Capítulo 25

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Los escombros nunca llegan a alcanzarme ni me golpeo contra el suelo como esperaba. La ingravidez que sentía al caer se ralentiza y acaba desapareciendo, dando paso a un ligero movimiento de vaivén que hace que mis ojos se abran para ver qué ocurre. Neve está de rodillas, observándome, con sudor en su frente arrugada y las manos cubriendo ambos lados de su sien, como si estuviese padeciendo un terrible dolor. Ese bamboleo que siento se debe a que le está costando mantener el edificio entero lejos de mi cuerpo, mientras me atrae hacia ella. 

-No... puedo... más - leo sus labios segundos antes de que el edificio entero caiga en un sonoro estruendo que hace que todo el suelo se estremezca. El mismo suelo que hace crujir todos mis huesos cuando caigo pesadamente sobre él. Me quedo sin respiración unos segundos, pero al menos sigo vivo. Los metros que Neve ha podido alejarme del almacén han sido suficientes para no morir sepultado por él en su derrumbe.

Me levanto tras un par de minutos intentando reunir las fuerzas suficientes y compruebo, aliviado, que ninguno de esos feos ruidos hayan sido un hueso roto. Tendré el cuerpo dolorido durante bastante tiempo, pero estoy de una pieza. Y todo gracias a Neve. Corro hacia ella al verla tendida en el suelo, inconsciente.

-Neve - la llamo -. Neve. 

Compruebo sus constantes vitales y suspiro aliviado al ver que solo se ha desmayado por el esfuerzo. Me acerco entonces a Tara, que sigue respirando con dificultad, pero lo hace. Está llena de hollín y tiene cortes por todo su cuerpo, ninguno de gravedad. Me preocupa más todo el aire envenenado que ha estado respirando antes de que la rescatásemos.

-Aguanta, cariño - le digo, acariciando su rostro con cuidado -. Pronto estarás bien.

Escucho a lo lejos el sonido de sirenas y me levanto para indicarles dónde estamos porque el humo que todavía sale del edificio nos oculta a la vista. Camino como los muertos vivientes y casi parezco uno. Todo lo que ha pasado en menos de una hora ha sido de locos y si Neve no hubiese estado conmigo, ninguno lo habría contado. La miro al pasar por su lado y veo cómo parpadea así que me paro para ayudarla. Los bomberos pueden esperar.

-¿Estás bien? - la incorporo lentamente y asiente.

-¿Tú estás bien? 

-Me salvaste la vida - le digo agradecido.

-Tú habrías hecho lo mismo.

-Creo que no habría podido - miro hacia el edificio en ruinas que todavía está ardiendo.

-Habrías hecho lo imposible. Con eso basta.

-Vamos - la levanto -. Los bomberos están llegando.

-¿Y una ambulancia? Tara necesita oxígeno.

-Espero que sí.

En cuanto termino de hablar, vemos a lo lejos un par de camiones con las sirenas encendidas y, tras ellos, como si la hubiésemos invocado, una ambulancia. Se hacen cargo de todo en cuestión de minutos y nos llevan al hospital mientras los bomberos apagan lo que queda del incendio.

Nos hacen algunas preguntas y respondo siempre yo, para que no haya incoherencias en nuestro relato. No deben saber del poder de Neve bajo ningún concepto. Se tragan lo de que llegamos a tiempo para sacarla entre ambos del edificio antes de que se derrumbase. Claro que a ellos les interesa más saber cuánto tiempo ha estado expuesta Tara al humo. Todavía no se ha despertado y eso les preocupa. Una vez en el hospital, Neve y yo terminamos rápido con nuestro examen y nos piden que esperemos en una sala contigua mientras siguen atendiendo a Tara. 

-¿Estarás bien si salgo un momento? - le pregunto a Neve en cuanto nos quedamos solos -. Necesito llamar a DK.

-Claro, yo me quedo por si saliesen a informar sobre Tara.

Tara (Saga SEAL 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora