Enredada en tus cintas

Capítulo 3: Amiga

—Amiga… volví con el Seba —le escribo un mensaje por Whatsapp—.

—¿Es broma? —escribe al segundo, trato de pensar en que explicación darle, pero prefiero dejarlo de lado—.

Me sentía tan tonta, el Seba estaba tan feliz cuando le dije. Corrí con lágrimas en las mejillas aun para alcanzarlo en la calle, tercera vez que corría en el día. Cuando logré alcanzarlo, lo tomé de la mano y le di un beso, pidiéndole disculpas por todo. Aun así, me siento mal, fallarle a mi mejor amiga es casi como romper las reglas de Dua Lipa, fatal. Bajo al comedor, mis padres ya habían llegado. Solo los saludo, quiero evitar todo tipo de conversación. Voy a la cocina, siento que tocan la puerta, pero mi padre se encarga de ver quien es. A lo lejos escucho la voz de Caro.

—Esta en la cocina —señala mi padre—.

Me seco las lágrimas y tomo una buena postura, no quiero que me vea afectada.

—¿Me puedes explicar lo que paso? —pregunta con seriedad—.

—Si, pero no aquí, vamos a caminar un rato.

Durante los 10 minutos que hemos caminado hacía algún lugar, ninguna de las dos a mencionado algo, hasta que...

—¿Recuerdas en esta esquina?, cuando encontramos al Seba muerto de curado —Me señala, evito mirarla a los ojos y siento que se me ruborizan las mejillas—. O en esa plaza, cuando supuestamente saldría a jugar con su hermana, pero lo encontramos comiéndose a la Maca, ¿Se te olvidó todo lo que lloraste? ¿Se te olvido quien estuvo para ti todo este tiempo?

—Pero Caro, esos errores los comete cualquiera, todos nos merecemos una segunda oportunidad —le explico con la voz quebrada—.

—Pero Tini, te pasas por la raja todo lo que hacen por ti, todo lo que me desgasto en ti, las salidas y oportunidades que rechacé esos meses solo para estar contigo —Se detiene y se pone en frente, me levanta la cara con suavidad—.

—Me das rabia —le suelto sin pensar—. O sea, perdón por hacerte perder el tiempo, tenías cosas mucho más importantes que estar con tu mejor amiga.

—¿Te das cuenta lo hueóna que suenas? —Dice con los ojos cristalizados—. Date cuenta de una puta vez.

—¿De qué hablas?

—De que te amo —Se calla un momento—. Por la mierda que te amo.