8.

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El amor te da la libertad que necesitas para crecer y aprender, nadie nace sabiendo como amar, es algo que se aprende, día a día, el amor debe darte alas, no cortártelas...

MAYA

-¿Estoy haciendo lo correcto?- me pregunto en voz alta mientras acaricio mi alianza de oro sentada frente al espejo.

Finalmente estoy casada, casada con un hombre al que apenas conozco y que su actitud arrogante me saca de quicio, me río pensando que esta debería ser una noche especial, mi noche de bodas, tomo un algodón y lo unto con el desmaquillante y me lo voy aplicando, borrando de a poco cada línea de esta mascara que me e puesto para aparentar, ya no soy Maya Amador, la chica de limpieza del hotel; ahora soy Maya Amador de Balaguer señora de la hacienda "La serena", esposa de Daniel Balaguer; la puerta del baño se abre, el hombre que  aparece detrás de mi secándose el pelo con la toalla, es ahora mi esposo, al que según el contrato que me hizo firmar debo atender como uno de mi deberes de esposa.

Tiro al cesto las bolitas de algodón y camino hasta el vestidor, a buscar mi ropa para dormir, cuando me doy vuelta me choco contra el pecho desnudo y duro de mi esposo, todo su torso estaba perfectamente marcado, por un momento desee poder acariciarlo, ¡tranquila Maya! ¡son las hormonas!, respira, recuerda que no tienes más opción que dormir en la misma habitación que este hombre, no se por que pero de repente el aire entre nosotros se volvió denso, quise apartarme, necesito aire, pero él agarro mi brazo obligándome a enfrentarlo.

-Por favor suéltame- le pedí agotada.

-Maya te guste o no ambos formamos parte de este juego que mi madre diseño y que tu aceptaste seguir.

-¿Qué quieres decirme?- le pregunte mirando a esos ojos color miel que me observaban con seriedad.

-Que deberíamos tratar de llevarnos bien, si queremos que todo esto termine pronto- explico.

<<Oh ¿quieres hacer las pases guapo?, ¡que te den!>>.

-Lo pensare- dije haciéndolo aun lado.

-Deja de comportarte como una niña-  espeta.

Bueno, de echo no le presten atención a lo que dijo, mis ojos estaban perdidos en esa linea de su torso desnudo que va bajando hacia... hacia...

-¿Maya?.

Daniel intenta llamar mi atención, pero la verdad es que mi imaginación esta volando y apenas escucho su voz, hasta que se da cuenta y levanta una ceja para luego mirarme con una sonrisa cínica.

-Vaya, vaya, vaya- expresa divertido al percatarse de mi mirada- ¿mi esposa quiere su noche de bodas?- dice el muy caradura insinuándose.

Cuando me doy cuenta de mi estupidez él ya esta frente a mi, y puedo sentir su aroma a gel de ducha con campo, dios mio.

-No se de que hablas- quise correr al baño a refugiarme pero él me cierra el paso poniéndose delante de mi.

-Nuestro contrato no dice nada de que no podemos tener sexo Maya- dice en tono seductor, ¡maldito!, no me doy cuenta y él posa una mano en mi cintura atrayéndome hacia él, ahora estábamos piel con piel, intento zafarme pero lo impide.

-Déjame- le pongo mis manos en aquel pecho musculoso.

-Eres mi esposa, tengo todo el derecho de tocarte, si quiero- dice con la voz ronca.

Ambos podemos escuchar el sonido de nuestras respiraciones

<<No detente Maya, no lo hagas, no caigas en su juego>>

-De acuerdo, de acuerdo- le digo dándole un pequeño empujón, estaba nerviosa, él me ponía nerviosa, se aparta y se me queda  viendo desconcertado- haré lo que tu dices ¿está bien?, tienes razón, después de todo sólo debemos aparentar unos meses luego de eso este juego se termina.

-¿Entonces?- dice esperando mi respuesta.

-Entonces... trataremos de llevarnos bien, ¿ok? prometo hacer mi papel de buena esposa ante los demás.

Se acerca a mi y me toma del mentón para levantar mi mirada hacía él.

-¿Ves?,¿no es muy difícil no?- me suelta y otra vez esta esa sonrisa cínica que ya forma parte de él.

-Ahora si no te importa, me gustaría bañarme. 

-Ve, ponte un pijama decente, si te me apareces con un porta ligas haré que quieras tener tu noche de bodas- se ríe y yo cierro furiosa la puerta del baño tras de mi.

Cierro los puños con fuerza, puedo oírlo reírse descaradamente del otro lado, exhalo y largo el aire por la boca, me doy la vuelta y le enseño el dedo corazón con la protección de la puerta. 

DANIEL 

-¿Que mierda estoy haciendo?.

Sólo el leve contacto de sus manos sobre mi pecho hizo que me pusiera al cien, quería devorarla ahí mismo, ella llevaba puesto aun el vestido, juro que quería quitarle ese vestido y acariciar cada parte de su cuerpo, estoy furioso con mi madre por lo que hizo y ahora la maldigo por ponerme de esposa a esa chiquilla, si no me controlo me volveré loco, ¡maldita sea! si fuera un desgraciado desconsiderado la tomaría esta misma noche y la tendría debajo de mi, sin importarme en absoluto, después de todo es mi esposa,"mía", me siento extrañamente posesivo, me siento un idiota, levanto las sabanas y me meto dentro, me importa una mierda si no le agrada que durmamos en la misma cama, aquí mando yo.

Ella sale del baño con el pelo suelto y húmedo, veo que me observa con el ceño fruncido.

-No me mires así mujer, ambos debemos dormir en la misma cama- le digo con las manos detrás de la nuca.

Ella no dice nada y se seca el pelo con la secadora.

-¿Por qué debería aceptar esa tonta idea tuya de dormir en la misma cama?- me pregunta de la nada, me siento en la cama y la miro mientras se seca el pelo, el largo le llega hasta por debajo de los hombros.

-No conoces a mi madre- espeto- ella seria capaz de entrar a esta habitación o de poner cámaras- explico señalando las paredes- con tal de ver que su hijo se comporte como todo un esposo y no como un capullo- ella se da la vuelta y me mira con la boca abierta.

-¿La crees capaz? yo la aprecio, es una buena mujer.

-Y yo la amo, es mi madre, pero es una persona terca, y si, si es capaz- me acuesto de nuevo pero saco la segunda almohada detrás de mi cabeza y la pongo en el medio a modo de barrera- si te hace sentir mejor dejare esta almohada en medio de nosotros-aclaro.

Veo que ella apaga el secador y se queda observándome seria.

-Gracias- me percato de su sinceridad.

-De nada- le contesto cerrando los ojos de apoco- por cierto... - siento a mi lado como ella se acuesta con cierto temor- tienes que ponerme el despertador a las cuatro de la mañana.

-¡¿QUÉ?!- su sorpresa me divierte.

-Lo que oíste, debes despertarme a las cuatro de la mañana, a esa hora comienza la actividad aquí- le digo dormido boca arriba- es parte de unos de tus deberes de esposa, por lo que tú también debes despertarte a esa hora, desayunaremos juntos, te llevare con migo para presentarte a los peones y mostrarte las cosechas.

-¿Enserio  te levantas a las cuatro de la mañana?- me pregunta.

Pongo los ojos en blanco.

-Si, todos los días- escucho que murmura algo y que pone el despertador de su teléfono- ya duérmete o no podrás levantarte mañana.

-Si podré, no soy delicada- me dice.

Esbozo una sonrisa.

-Eso ya lo veremos.

El Patrón [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora