[Narrador: Anna Brown]
Esa noche no había logrado dormir, no podía sacarme de la cabeza los rumores que corrían por toda la mansión. El único hijo de la familia se iba a casar, increíble.
— Ann, ¿a qué hora vendrán los invitados? Es para terminar cansado tener que cocinar para más personas. — Se dirigió a mi Donna, ella estaba cortando algunas verduras.
— Mediodía, eso dijo Joseph. — Murmuré.
— ¿Hablaste con Aaron? Sería bueno que tuvieran una charla si no la tuvieron.
— ¿Charla? ¿Y eso por qué? No tendría sentido, ¿qué hago? Voy, le digo: "hablemos" y ya, no hay nada más, ni una razón por la cual hablar. — Ella suspiró.
— ¡Claro que la hay! El amor de tu vida se esta por casar. — Lo gritó tan alto que casi me da un susto.
— Oye, oye, baja la voz. — Miré a la puerta para cerciorarme de que no había nadie.
— ¿Y? — Terminó por cruzarse de brazos.
— No es el amor de mi vida, es mi hermano, nada más. Otra cosa, si el se casa, esta claro que es lo mejor. Tendrá una linda esposa, perfecta para él, tendrá una familia y podrá llevar el trabajo que le dejará su padre. — Sonreí y ella me miró seria.
— ¿No tienes conciencia, no? Si es así, yo seré tu conciencia. Ann, eres una gran mujer, eres la primer persona que veo pasar por tales situaciones y tomar todo tan bien pero, yo creo, que deberías dejar de ser así. Deja de pensar en el resto, se feliz... — Me agarró de las manos.
— Soy feliz así.
— ¡Entonces, se mucho más feliz! — Soltó mis manos y siguió cortando las verduras.
En ese instante, cuando le iba a contestar, tocaron el timbre de la casa. Me dirigí a la puerta, que quedaba a unos metros de la cocina y abrí la puerta. Había dos hombres y una mujer, esa mujer era realmente hermosa. Rubia, ojos azules y vestía muy bien.
Es ella...
— Bienvenidos a la casa Hansen. — Sonreí y ellos pasaron. Ella se detuvo y me miró.
— ¿Dónde está Aaron? — La miré.
Ella es directa, también...
— El señor vendrá en unos momentos, deben de esperarlo en la sala. — Ella me miró de mala manera.
— ¿Qué piensas? Ve y has que venga, ahora. — Levantó un poco la voz, tanto, que pude escuchar como unas personas murmuraban detrás de mí.
— Lo repetiré sólo una vez más, el señor Aaron no puede venir en estos momentos. Si no le gusta, tiene la puerta allí. — Le señalé la puerta y me retiré pero pude escuchar el grito que me pegó.
— ¡Perra! — Ni siquiera me detuve a contestar.
"Mujer perfecta para Aaron." retiro lo dicho, esa mujer no tiene modales.
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En Venta ©
RomancePor un problema familiar, el joven Aaron Hansen termina por ir a una subasta en lugar de su padre. A pedido de él, va a comprar algunos cuadros de pinturas que a él le gusten. Al terminar dicha subasta, comienza una subasta "VIP" que las personas co...