13.

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❝Hey, nena

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❝Hey, nena.

¿Eres una pequeña niña sucia no es así? Escribiendo eso para mí y poniéndome tan mal. Estoy duro al imaginarte húmeda para mí y quiero verte para comprobarlo.

Dime ahora, ¿Qué harás al respecto, cariño?❞.

Emilie jadeó cuando lo leyó. Joder, él en serio le había escrito. A ella y estaba confirmándole lo que tanto deseaba y lo que había esperado, pero no creía capaz que pasara.

Sus pezones se pusieron duros contra su pequeño sostén de encaje, oh mierda, ella estaba excitada y podía sentirlo en sus bragas. Podía sentirlas húmedas contra ella. Él en verdad tenía un duro efecto en ella. Tan duro que provocaba aquello en su cuerpo. Y los vellos erizados en su piel terminaban de confirmarlo totalmente.

Ella mordió su labio inferior al volver a leer la última pequeña parte y su pregunta: "¿Qué harás al respecto, cariño?", ella tenía tantas opciones en mente y todas la hacían poner sensible en lugares que deseaba que él complaciera.

Su día acababa de comenzar siendo el mejor con aquello. Él le había dejado aquella nota, descansando en la ranura de su locker, esperando por ella. Y cuando vio el pequeño papel sobresaliendo, por un momento creyó que estaba alucinando. No podía ser jodidamente verdad de que él estuviera respondiendo a sus cartas. No podía estar prestandose a jugar con ella también... Pero acababa de hacerlo.

La perezosa sonrisa que descansaba en sus regordetes labios era un indicativo de que ella estaba complacida. Él quería jugar y ella estaba tan dispuesta a complacerlo que la anticipación la hacía poner más húmeda, y hacía poner a sus pezones más tensos. Ella al menos tenía que agradecer que se encontraba sola y que el pasillo estaba vacío.

Era la hora de salida y ya todos habían salido, a sus casas o algunos a ver al equipo de fútbol practicar. A Justin en realidad. Pensar en él de nuevo la hizo gemir despacio y recostarse contra los lockers, su cabeza apoyada en el de él.

Apenas lo había visto ese día. Él estaba riendo junto a un grupo de porristas, su grupo de amigos rodéandolo también. Ella había mordido el interior de su mejilla cuando lo vio reír con una de las chicas. Tranquilo, sonriéndole a la pequeña chica que lo miraba con brillantes ojos. Emilie no era celosa, pero verlo de aquella forma no evitaba que un toque de celos la recorriera. Aunque ella entendía a la chica, ella sin verse podía estar segura de que cuando veía a Justin, lo miraba de la misma forma. Era inevitable no hacerlo.

Justin Bieber era atractivo. Duro en los lugares correctos y tan interesante que verlo la hacía sentir extasiada. Él era increíble, y tan sexy que se había encaprichado con él. Verlo jugar era uno de sus pasatiempos favoritos, y pasar desapercibida para él era gracioso como el infierno. Y lo gracioso de todo aquello era que se había convertido en la ayuda perfecta para que ella tuviera libertad de enviarle aquellas notas. Él no sospecharía y a ella le excitaba.

Ella quería "comprobar" lo que él le haría si descubría lo húmeda que en ese momento se encontraba. Quería saberlo, sentirlo, verlo hacer lo que deseara con ella, verlo jugar. Después de todo, ella había iniciado el juego y él estaba dispuesto a unicersele.

Mordió su labio inferior deteniendo el gemido que estaba a punto de salir y escondió las manos dentro de los bolsillos delanteros de sus vaqueros, deslizando la pequeña nota de él. Tratando de asegurarla.

Su cabeza cayó hacía atrás y sintió el suave golpe contra su cabeza por los casilleros, pero poco le importó. Ella estaba hecha un desastre al pensar en él y al pensar en que no podía verlo en ese momento o correría y le diría todo. No podía ir a verlo jugar. Suspiró en derrota al entender que así debía ser.

Emilie alcanzó la nota que había garabateado, escondida en su otro bolsillo. Rompiéndola de inmediato, pues ésta había sido escrita antes de que ella encontrara la que Justin le había dejado.

Alcanzó la pluma que la mayoría del tiempo se encargaba de sostener su rebelde cabello, dejando caer las hebras alrededor de ella, y abrió su mochila, tomando el primer cuaderno que sintió con sus dedos, abriéndolo. Lamió sus labios y una lenta sonrisa apareció cuando no vaciló en responderle:

❝Hey, Bieber.

Estoy húmeda ahora al leerte, ¿Sabes lo que hace que me respondieras? Estoy contra tu jodido casillero hecha un lío, mis pezones duelen y estoy mojando mis bragas.

Respondiendo a tu pregunta sobre que haré al respecto, puedo decirte que por ahora jugar conmigo misma será suficiente, ¿Pero luego? No lo creo.

¿Quieres solucionarlo, bebé? Estaré dispuesta a jugar si tú lo estás❞.

¿Quieres solucionarlo, bebé? Estaré dispuesta a jugar si tú lo estás❞

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Hey, BieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora