19. Eres mía

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Me despierto cansada. Se supone que al dormir descansas, pero me siento agotada; los pensamientos de la noche anterior invaden mi cabeza. Sin poder evitarlo sonrío.

No sé qué hora es pues no sé dónde está mi teléfono, aquí no hay un reloj y no hay ventanas para saber si es de día o de noche.

Miro a mi izquierda y está un Carlos profundamente dormido con su torso desnudo y tapado Solá de la cintura para abajo. Me muerdo el labio inferior. Trato de levantarme pero los brazos de Carlos no me dejan.

-Carlos, me vas a asfixiar -me muevo un poco pero me apega más a él-

-No te vallas -me dice con su voz ronca tan sexy que tiene-

-No me iré, simplemente quiero estirarme -me suelta un poquito y cuando iba a salir me vuelve a apegar a él-

-Pero vuelve...

Me vuelve a soltar y salgo de la cama, me envuelvo en una de esas batas que ponen en los hoteles. subo las escaleras para dirigirme a la cocina; al llegar comienzo a hacer pancakes.

Siento como unos brazos envuelven mi cintura. Me voltean y me suben a la encimera. Enrollo mis piernas en su cintura.

-Buenos días hermosa -me dice Carlos con una sonrisa y le respondo con un beso corto- tus labios se están volviendo una adición para mi.

-Eso es bueno -suelto una leve risa. Muerdo mi labio inferior- verte así me vuelve loca.

-Tendrás que controlarte... -me dice con una sonrisa de lado rozando nuestros labios-

-Solo si tú haces lo mismo -le digo levantando una ceja-

-No te prometo nada -me besa- es imposible controlarme cuando, todo te queda bien y te ves jodidamente sexy con todo. Hasta sonriendo -me vuelve a besar y muerdo su labio inferior-

Me bajo de la encimera y comienzo a caminar; miro sobre mi hombro y me esta mirando de arriba a abajo.

Carlos sigue haciendo el desayuno mientras yo me voy a bañar. Me doy una ducha rápida y me pongo la ropa que había traído. Vuelvo y me siento en un pequeño comedor qué hay en la cocina.

-Señorita -dice Carlos pasándome un plato con cinco pancakes y un vaso con jugo de fresa-

-Gracias.

Carlos se sienta en la otra silla y comenzamos a comer. Estábamos en silencio pero no aguante más y rompí el silencio.

-De casualidad, ¿Sabes donde está mi teléfono? -Le pregunto y él se encoge de hombros-

-No lo sé, ¿no está en tu mochila?

-No sé dónde está mi mochila...

-Creo que la dejaste abajo -Me dice y se muerde el labio inferior-

-La iré a buscar y luego me iré -le digo y abre los ojos como platos-

-¿Qué? Pero, ¿Por qué? No te puedes ir...

-Tengo que ver a mi madre, no quiero que se preocupe -Carlos asiente, me levanto de la mesa para ir allá abajo-

Amor Bipolar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora