Capítulo 20

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Por suerte la bala fue a parar a mi pierna haciéndome caer al instante.
- Acónito... - murmuré cuando vi que de la herida salía una especie de humo morado.
Matt no respondió, se dio la vuelta y salió de allí.
- Madison... - escuché decir a Stiles.
- No pasa nada, en serio, no pasa nada - intenté calmarle al darme cuenta de que estaba llorando.
Traté de fingir que no dolía pero era imposible.
- Saca la bala - susurró.
- No puedo. Yo sola no puedo - dije.
- El kanima me ha paralizado, no consigo moverme - respondió sorbiendo la nariz e hizo una pausa - ¿El acónito puede matarte?
- Si no saco la bala sí - contesté y después apreté los labios.
Vi que de sus ojos volvían a caer lágrimas.
- Oye, no pasa nada - repetí.
- No me mientas, sabes que si pasa algo - dijo mirándome.
Iba a responder cuando alguien irrumpió en la sala.
- ¡Stiles! ¡Madison!
- ¿Mamá? - respondí sorprendida.
- ¡Oh dios mío! ¿Te han disparado? - preguntó.
- ¿Sheriff? - dije.
Vi como mi madre entraba hasta el centro de la sala con el padre de Stiles recargado en ella.
- Sí, ese chico... Matt. Le ha hecho daño - explicó.
El Sheriff estaba lleno de sangre y ni si quiera podía mantenerse en pie.
- Mierda... - murmuré y luego se me escapó una mueca de dolor.
- ¡Hay que sacarte esa bala! - exclamó ella.
- No, no, mamá, tienes que ayudarle - señalé al padre de Stiles.
- Pero tú... - intentó decir.
- En serio, él lo necesita más que yo. Puedo aguantar - respondí.
Ella asintió poco convencida y dejó al Sheriff en el suelo para después buscar algo en los armarios de la sala. Consiguió un pequeño botiquín y se arrodilló a su lado para comenzar a curarle.
- Puedo hacer que aguante unas horas, pero no curarle. Para eso necesitamos una ambulancia - explicó mi madre.
- Está bien.
Miré mi herida. De ella brotaba sangre espesa y oscura, además la zona de estaba comenzando a poner de un color negro y no parecía ser buena señal.
- Stiles - susurré. Miraba a su padre fijamente y de sus ojos no paraban de brotar lágrimas - Stiles - volví a decir y esta vez me arrastré hasta quedar a su lado.
- No puedo... No puedo perderlo... - murmuró y sentí como me entraban ganas de llorar.
- No vas a perderlo. Vamos a acabar con todo esto, siempre lo hacemos. Scott está con Matt, puede vencerle.
- Tengo miedo.
- Mírame - le pedí secando sus mejillas con los pulgares - Tu padre estará bien y nosotros arreglaremos esto. Yo arreglaré esto. Te lo prometo.
- ¿Cómo? Tienes una bala de acónito en la pierna y el veneno de está extendiendo. Si te pasa algo yo... - comenzó a respirar agitadamente, solo esperaba que no le diese un ataque de pánico.
- Escucha, no va a pasarme nada. Me sacarán la bala.
- Le han hecho daño - susurró.
- ¿Quiénes?
- Matt y el kanima. Le han dado una paliza. He visto como pegaban a mi padre y no he podido hacer nada... He visto como te apuntaban con una pistola y te disparaban y no he podido hacer nada.
- Saldremos de esta - repetí mientras sentía mi vista nublarse por las lágrimas.
- Madison esto me va a llevar tiempo - dijo mi madre señalando a todas las heridas del Sheriff.
- No pasa nada, sigue - respondí.
- No. El veneno se está extendiendo, no te queda tiempo.
- Mamá. Ayuda al Sheriff - contesté mirándola fijamente.
No podía permitir que al padre de Stiles le sucediera algo, nunca me lo perdonaría.
- He dicho que... - añadió pero no pudo acabar.
- ¿Necesitáis ayuda? - dijo alguien entrando en la sala.
- ¿Qué haces aquí? ¿Dónde estabas? - pregunté abriendo mucho los ojos.
- Eso no importa. Hay que sacarte la bala - contestó arrodillándose a mi lado.
Derek Hale. Derek Hale había vuelto a Beacon Hills.
- ¿Lista? - preguntó mirándome y acercó sus dedos a mi herida.
Miré a mi madre que volvía a ayudar al Sheriff y luego a Stiles que parecía estar más calmado.
- ¿Quieres? - dijo él y vi que podía mover su mano.
Sin pensármelo dos veces la cogí y cerré los ojos.
- Tranquila - susurró Derek cuando tocó la zona dolorida.
Noté como introdujo los dedos y un dolor punzante recorrió todo mi cuerpo.
Apreté la mano de Stiles con fuerza.
Rozó la bala y consiguió cogerla.
- ¿Bien? - preguntó.
Negué con la cabeza. El dolor me mareaba.
- Voy a hacerlo rápido, ¿vale? - añadió.
Sin darme tiempo a responder tiró de la bala y la sacó.
Sentí que volvía a respirar de nuevo.
Permanecí quieta un momento sin abrir los ojos y no dejé de apretar la mano de Stiles ni un momento mientras tomaba enormes bocanadas de aire.
Luego me puse de pie con la ayuda de Derek y le miré.
El sonrió ligeramente y me rodeó con sus brazos apretándome contra él. Abracé su cuello con fuerza y disfruté del momento de estar con él de nuevo.
Derek era como otro hermano para mí, siempre estaba cuidándome y evitando que me pasara algo.
- Te he echado de menos pequeña McCall - murmuró frotando mi espalda.
- Y yo a ti - dije.
Nos separamos y dirigí mi vista hacia Stiles.
Me arrodillé en frente suyo y limpié los restos de lágrimas que tenía.
- Voy a ayudar a Scott - expliqué volviendo a coger su mano.
- ¿Me prometes qué vas a volver? - preguntó.
- Te lo prometo - dije.
Le miré durante un segundo a los ojos y luego a los labios.
Tenía unas ganas enormes de besarlo allí mismo pero sabía que si lo hacía me pondría a llorar. Opté por dejar un suave beso en su frente y sonreí.
- Ten cuidado - escuché decir a mi madre.
- Lo tendré - respondí saliendo de la sala.
Escuché como Derek me seguía.
- ¿Qué ha sido eso? - preguntó y supe que estaba sonriendo de lado.
- Nada - contesté mientras miraba en todas las habitaciones por las que pasábamos para encontrar a Scott.
- ¿Nada? Stiles y tú...
- Aún no - lo corté.
- Aún no... Osea que ocurrirá en algún momento - dijo.
- Probablemente sí - respondí sonriendo ligeramente.
- Ya es hora - le oí decir.
- ¿Qué? - pregunté.
- Ya es hora de que ambos seáis felices.

STAUNCH / Stiles Stilinski Donde viven las historias. Descúbrelo ahora