24. EL PARAÍSO

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Durante los tres y cortos pero intensos días que duró nuestro retiro, nos dio para muchas cosas, entre ellas llorar y reír.

El día que llegamos a nuestro retiro, tan solo nos dedicamos a explorar la zona, a charlar y desvestir más de un santo, pero también y cómo no para liarla muy parda.

Tras pasar la tarde tomando el sol y bebiendo chupitos a morros de la botella de Voska caramelo que Virginia se bajo a la playa en su nevera de la hello kity , teníamos un morado de mil demonios. Y como no, empezamos a dar rienda suelta a nuestros desmadres.

Bea era una petarda que a pesar de tener mil tristezas en su corazón nunca dejaba que la viéramos llorar más de dos minutos seguidos, y terminaba liándola por querer hacernos reirá para olvidar la tristeza. Pero sus locuras a veces nos traen más de un susto. Se metió en la playa con la colchoneta rosa que había comprado en el todo a 100% el día antes, y cuando la ola se la llevo y la puso patas a arriba enseñando como no una de sus tetonas, tuvo la brillante idea de nadar tras ella, pero no te creas que llego muy lejos. Del morado que tenía no salía de la orilla donde rompían las olas.

Todas nos reímos a más no poder, sin darnos cuenta que se estaba ahogando. Un chico de 15 años tuvo que ayudarla a ponerla en pie, mientras Virginia se hacía pis de la risa delante del chico, y a mí me dio por vomitar como siempre.

Luz fue la única que parecía no afectarle el alcohol, digo parecía porque a pesar de ayudar al chico a tirar de Bea, metió un par de camballadas y termino a aterrizando sobre la arena. Tardó tanto en levantarse que por un momento dudamos si la casa era sería.

-Viene el socorrista – Soltó Bea de pronto y de un respingo Luz recuperó todo su glamur y se puso en pie – Te lo habrás creído y todo cacho de perra, es un playa virgen. En las playas vírgenes no hay socorristas.

Todas reímos, en el fondo todas nos reíamos de la verdad. Era mencionar cualquier cuerpo nacional del uniforme y recuperábamos nuestra compostura todas dignas.

Al chico ya pareció darle igual nuestra integridad y se marchó, dejándonos tiradas en la arena, algunas llorando, otras en coma casi etílico y otras como mi caso mirando al horizonte viendo atardecer.

-Deja de pensar, estamos en el aquí y en ahora. Todo volverá a estar donde lo has dejado, hoy tan solo vive

-Bea, hay que tomar decisiones y creo que no siempre lo hago de la mejor manera. He pensado demasiado en los demás y me he olvidado de lo que yo quiero.

-Pues quizás eso mismo deberías hacer, pensar menos y actuar más. Fabi yo...

Bea no terminó de decirme lo que necesitaba que sonara en voz alta, porque a nuestra espalda empezó a sonar música en un lo que se había transformado un pub de playa.

- A la mierda todo, vamos a pasarlo bien.

Decidimos que no podíamos ir con las greñas que teníamos, así que subimos a la casa, y nos duchamos y maqueamos como si a una pasarela de alfombra roja se tratara.

Toda la tarde en la playa, había hecho que nuestras pieles, ninguna de ellas claras, quedarán aún más bronceadas. Miraba a un lado y al otro, y me sentía la más afortunada del mundo. No solo tenía a unos bombones de interviú a mi lado, sino encima eran mis amigas. Esas con las que a pesar de todo lo malo, siempre están.

Bea optó por un vestido blanco corto y ceñido, muy de su estilo. Sus tacones bajitos negros y sus labios rojos inconfundibles.

Luz, sus short negras y su blusa de lencera del mismo color. Optó por las sandalias plateadas para hacer contraste y sus pómulos sonrojados por el sol los cuales potencio aún más con rubor rosa.

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⏰ Última actualización: Apr 19, 2020 ⏰

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