Capítulo 7

9K 1.3K 144
                                    

A nadie le gusta madrugar un sábado cuando está de permiso, salvo que sea para una partida de Paintball con sus compañeros. Eso lo compensa todo. Y aunque la mayoría estamos más bien silenciosos y relajados tomando el primer, o tal vez el segundo café del día, Fisher no deja de revolotear a nuestro alrededor hablando sin parar. Así es él, pura energía desde que se levanta hasta que se acuesta. Solo mientras duerme se está quieto. Y lo sé porque hemos pasado días e incluso semanas juntos, conviviendo codo con codo y durmiendo en cualquier lugar, a cualquier hora y bajo cualquier circunstancia.

Yo por mi parte, aunque aparento tranquilidad, esta mañana estoy especialmente nervioso por la apuesta que hemos hecho. Me temo que la voy a perder. A pesar de que se ve una mujer seria con su trabajo, puede que no lo sea tanto fuera de él. Y Fisher sabe cómo buscarle las cosquillas a cualquiera. Puede que el día en que la conocimos, Harper hubiese sido inmune a sus gracias, pero no podrá serlo por mucho más tiempo si compartimos toda una mañana. Especialmente si Fisher se propone hacerla reír a toda costa solo para ganarme.

-¿Listo para lo que se nos viene encima, Angel? - me dice, sentándose a mi lado. Es su manera de recordarme que va a ir a por todas.

-Listo para darte la paliza de tu vida al Paintball, Suicida - lo reto, con la esperanza de que su lado competitivo pese más que las ganas de vencer en la apuesta.

-Pero si tú vas a estar en mi equipo - dice.

-Ah, no. De eso nada - me niego a perder mi única baza contra él -. Yo estaré en cualquier otro equipo que vaya contra el tuyo.

-¿Qué? Ni de coña.

-Ya sabes que lo nuestro es enfrentarnos siempre. No pienso ir en tu equipo.

-Así que gracia tiene - se queja.

-¿Gracia? - lo miro con cara de pocos amigos -. La última vez que fuimos en el mismo equipo me atacaste por la espalda, Fisher. Eliminaste a tu propio compañero.

-Ya habíamos ganado. No te sulfures tanto, Angel - ríe, pero lo deja estar y se levanta para intentar reclutar a los mejores para su equipo antes de que llegue el resto.

Mientras esperamos, recibo un mensaje de Tara y lo miro al segundo. Sé que me estoy obsesionando con ella porque no puedo levantarme sin enviarle los buenos días ni irme a dormir sin desearle dulces sueños. Yo nunca fui detallista ni tierno con las mujeres con las que estuve, aunque Fisher tiene la certeza de que sí lo soy. En mis 26 años he tenido tres novias y todas ellas me abandonaron porque pasaba días enteros sin ponerme en contacto con ellas cuando regresaba de alguna misión. Y cuando estaba fuera era mucho peor. Con la escusa de que nos restringen la comunicación, les enviaba algún correo muy de vez en cuando, solo para que supiesen que seguía vivo. Nunca antes me preocupé por esos detalles y sin embargo con Tara no puedo evitar escribirle a todas horas. Quiero creer que es porque me preocupo por ella y por su hija, sobre todo después de lo que sucedió con su ex, pero ya no estoy seguro de nada.

Que Fisher quiera hacerme ir a verla si pierdo la apuesta me asusta y me atrae en igual medida. No negaré que estoy deseando conocerla en persona, pero no quiero que piense que no respeto su privacidad o que la estoy presionando. Cada vez que hablamos noto que todavía no confía en mí aunque ya sea menos evasiva en algunos temas, así que no puedo presentarme en su casa sin más. Perderé todo lo que hemos avanzado hasta el momento y se cerrará en banda para siempre.

T: Buenos días.

T: Es sábado. ¿No deberías aprovecharlo para dormir hasta tarde?

M: Lo mismo podría decirte yo. No te habré despertado con mi saludo, ¿verdad?

Tara (Saga SEAL 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora