Siento un golpe en mi estómago y mi reacción automática es defenderme. Por suerte, mi sueño no es tan profundo como para no notar la diferencia entre un ataque y el pequeño cuerpo de Sarah gateando sobre mí para llegar hasta su madre. Controlo mi respiración y los latidos de mi corazón antes de abrir los ojos y ver a la niña intentando colarse debajo de las mantas. Le hago un hueco entre nosotros y me sonríe feliz.
-Shhhh - coloco mi dedo sobre mis labios -. Tu mamá está durmiendo.
-Tengo hambre - me dice casi en un susurro, sorprendiéndome. Normalmente los niños no son tan cuidadosos a la hora de controlar su tono de voz. No es que no quieran, es que a veces les resulta totalmente imposible. Pero a Sarah apenas se la escucha si no estás atento -. Quiero tortitas.
-¿Te parece bien si dejamos dormir a mamá otro poco? - le sugiero -. Tú y yo podríamos preparar tortitas para los tres.
-Yo no sé - tapa su boca con la mano para que su risa no se escuche demasiado alto. Algunos mechones castaños tapan su rostro y los aparto por inercia para no perderme el bello color que tienen sus ojos. Si hubiese sido rubia, sería un clon de su madre.
-Tú me dices dónde guarda tu mamá las cosas y yo las hago. ¿Trato? - le ofrezco mi mano para sellarlo.
-Trato - su mano se pierde en la mía, pero me gusta la sensación. Es como envolverla en brazos para protegerla. No quiero pensar en todo lo que habrá tenido que ver y sufrir antes de que Tara decidiese cortar toda relación con su padre.
Nos levantamos con cuidado de no despertar a su madre y vamos a la cocina. A pesar de ser tan pequeña, Sarah resulta ser una excelente pinche. Mientras preparamos la masa, habla sin parar. De su madre, sus amigos, el colegio, pero nunca menciona a su padre. Yo tampoco insisto en saber de él, ya me enteraré por Tara. Con su ayuda, conseguimos tener casi listas las tortitas cuando Tara hace su aparición por la puerta. Yo la descubro al momento, pero su hija está tan entretenida que ni siquiera nota su presencia y ella aprovecha para observarnos en silencio. Me preocupa no poder interpretar la mirada que nos lanza. No sé si le gusta lo que ve o, por el contrario, está asustada por lo rápido que van las cosas.
-Mami - grita su hija en cuanto la ve -. Tenemos tortitas.
-Ya veo - se acerca al fin a nosotros sonriendo y siento un alivio inmediato -. Huelen de maravilla. ¿Las has hecho tú?
-No - se ríe -. Las hizo Machi.
-Eso es mentira - protesto -. Sarah me ayudó mucho. Sin ella no habría podido terminarlas a tiempo.
-Soy su pincho - responde orgullosa.
-Pinche, cariño - la corrige Tara -. Se dice pinche.
-¿Qué os parece si las probamos? - sugiero en cuanto saco la última tortita de la sartén -. Antes de que se enfríen.
-Buena idea - Tara asiente y empieza a llevar los platos a la mesa.
-Yo lo hice - le informa Sarah señalando los cubiertos y las servilletas de la mesa.
-Muy bien, cariño - la besa en el pelo -. Eso es estupendo.
Sarah se sienta ya a la mesa, impaciente por desayunar, y Tara saca el zumo de naranja de la nevera mientras yo llevo la sartén al fregadero, donde ya están esperando los demás utensilios que hemos usado. Después de comer tengo la intención de limpiarlos porque un buen cocinero lo deja todo tal cual lo encontró.
-Gracias - me susurra Tara antes de acercarnos a la mesa.
-No hay nada que agradecer. Tu hija es maravillosa.
-No tenías por qué hacer nada de esto.
-Novio las 24 horas del día - le recuerdo antes de robarle un pequeño beso que me sabe a poco. Ya me encargaré de recibir otro mejor más tarde, pero ahora mi estómago pide algo de comida. Y Sarah nos observa, mejor no confundirla con todo lo que está pasando.

ESTÁS LEYENDO
Tara (Saga SEAL 2)
AksiLas casualidades no existen. Eso es lo que Malachi Simmons ha creído siempre. Pero fue una casualidad la que puso a una mujer esquiva y desconfiada en su camino. Todo un desafío para el SEAL que lleva dentro. Tara no está pasando su mejor momento co...