Capítulo 1

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Me tienes loco, preciosa. Lástima que la noche tuviese que acabar tan pronto porque me habría encantado hacerte todo eso de lo que hablamos y mucho más. Solo de pensarlo ya me pongo cachondo. Ten sueños húmedos conmigo, preciosa, porque yo los tendré contigo. Ni lo dudes.

Parpadeo varias veces y froto mis ojos por si el sopor del sueño me está jugando una mala pasada. Lo primero que pensé al escuchar el sonido de un mensaje entrante, fue que mi ex había conseguido mi número nuevo y me asusté. Pero ahora que mi mente ha despertado lo suficiente para tranquilizarme, lo leo varias veces y el miedo da paso a la indignación. ¿Que pretende hacerme qué?

Solo un par de cosas, precioso. Primero, estas no son horas de enviar mensajes a nadie. Segundo, idos a la mierda tú y tus sueños húmedos. Pervertido.

No puedo creer a lo que llega la gente hoy en día. De todas formas, ¿de dónde habrá sacado mi número? Solo espero que no sea cosa de mi ex porque no puedo volver a cambiarlo. La primera vez fue un caos absoluto y no quiero repetir. Además, no puedo permitir que siga condicionando mi vida. No ahora que he logrado alejarme de él.

Vamos, preciosa. Ahora no te hagas la indignada. Fuiste tú quién me dio el número y me pidió que te escribiese esta misma noche para poder guardar el mío. Te recuerdo que fuiste muy insistente en ello.

Esto ya es demasiado. ¿En serio ese truco le sirve para ligar? Bufo y me acuesto de nuevo sin responderle. Incluso silencio el teléfono para que no me moleste si decide escribir algo más porque no merece ni un solo minuto más de mi tiempo. Impertinente. Pero ya me he despejado y no dejo de dar vueltas en la cama, indignada con él. Sí, tan indignada como dice que me hago. Será idiota. Me despierta en plena madrugada y pretende hacerme creer que yo estaba esperando sus mensajes. ¿Qué le insistí? Como si no tuviese nada mejor que hacer.

-Maldita sea - tomo el teléfono de la mesita de noche una vez más -. Voy a decirle cuatro cosas bien merecidas a ver si así puedo dormir de una vez. ¡Qué se cree!

Pero al abrir la conversación, descubro que tengo varios mensajes nuevos suyos. Los leo uno a uno con absoluto asombro.

¿Es en serio? ¿Me vas a ignorar?

Joder, creía que entre nosotros había surgido algo. Y que tú también querías saber a dónde nos llevaba.

¿Por qué coño me diste tu número si no querías hablar conmigo?

Maldita sea. Perdóname, no debí ser tan brusco. Creo que estoy demasiado borracho y no controlo lo que escribo.

Su último mensaje mitiga un poco mi enfado, pero aún así, le envío lo que tenía en mente. Si me lo callo, será peor porque me rondará la cabeza a todas horas y me arrepentiré de no habérselo dicho en su momento. Además, después de hoy no pienso volver a hablar con él. Si me sigue molestando, lo bloquearé y asunto resuelto.

No sé quién te habrá dado mi número ni con qué intenciones, pero te juro que si me sigues molestando te denunciaré. Ni soy la preciosa que conociste ni pretendo serlo, así que ve a dormir tu borrachera al agujero del que no debiste salir. Hasta nunca. 

Dejo el teléfono en la mesa de noche, satisfecha con mi mensaje y dispuesta a dormir las pocas horas que faltan para levantarme, pero la pantalla se ilumina y la curiosidad me puede.

Wow, que intensa, mujer. ¿No eres Tamara? 

Ni siquiera sé quien es esa mujer.

Joder, joder, joder, perdóname. Debí equivocarme al grabar el número. Maldita sea, ahora me siento un miserable por haberte despertado. Mierda. Lo siento mucho.

Tara (Saga SEAL 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora