-Malachi - mi padre me abraza con fuerza y sonrío. Lo veo bien y eso me tranquiliza -. Ya era hora de que vinieses a ver a tus padres. Nos tienes olvidados.
-Eso no es cierto - protesto.
-He tenido que casi morirme para que vengas - continúa.
-Eso no lo digas ni en broma, papá.
-Vamos, hijo, ¿qué sería de nosotros si no podemos reírnos de las adversidades?
-No de ese tipo de adversidades - recalco. Pensar en que se pueda morir me angustia, mucho más sabiendo que pronto estaré en la otra punta del mundo.
-Esas son precisamente de las que más debemos reírnos - me hace pasar al interior de la casa -. Anda, entra. Tu hermano ha venido hoy a comer con nosotros. Se llevarán una grata sorpresa cuando te vean.
-Él ya sabía que venía.
-Así que soy el último mono en esta feria.
-Siempre lo has sido, papá - dice Aaron en cuanto nos ve -. Hermanito.
-Deja de llamarme así - lo abrazo -. Ya no soy tan niño.
-Para mí siempre serás ese niño fastidioso que me seguía a todas partes. Incluso al maldito ejército.
Aaron perteneció a la armada y estuvo en activo durante más de seis años, hasta que una bomba lanzó por los aires el humvee en el que viajaba y perdió una pierna a consecuencia de ello. Se retiró con honores por salvar la vida a varios de sus compañeros a pesar de sus heridas. Fue en el hospital donde conoció a Theresa, su esposa. Según él, la única heroína en aquella historia, la mujer que lo salvó a él. Ahora tiene un par de gimnasios en la ciudad y le va muy bien con ellos.
-Me robaste la idea. Yo quería ir mucho antes de que tú lo decidieses - sonrío hacia mis sobrinos, que se acercan corriendo a mí -. Pero quien viene ahí. No puede ser, estáis enormes. ¿Qué os dan de comer?
Los alzo a ambos en brazos y ellos rodean mi cuello riendo. Alina tiene un año más que su hermano, pero Sebastian la supera por varios centímetros, así que la gente suele pensar que él es el mayor de los dos. Ambos tienen los ojos negros de su madre y el cabello oscuro de su padre. Y el mío. Nosotros lo heredamos de nuestra madre, la cual acaba de salir al pasillo al escuchar nuestras voces.
-Malachi - se acerca limpiando sus manos en el delantal y esgrimiendo una amplia sonrisa.
-Mamá - dejo a mis sobrinos en el suelo y me fundo en un abrazo con ella. No sabía cuánto la extrañaba hasta ahora que escucho sus palabras de amor en mi oído.
-Ya me parecía extraño que tu hermano quisiese venir a comer con nosotros un día entre semana - dice después de soltarme -. Nuestros nietos tienen tantas actividades que nadie descansa en su casa. Y mucho menos tienen tiempo para los abuelos.
-Hoy es un día especial - dice Theresa acercándose también -. Bienvenido, Malachi. Me da mucho gusto verte.
-El gusto es mío - la beso en la mejilla -. Cada día estás más guapa.
-Quita tus zarpas de mi mujer - mi hermano tira de ella y la rodea con un brazo -. Búscate una para ti.
Por un momento quiero decirle que ya lo he hecho, pero me contengo. Que Tara haya dicho que me esperará no quiere decir que ya esté preparada para que mi familia sepa de ella. Yo quisiera gritarlo bien alto, pero entiendo que ella necesite tiempo para adaptarse. Así que por el momento seguiré siendo el único soltero en mi familia.
-Algún día se cansará de ti y será mi momento para conquistarla - continúo la broma.
-Vamos - mi madre se hace cargo de la situación -, todos al comedor o se enfriará la comida.
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Tara (Saga SEAL 2)
ActionLas casualidades no existen. Eso es lo que Malachi Simmons ha creído siempre. Pero fue una casualidad la que puso a una mujer esquiva y desconfiada en su camino. Todo un desafío para el SEAL que lleva dentro. Tara no está pasando su mejor momento co...