Capítulo 19

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Dos semanas y tres días después, en las que Stiles me obligó a ir al instituto aunque yo insistía en que podía faltar para hacerle compañía, las heridas y el pequeño esguince ya habían curado completamente, por lo que se había podido ir a casa.
Además, hacía menos de veinticuatro horas que Scott me había contado que Malia y él estaban en una relación seria. Cuando me lo dijo intenté contenerme y no ponerme a saltar y a chillar en el medio de la biblioteca del instituto pero no pude evitarlo, provocando que la señora que se encargaba de mantener el orden allí, me mandase irme. Estaba demasiado feliz por ellos. Sobre todo por mi hermano, había sufrido mucho desde lo de Allison...
Observaba distraídamente como Stiles se movía por toda su habitación con la barbilla apoyada en la palma de mi mano. 
- Tierra llamando a Madison - dijo él chasqueando los dedos delante de mi cara - ¿Me has escuchado?
- ¿Qué? Sí - contesté colocando un mechón de pelo detrás de mi oreja como si acabase de despertar de un sueño.
- ¿Y qué he dicho? - preguntó cruzándose de brazos, mirándome desde arriba.
Me quedé pensando unos segundos.
- Ni idea - respondí.
- No estabas escuchando - dijo sonriendo.
Le observé desde el suelo atentamente.
- Decía que pienso que es Matt - prosiguió señalando una foto del chico en la pizarra de su cuarto.
- No es Matt.
- ¿Qué? ¿Por qué no?
- No sé, pero no puede ser él.
Días atrás habíamos averiguado que el kanima tenía un maestro que le indicaba a quien tenía que matar y estábamos intentado averiguar quien era.
Stiles apostaba por Matt, el chico con el que choqué accidentalmente cuando salía del vestuario. En cambio, yo pensaba que era Gerard, un viejo cazador de hombres lobo que ya había intentado matarnos varias veces.
- ¿Y porque Gerard sí puede ser? - preguntó mirándome.
- Porque sabe de la existencia de todos los seres sobrenaturales, dudo que Matt sepa si quiera lo que es un kanima - expliqué.
Stiles se agachó y me arrebató el rotulador de las manos, luego fue hasta la pizarra y trazó una línea sobre el nombre de Matt.
- Que conste que lo tacho pero no significa que deje de pensar que es él - añadió.
- Lo dices porque te cae mal - dije ladeando la cabeza.
- No me cae mal... - le miré burlonamente - Bueno sí. Me cae mal. Es que míralo. Es horrible.
- Tampoco es tan feo - respondí riendo.
- Sí... Espera, ¿qué has dicho? - preguntó y la habitación se inundó de un olor a celos que provenía de Stiles.
- ¿Estás celoso? - pregunté divertida intentando no reír.
- No - dijo rápidamente cruzándose de brazos.
- Vamos... - alcé los brazos y él tiró de ellos levantándome.
- Puede que un poco - admitió rozando su nariz con la mía.
Con ese simple gesto se me erizó la piel.
- ¿Te pones celoso si digo que Matt no es tan feo? - insistí acariciando su pelo. - Ni si quiera he dicho sea guapo.
Él se encogió de hombros y posó sus manos en mis caderas haciéndome estremecer.
Quité una de mis manos de su cuello y me puse a hacer dibujos imaginarios en su pecho mientras notaba como su pulso comenzaba a acelerarse.
Stiles decidió seguir el juego y rozar sus labios con los míos enviando escalofríos por todo mi cuerpo.
- ¿Vas a besarme? - pregunté sonriendo.
- No lo sé, ¿quieres que lo haga? - apretó sus caderas contra las mías.
- Creo que ya sabes la respuesta...
Él soltó una risa burlona y justo cuando iba a juntar nuestros labios alguien abrió la puerta.
- Que asco - dijo Scott.
Me giré para mirarle.
- Tú sí que das asco - respondí bromeando.
- ¿Qué quieres? - preguntó Stiles.
- El kanima está atacando en la comisaría - contestó - ¡Vamos!
Scott se fue corriendo y subió en el coche para ir a casa de Malia.
Sin pensárnoslo salimos de casa y monté junto con Stiles en su Jeep para poner rumbo a la comisaría.

En menos de diez minutos habíamos aparcado en frente de la estación de policía, gracias a que Stiles se saltó varios semáforos en rojo y condujo por encima del límite permitido.
- Espera - dije cuando intentó abrir la puerta.
- ¿Qué pasa? - preguntó.
- ¿Estás bien?
- Sí.
- ¿Seguro? Porque tú corazón va a hacer que de un momento a otro me estallen los oídos y podría oler tus nervios a unos cinco kilómetros de distancia - respondí mirándole.
- Es sólo... Es sólo que mi padre está ahí dentro Mad... Y me aterra que le pueda haber pasado algo.
- No pienses así... Igual hemos llegado antes de que el kanima haga daño a alguien y podemos detenerlo.
- No estoy muy seguro - hizo una pausa en la que me cogió la mano - Es la única familia que me queda...
- Escúchame, estará bien, ¿vale? Deja de imaginar cosas terribles que podrían haberle pasado - sonreí ligeramente.
El asintió y me observó de una forma que hizo que quisiera besarle en ese instante, solo Stiles podía hacerme sentir eso con una mirada.
- ¿Vamos? - pregunté suavemente.
- Vamos.
Nos adentramos en la comisaría silenciosamente intentando captar cualquier señal de que el kanima estaba allí.
- ¿Has oído eso? - pregunté cuando escuché un disparo - ¿Stiles? - volví a decir cuando me di cuenta de que no respondía.
Me giré y no estaba. Había desaparecido.
Volví a oír un disparo y varios pasos que se dirigían hacia mí. Me coloqué detrás de un armario para que no me viesen.
- No te muevas McCall - dijo una voz.
¿McCall?
- ¡Scott! - exclamé saliendo de mi escondite.
Vi a un chico encapuchado que se dio la vuelta y me apuntó con un arma.
- No te muevas - dijo friamente.
- ¿Matt? - pregunté dando un paso hacia él - Stiles tenía razón...
- ¡He dicho que no te muevas! - gritó y cogió la pistola más decidido.
Levanté las manos a la altura del pecho lentamente y me quedé muy quieta.
- Matt, danos el arma - sugirió mi hermano suavemente.
- ¿Para qué? ¿Para dejarme indefenso y acabar conmigo? - preguntó.
Vi como apretaba los dientes y una vena se hinchaba en su frente dándole un aire más macabro.
- ¿Qué es lo que quieres? - dije.
- Oh, solo voy a hacer pagar lo que me hicieron.
- ¿Quiénes?
- Todos. Nadie se acuerda de lo que ocurrió ese día. Me tiraron a una piscina y no sé nadar. ¡Que graciosos!
Yo no entendía ni una palabra.
- Nosotros no hemos hecho nada - añadió Scott.
- Eso me da igual.
Nada de lo que decía tenía sentido.
- Matt, relájate... - sugerí.
- ¡No voy a relajarme! - chilló - ¡Haréis lo que yo os diga!
Avanzó hasta mí y me dió la vuelta cogiéndome del brazo para después pegar la pistola a mi nuca.
- Camina - añadió presionando el cañón contra mi cabeza.
Le hice caso porque sabía que la pistola estaba cargada.
Llegamos a una habitación y por el olor supe que Stiles estaba en ella.
- ¿Madison? - dijo cuando me vio.
- Estoy bien - respondí mirando al frente.
- ¿Cómo vas a estar bien? ¡Tienes a un psicópata apuntándote con un arma!
- ¡Silencio! - exclamó Matt esta vez y dirigió la pistola hacia Stiles.
- ¡No! - grité colocándome entre los dos.
- Aparta lobita - contestó él.
- Baja el arma - respondí.
- Aparta - repitió y me apuntó a mí de nuevo.
Negué con la cabeza desafiante.
Y no me di cuenta. No vi venir cuando presionó el gatillo y disparó.

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STAUNCH / Stiles Stilinski Donde viven las historias. Descúbrelo ahora