar a mi alrededor y el mobiliario no era el de mi habitación.

Estaba allí, en la habitación de aquel hotel que me encantaba, en la misma habitación, en la misma cama que Jaime. Me entró vergüenza y me tapé la cara. ¿Cómo era posible? Me había acostado con él, habíamos hecho el amor y me había quedado dormida entre sus brazo. Me giré y lo ví, cerca de mí, dormido y me pareció infinitamente sexy. Su rostro mostraba tranquilidad, seguridad, confianza, felicidad..., y sus labios me incitaron a besarlo. No lo pode resistir y lo besé. Abrió los ojos y me miró

-Ey ¿estás ahí?- Dijo cerrando de nuevo los ojos.

-Sí estoy aquí, aún no he salido corriendo- Le dije a modo de susurro. Se sonrió de nuevo y me alcanzó, me agarró de la cintura y me abrazó desde atrás a modo cucharita.

-Déjame disfrutar de este momento un poco más, después ya veremos si te vas o no.

Y me volví a quedar profundamente dormida.

Cuando me volví a despertar de nuevo, Jaime no estaba en la cama conmigo. Me inquiete. Por un segundo pensé que el también me abandonaba. Pero era Jaime, el jamás se alejó de mí. Incluso cuando menos cerca le sentía ahí estuvo él, esperando, como amigo, como hombre. Él no era David.

Me quedé tumbada sobre la cama. El olor que habíamos dejado en las sábanas era una mezcla de nuestros perfumen y el olor al sexo del que habíamos disfrutado. Recordé a Jaime entre mis piernas y en cada uno de sus largos besos y volví a sentirme excitada.

El sonido del pomo de la puerta de la habitación me alejo de mis pensamientos. Era Jaime. Me puse tan nerviosa que casi me caigo de la cama. Me acomodé las greñas que tenía por pelo, y desee no tener ojeras ni lagañas. Quería que me viera bien, sexy y guapa. Algo extraño, pues nunca antes me había importado como me viera Jaime y de hecho ya me había visto, bostezar, levantar con las greñas incluso con mala ostia. Pero todos esos momentos fueron diferente, nunca antes nos habíamos besado y mucho menos me había sentido cachonda al imaginármelo.

-Buenos días Nena- Dijo mientras terminaba de abrir y cerrar la puerta al mismo tiempo en un movimiento rápido. Me quedé embobada, con la boca abierta. Con cara de gilipollas y cachonda, menuda estampa la mía.

Llevaba unos pantalones cortos azul marino y la camiseta blanca de manga corta, que le regalé hace años por su cumpleaños con el logo de la fundación unoentrecienmil. Sobre las manos llevaba una bandeja con nuestro desayuno y flores de azahar. Me quedé atónita al verlo. Si que ya me trajeran el desayuno a la cama era nuevo para mis instintos, que recordara mi flor favorita hizo que la orquesta sinfónica que tenían entre las piernas se pusiera aplaudir.

-Buenos días. – Y no supe que más decirle. No eran más de las diez, y me pareció que ya llevaba levantado un siglo.

Dejo sobre la silla una bolsa y se sentó a mi lado en la cama.

-Como no sabía que te apetecía desayunar, he traído un poco de todo..

- Jaime, con un café hubiese bastado.

-¿Un café? De eso nada, el desayuno es la comida más importante del día y debe ser consistente para tener energías.

-¿Energía? Yo con un café tengo energía para tres chaval...

Jaime cogío la bandeja y la dejo sobre la mesita y con su media sonrisa y esa mirada pícara que siempre me producía risas, se acercó a mí.

-Eso tendremos que verlo- Me dijo al oído a modo de susurro agarrándome de la cintura. Sin saber porque volvía a estar excitada. Besó mi cuello y deshaciéndose de su ropa se coló entre las sabanas.

-Vaya con el chaval, siempre con ganas de más.

Con Jaime me permitía el lujo de ser yo misma y apenas sentir vergüenza en compartir verdades íntimas. Antes de ser lo que ahora éramos, lo cual no sé cómo etiquetarlo, fuimos amigos. Habíamos tenido un sinfín de conversaciones en todos nuestros años de amistad, y en más de una de nuestras charlas aparecieron consejos y desahogos de nuestras noches de sexo y aventuras. Más de él que las mías, intentando desvelar como entender a las mujeres.

-Es lo que tengo, es lo que soy...

Y me ruboricé al escucharlo. Nunca hablamos de nada más que lo que fuera la portada de un buen libro. Ahora empezaba a descubrir la verdadera trama de cada uno de esos libros que nunca leí.

Con Jaime el sexo empezaba a ser más que sexo. Era deseo, pasión y esa sanción de algo más que te hace llegar al climax y sentir que renaces. En cada embestida sus ojos se clavaban en los míos, como si quisieran decir algo más que no se dice. Sus manos se entrelazaron con las mías invadiendo nuestros cuerpos y juntos llegamos al órganos.

Aunque me insistió para que desayunara, solo tomé el café. Ese hormigueo que me invadía el estómago anuló por completo mi apetito. Me di una ducha rápida mientras Jaime hablaba por teléfono con alguien de su trabajo. Cuando salí de la ducha recordé que no tenía nada que ponerme limpio, así que aunque odiando el universo, decidí ponerme la ropa del día anterior, obviando ponerme las bragas. Por ahí si que no pasaba.

Al salir del baño, Jaime había dejado de hablar por teléfono y tendido sobre la cama miraba el whassap de su móvil.

-Había pensado que podríamos pasar la mañana en la playa y almorzar en algún chiringo ¿Conoces alguno?

Me arrepentí de no haberme puesto ropa interior, por si se le ocurría que nos bañáramos en ropa interior. Pero me acordé que era de día y que aunque estábamos un poco colgados de la azotea, no nos iba el exhibicionismo.

-No suelo venir a Málaga mucho la verdad, así que no conozco la zona.

-Pues, podemos bajar y pedir recomendaciones en recepción.

-Jaime... no es por no querer ir, pero te recuerdo que no traje equipaje, que el plan era venir a recogerte al aeropuerto y poco más.

Jaime soltando el móvil en la mesita se levantó y llegando hasta donde yo estaba me agarro de la cintura y me atrajo hacía él.

-Los planes no siempre salen como nos marcamos, a veces salen hechos una mierda y sin embargo otros....

Y quedándose mudo y mirándome a los ojos se quedó en silencio como queriéndome decir algo que le impedían sus labios.

-Otros qué?

-Otros sin embargo salen mejor de lo que planeamos, o que jamás nos hubiéramos imaginado.

Jaime me besó y yo tan solo pude devolvérselo. Intente buscar a David en mis pensamientos ese día, pero no apareció, era como si hubiera quedado dormido en mi alma y el dolor con él.

Bajamos a recepción y la chica nos dio algunas recomendaciones para visitar y comer por la zona.

Mi móvil empezó a sonar, era Bea.

Sin duda alguna la vida aún tenía muchos planes para mí.


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