Enredada en tus cintas

Capítulo 34: Último Adiós

Esperamos en la fila de los trámites del aeropuerto, la Caro tiene su brazo enrollado en mi cuello para hacerme sentir un poco más cálida, no me ha mencionado nada y me parece perfecto, sabe cuándo callarse. Cierro mis ojos pero los abro de inmediato, alguien toca mi espalda.

—Ah no, ya molestaste bastante —dice la Caro, es Pepe—.

—Tranquila… —respiro profundo—. Hablaré con él, no te salgas de la fila —me responde con una mirada inquieta, solo le sonrío débilmente—.

Salimos del aeropuerto, Pepe enciende un cigarro y me da la espalda, lo miro con rareza.

—¿Qué? —me mira extrañado—. Estoy siendo sincero desde ahora.

—Bastante tarde, no tenía idea que fumabas… mira, no sé qué haces acá, pero ya detente con todo esto, me hiciste bastante daño, solo te pido tranquilidad —le explico—.

—De verdad te amo —dice poniéndose de rodillas y tomándome las manos—. Sé que es difícil de creer, pero te amo y perdón por mentirte…

—Yo también te amo, no puedo negártelo, pero debo alejarme de ti —subo la mirada y suelto sus manos—.

—Si me amas… entonces que no te importe todo lo que acaba de pasar, nunca la había cagado y ahora me castigas de esta manera —dice tomándose la cabeza—.

—¿Te parece poco mentirme de tal manera? —pregunto cruzando los brazos—. No fue un pequeño error, si hubiese sido así no estaría escapando de ti y esta mierda.

Doy una vuelta para volver a entrar, pero me detiene nuevamente, toma mi mano y acerca sus labios a los míos, tan rápido que no me da tiempo de esquivarlo. Un beso brusco y frío fuerzan mis lágrimas a salir nuevamente, tomo su cara y sigo besándolo, de frío pasamos a rojo pasión, enredo mis manos en su cabello y no dejo de besarlo, siguen cayendo lágrimas por mis mejillas y logro olvidarme de todo, dentro de mi cabeza nos imagino solos en la nada, en medio de un atardecer, tan desnudos como lo estábamos sobre sus cintas. Abro los ojos y me sitúo en realidad, un Pepe mentiroso frente mío y mi alma rota por este mismo personaje, me apoyo en su pecho y sigo llorando, acaricia mi cabello hasta calmarme. Me alejo de él sin cruzar con su mirada, entro nuevamente, mi vuelo está por salir.