8. DESILUSIONES

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Espere durante una hora por si volvía y me pedía disculpas, un lo siento hubiera sobrado o un simple abrazo. Pero la hora paso, con sus minutos y segundos y la puerta no se abrió. Las lágrimas brotaban de mis ojos sin entender cómo, pues no quería llorar, pero supongo que el dolor de mi corazón era tal que sangraba por mis ojos.

Abrí mi ropero y comencé a sacar bragas y calcetines sin sentido y comencé a meterlos en una bolsa. ¿Cómo se recoge toda tu vida en una maleta? Eso mismo pensaba yo una y otra vez, sin saber cómo habíamos llegado a esto, como es posible que en cuestión de minutos todo se derrumbe.

-Diego, soy yo, necesito que vengas a casa y me ayudes. David y yo .... – Fue a la única persona que atine a llamar. No sabía que era lo que se -hacía en esos casos, y Diego había resultado ser para mí la única persona cuerda en los momentos menos cuerdos de mi vida.

-En menos de cinco minutos estoy allí. No se te ocurra derramar ni una sola lágrima y tranquilízate- Sin decir nada Diego sabía cómo y por qué de mi vida. Y fue así, en menos de cinco minutos estaba tocando el timbre. Me abrazo, beso mi frente y tan solo pude llorar en su hombro, el no dijo nada solo me abrazo.

-Ya no aguanto más Diego, ya no puedo más hacer como si nada pasa, como si nada me cause dolor... ya no aguanto más esta vida, llévame a casa...- Cuando Diego me vio metiendo cosas sin sentido en la maleta me agarro del brazo y mirándome a los ojos me dijo:

-No hagas nada de lo que puedas arrepentirte. Recoge solo lo que necesites para pasar esta noche en casa o unos días. Deja que David sea el primero esta vez en tomar decisiones y así te darás cuenta si vale o no la pena. – Ese era Diego, mi Diego, mi hermano, mi héroe... Aun no entiendo como cabía tanta madures en alguien tan pequeño de edad. Y le estaré eternamente agradecida por haber dicho aquello aquella noche, eran las palabras justas en el momento adecuado. Hice lo que él me dijo y por una vez en mi vida sentí que hice lo correcto.

En el trayecto a casa, no dijimos nada más, ni siquiera podía llorar, mi dolor no me dejaba. Solo escribí en el grupo de wasap lo sucedido y como siempre, supieron que y como decir las cosas.

Hay momentos en la vida que suelen ser demasiado dulces, demasiado buenos y son esos momentos en los que no somos conscientes de cuanto valor hemos ido adquiriendo. Pero entonces llegan los momentos salados, incluso demasiado agrios y creemos que ya nada tiene sentido. Hay personas que se encierran e incluso acaban con su mundo... no les discuto y tampoco soy quien para juzgarles, pues sus razones tendrían. Sin embargo, yo, por mi cobardía en mis momentos agrios, opto por arroparme en el cariño, en el respeto y en el amor de quienes saben darme. Luceros de vida los llamo, Y salgo a la vida de nuevo, con ganas, con fuerzas, porque en algún momento, sin poderlo evitar mi final llegara, y mirare atrás y veré cuanto gané.

En esa misma semana, mis luceros, mis amigas, prepararon el primero de los muchos "retiro espiritual". Un finde solo de chicas, sol, piscina, dulces, comida y por supuesto cafelito cafelito cafelito.


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