17. MALTRATO

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Aquella tarde Virginia regreso a casa después de una de nuestras salidas.

Ese viernes no fue mi salida, ni la de Bea, ambas tuvimos otros planes diferentes. Pero Virginia, necesitaba salir, y fue a la fiesta ibicenca que organizaban como fin del taller de salsa al que solíamos ir.

Unas copas de más, unos bailes y poco más. No hacía falta nada más. Nunca hizo falta nada más para enfadar a Martín. A veces los monstruos son de carne y huesos, aunque a veces nuestros ojos nos engañan y nos lo camuflan con amabilidad y dulzura.

Martín estaba en el sofá, sentado y esperando cautelosamente a que Virginia llegara.

No fue un acto como consecuencia del alcohol, porque no había bebido. Tampoco de las drogas como hizo hacer creer el abogado para evitar la carcel.

Martín era un maltratador machista aunque por todos los medios quisieran hacer creer él y su abogado que no era así.

Aquella noche Martín golpeo a Virginia hasta dejarla casi inconsciente. Al intentar defenderse la arrojo por la escalera de un puñetazo que le partió el tabique nasal y le produjo varias fracturas en el brazo derecho de la caída.

Virginia grito entre llantos y suplicas ayuda durante más de media hora, luego tan solo se hizo el silencio.

Siempre he creído en el destino y sin duda aquel día lo confirmamos todas.

La casa contigua a la de Virginia, era una casa piloto de alquiler para policías. Aquella noche tuvo la suerte de que uno de ellos estuviese de descanso y escucho los golpes y gritos de Virginia.

Después de tirarla por las escaleras, Martín pasó a su lado y le propinó una patada en las costillas . Se marchó dejándola sobre un charco de sangre.

Un maldito desgraciado por no llamarlo de otra forma. Sabía que no estaba muerta, pero sabía perfectamente el dolor que sentía y se sintió poderoso.

Jesús, el vecino de Virginia fue el primero en socorrerla. Gracias a él y su rápida actuación, hoy Virginia sigue respirando.


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