Desde pequeña siempre he pensado que los amaneceres y las estrellas son algo más que magia. Son razones que te lanzan a seguir viviendo.
Cuando descolgué el teléfono y escuche los llantos de Bea, sabía que algo tan importante como la vida ocurría.
-Es un malnacido Fabi, un hijo de puta que se merece más que la cárcel...
No era capaz de decir nada más, tan solo lloraba y lloraba.
-Bea que ocurre? ¿Dónde estás?
-Fabí, es Virginia...
-Beatriz por favor que es lo que ocurre
-Virginia está en el hospital en el quirófano....Anoche Martín casi la mata.
Me fallaron las piernas y me caí desplomada en recepción. Jaime a mi lado cogió el teléfono y escuche como tranquilizaba a Bea y le pedía que le pasara la ubicación por whassap.
Cogió las llaves de mi coche y condujo todo el camino mientras yo permanecí en silencio. No podía llorar, no sin antes verla. Me sentí culpable por no estar con ella, por no haberme dado cuenta de lo que ocurría. Y entonces empecé a comprender cada uno de los detalles que durante años se mostraron ante mí.
¿Por qué no los lo dijo nunca? Me plantee la misma pregunta una y otra vez. Las casi dos horas y media que tardamos en llegar al hospital, vi pasar mil y un recuerdo de nuestras vivencias y cada uno de los golpes que Virginia recibió y dejaron sus cuerpo magullado. No fueron llamadas de preocupación por ella, no eran caídas y por supuesto nunca fueron noches de sexo con sado...Apreté los dientes deseando tener a Martin entre ellos. Y sobre todo no entendí como Virginia, después de tantas charlas y manifestaciones sobre maltrato a la habíamos asistido, para no servir de nada.
Jaime me dejo en la puerta de urgencias mientras el buscó aparcamiento. Le pareció más correcto que subiera a la habitación sola. El me esperaría en la cafetería. Cuando llegue a la habitación, acaba de salir del quirófano y aún permanecía con los efectos de la anestesia.
Luz y Bea estaban sentadas y abrazadas en unos de los sillones cerca de la cama de Virginia. Y un joven guapo y apuesto policía apoyado sobre la pared no dejaba de mirar a Virginia, era Jesús. Era delgado y espigado. Su pelo era negro como el carbón al igual que sus ojos. Tenía un brillo especial en la mirada que junto con su sonrisa te invitaba a mirarlo. Inspiraba confianza.
Me acerque a la cama, donde Virginia permanecía inmóvil. Me derrumbe a sus pies y lloré al ver su cara desfigurada. No podía entender por qué. Luz y Bea me abrazaron y las tres lloramos y nos consolamos juntas. Ninguna entendíamos como no había confiado en nosotras, como jamás nunca nos habló de los malos tratos.
Virginia tardo dos horas en despertarse de la anestesia, dos horas que nos parecieron infinitas. Durante ese tiempo, Jesús nos relató lo ocurrido, y respondió a cada una de nuestras pedantes preguntas.
Al cabo de una hora, Jesús se disculpó y se marchó. Tenía que volver al trabajo, pero antes de irse nos pidió permiso para volver e interesarse por Virginia. Evidentemente las tres afirmamos.
Cuando abrió los ojos y nos vio a las tres con cara de pánico las lágrimas no paraban de brotar de sus ojos. No dijo nada, tan solo lloramos juntas.
-Lo siento, lo siento... -Nos decía una y otra vez.
-No vuelvas a decir eso titi...-Bea era un mar de lágrimas. En mi vida había visto a Bea llorar tanto y tan profundamente y me sorprendió. Pues todas llorábamos de pena y alegría a la vez. Pero la pena de Bea era como más profunda. No lloraba solo por Virginia. Lloraba por ella misma.
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RECUERDAME
Любовные романыFabiola podrías ser tú. Con un trabajo normal, una familia normal, y una pareja normal... Pero a veces la vida normal guarda una verdadera historia que contar. Recuerdame es la aventura de una chica joven, donde durante una epoca de su vida todo p...