Teníamos que hacerlo, daba igual cual fuese el motivo, necesitamos estar juntas. Las locuras a veces se planean sola, la nuestra la planeamos nosotras.
Bea se encargó de todo. Conocía a la amiga de una compañera de trabajo que se había separado, y alquilaba su casa en la playa para los fines de semana.
No se cómo se las ingenio, pero no la dejaba casi regalada para todo el fin de semana.
Por un momento dudé si ir o no, pero con mis amigas no se juega y menos con Bea, que en el momento que me vió dudar llamó a mi madre para que me preparara la maleta.
Y así fue, mi maleta prácticamente la prepararon entre las dos. Bikinis, toda la ropa nueva que nos compramos los días previos, y algunos de mis zapatos que más le chiflaban a Bea.
-Tía no se como puedes ser tan mala amiga y que no te duelan los pies con los tacones un día por mí..
-Pero que dices Bea.
Bea siempre me soltaba lo mismo, le encantaban los zapatos con tacón, pero le resultaba imposible llevarlos. Le causaban horribles dolores. Sin embargo, yo nací con los tacones puesto y me resultaba imposible vestir sin llevar unos puesto. Son parte de mí.
Sobre las tres de la tarde del viernes de aquel caluroso mes de julio, Bea pasó a recogernos. El coche iba hasta las manillas. No cabía ni un alfiles. Luz y Virginia en los asientos de atrás, parecían dos hormiguitas a punto de ser aplastadas.
-Tú delante, que tienes que hacer de copiloto y dj. -Soltó Bea bajándose precipitadamente del coche. Abrió el maletero. Me quedé horrorizada, llevábamos ropa para un mes y tan solo nos íbamos tres días.
-Se nos ha ido de las manos creo yo ... - Dije apenas en un susurro. Cuatro macas, dos sombrillas, cuatro maletas y cuatro cestas de playa incluidas las mías, en un maletero del coche de Bea. Un fiat punto color verde agua de dos puertas.
No me preguntes como lo metió, pero lo hizo.
Nos esperaban dos horas de camino antes de llegar a nuestro destino.
Virginia estuvo una semana en el hospital hasta que le dieron el alta.
Durante esa semana, lo planeamos todo. Donde iríamos, que comeríamos, donde saldríamos... todo lo que después se quedaría en solo un dicho porque terminábamos haciendo siempre lo que nos daba la gana cuando nos daba la gana. Lo único que si hicimos y que no cambiaríamos serian nuestras canciones. Esas que te teletransportan a ese momento, a ese primer beso, tu primera borrachera o tan solo a momentos con tus mejores amigas.
Buscamos canciones cada una por nuestro lado y las recopilamos todas en un pen. Canciones de las nuestras, de las que habíamos bailado más de una noche en cualquier garito, esas que te sabes de memoria y que no te hizo falta estudiar para aprenderla.
Empezó a sonar, una que yo había buscado y que me encanta. Ana Gabriel- Obseción.
Subo el volumen y todas cantamos como locas, pero locas de psiquiátrico
-"Darte mil besos, desafiando el deseo,..... hasta saciarme de ti... uoo uoo uoo"
Miro a Bea y esta como loca cantando.
Nuestras miradas se cruzan y entiendo entonces que ella ve lo mismo que yo. A nosotras, volviendo una noche a casa cuando tan solo tendríamos unos quince años.
Esa noche solo estábamos ella y yo. Virginia y Luz, estaban de vacaciones con sus padres y nosotras decidimos que no era un buen plan quedarnos viendo pelis y comiendo pipas en el sofá de su casa. Lo dimos todo, bailamos y conocimos a nuestro amor platónico al que apodamos el MAXIBON. Nos duró unas semanas la obsesión como decía la canción, pero pasadas esas semanas nuestro amor platónico sería otro...
La siguiente canción que suena es Torero de Chayane. El semáforo se pone en verde, los coches pitan, pero es que estando juntas, el mundo puede arder si quiere, que nosotras a nuestra puta bola y así fueron sonando una tras otra nuestra banda sonara hasta que llegamos a la puerta de la casa que habíamos alquilado.
Menuda pasada de casa.
Era pequeña, pero ideal. Perfecta.
Entrabamos a la casa por una pequeña puerta que nos da la bienvenida un jardín pequeño pero coqueto. Son su carpa con sofás y mesa de jardín al fondo y una barbacoa en la pared contigua a la puerta por la que habíamos entrado.
Al otro lado, una terraza techada con un banco antiguo pintado de un verde carruaje del mismo tono que la puerta de entrada a la casa.
El salón se comunicaba con la concina con una barra americana, y nos dejaba unas preciosas vistas por la gran cristalera que daba al jardín. Íntimo y único.
Dos dormitorios pequeños, dos baños, y dormitorio con cama de matrimonio donde dormiríamos Bea y yo.
-Me corro en las bragas del gusto... Soltó Bea tirándose sobre la cama con los brazos y las piernas abiertas como si intentase hacer un ángel sobre la nieve.
Y realmente era para correrse del gusto, porque el fin de semana prometía. Era todo perfecto y la compañía inmejorable. Tan solo hacía falta dejar atrás esa vida que nos habíamos dejado atrás cargada de problemas que quizás no tenían solución y nos empeñábamos en mantener.
-Chicas ¿Qué tal si nos cambiamos y bajamos a ver qué tal la playa?
La cara de ilusión de Virginia, llena de moratones me inundó de esa sensación de que a pesar de todo, la vida sigue.
Nos cambiamos de ropa a la velocidad de la luz, preparamos una nevera con comida y alcohol y bajamos a la playa.
Tan solo nos separaba dos calles del mar.
Una playa virgen, con poca gente, tan solo los de la urbanización a la cual pertenecía la casa en la que nos hospedábamos.
¿Lugar idílico?
Sin lugar a dudas, si el paraíso existe debe ser muy parecido a aquel lugar.
Con la mirada al frente pude divisar todo lo que me rodeaba. EL mar estaba tranquilo y apetecible para un baño. El cielo despejado y el sol radiante que te invitaba a tumbarte en la arena y tostar tu piel al sol.
Así lo haríamos, nuestras cara de necesitar aquello para nosotras y durante esos días nos inundaba de ganas y nos ayudaría a descubrir todo cuanto nuestros corazones guardan.
No sería fácil que Luz contará que se había enamorado perdidamente de alguien casado y con una hija de 6 meses. Tampoco que Virginia se abriera en canal y nos contara con todo tipo de detalles la pesadilla que había vivido durante años o como la difícil decisión que tomo Bea antes de subirse a aquel coche aquella tarde con destino a nuestro retiro.... Lo fácil sería que a pesar de todo yo hubiera tomado los consejos de mis mejores amigas de aquel fin de semana, pero uno nunca hace lo correcto sin tropezar y caer.
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RECUERDAME
RomanceFabiola podrías ser tú. Con un trabajo normal, una familia normal, y una pareja normal... Pero a veces la vida normal guarda una verdadera historia que contar. Recuerdame es la aventura de una chica joven, donde durante una epoca de su vida todo p...