Capítulo 19

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Esto es más duro de lo que esperaba, sin embargo me está ayudando a entender la diferencia entre un amor obsesivo y uno real. Conrad decía amarme, pero en realidad solo quería controlar mi vida, doblegar mi voluntad y convertirme en su juguete particular. Quería tenerme para él cuándo, dónde y cómo quisiera, sin importar lo que yo pensase o sintiese. En cambio Malachi, incluso en la distancia, está pendiente de mí, de mi bienestar. Quiere, por encima de todo, que yo esté cómoda y feliz. No hemos podido hablar mucho desde que está en Siria, pero en las pocas ocasiones en que lo logramos, me ha dejado claro que se preocupa por mí. 

Dios, debería ser yo quien me preocupase por él. Él es quien está arriesgando su vida día a día en un país que no es el suyo, en una guerra que no es la suya y por un pueblo que no es el suyo. Poco me importa que digan que nuestros militares están ahí para defender nuestra libertad. Son ellos los que están lejos de sus hogares, enfrentándose a enemigos a los que les importamos más bien poco. Y todo por culpa de unos jefes que están relajados en sus sillones de ejecutivos dando órdenes que pondrán en riesgo sus vidas sin que eso les quite el sueño.

Y yo no puedo pensar en que Malachi no vaya a regresar sin que mi corazón se oprima y tenga ganas de llorar de miedo y frustración. Cada día que pasamos separados, comprendo mejor que lo que siento por él es más que un capricho o el inicio de algo. Va más allá de eso y es más fuerte incluso que lo que sentí por Conrad. Odio compararlos, realmente lo hago, pero es inevitable. Y Malachi sale vencedor en todos los aspectos. Siempre.

-Tara Wade - respondo al teléfono sin levantar la mirada del manuscrito que estoy corrigiendo. Estoy en el trabajo así que será algún cliente.

-Buenos días. Mi nombre es Keaton Kippling, aunque todos me llaman DK. No sé si me recordarás. Nos conocimos en...

-Eres uno de los amigos de Malachi - lo interrumpo. Mi corazón comienza a latir con fuerza y la voz me falla cuando intento seguir hablando. Estoy entrando en pánico y me falta el aire. Si es él quien me llama, no puede significar nada bueno.

-Oh, mierda - lo escucho maldecir -. No te preocupes. Él está bien. Joder, no lo pensé bien antes de llamarte. No debí abordarte de este modo. Lo siento mucho. Maldita sea. Tranquila, ¿de acuerdo? Él está perfectamente. Puedes creerme.

-De acuerdo - a pesar de oírselo decir, mi corazón se niega a tranquilizarse. Y yo tampoco puedo.

-Imagino que no te ha llamado estos días.

-No. ¿Debería haberlo hecho? - tanteo, todavía sin creerme que esté bien. 

-Le dije que lo hiciese, pero creo que le preocupa pedirte más de lo que estás dispuesta a ofrecer por ahora.

-¿A qué te refieres? ¿Pedirme qué?

-¿Te habló de su padre? - sus cambios de tema me marean. 

-Estuvo ingresado hace poco, pero me dijo que ya estaba bien - cada vez entiendo menos y mis nervios no están dispuestos a abandonarme, lo que dificulta mi capacidad de razonamiento.

-Murió hace dos días. Siento ser tan rudo, pero no hay otra forma de decirlo.

-Dios Santo - cubro mi boca con la mano -. Malachi ha de estar destrozado.

-No quiso decirte nada porque temía que insistieses en acompañarlo al entierro por obligación - comienza a explicar -. Le dije que al menos merecías saber lo que estaba pasando para que pudieses decidir por ti misma, pero puede ser un hombre muy testarudo cuando cree que tiene razón que...

-¿Está en casa? - lo interrumpo, cuando comprendo las implicaciones de lo que me acaba de decir.

-Va a tomar un vuelo a casa de sus padres en un par de horas. 

Tara (Saga SEAL 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora