¿Qué decir primero?

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Había pasado algún determinado tiempo, considerable para mí. Casi dos meses, donde Paul se encontraba en México, viviendo conmigo, y con mi tía, claro.

Habían algunas noches dónde él no podía conciliar el sueño con facilidad. Se quedaba despierto, a lado mío. Leyendo algún libro de mi biblioteca. Que eran biografías de los beatles. Un día cuando logré despertar en la mañana, el se encontraba a lado dormido, con un libro de la biografía de John Lennon, y otro, de su propia biografía. Casi cayendo de entre sus manos, unas hojas sacadas de mi laptop de su propia biografía.

Yo me tenía que ir a veces al colegio, al fin iba a conseguir mi carrera como médico. Y no quería perder la oportunidad.

A veces, cuando me quedaba dormida en mi escritorio estudiando hasta las tres de la mañana, él me llegaba a cargar entre sus brazos y a dejarme en la cama, pocas veces, me cambiaba de ropa si todavía tenía el uniforme blanco.

Organizaba mis cosas, incluso ya sabía perfectamente las materias que me llegaran a tocar el día siguiente, colocando en mi mochila los cuadernos de las materias correspondientes. Él sabía que trabajaba muy duro en mis estudios, y que mi carrera era demasiado difícil. Así que de vez en cuando, él completaba los apuntes que me llegaran a faltar. Revisaba mis trabajos, incluso me llegaba a regañar por mi letra que no se entendía ni por error, y por el mal comportamiento que a veces tenía en el salón de clases.

Yo le enseñaba sobre la gastronomía de México. Y él me enseñaba sobre la historia de Inglaterra. Un buen punto para Historia.

Mi tía se había enterado un poco tarde de nuestra relación, hasta que nos descubrió  bañandonos juntos, entre risas y jabón. Su reacción no fue tan buena como se esperaba, aunque de a poco, fue aceptando con resentimiento.

Claro, hay que tener en cuenta que enterarse de que tú hija prácticamente raptó a un ídol he importante personaje en la historia de la música, que viva en tu casa y que además le haya quitado la virginidad a tú hija. Es de tan falta de crebilidad.

Llegaba el baile que todo colegio llega a hacer en un momento dado. Un clásico en historias universitarias de la rubia pasiva y su galán de 1.80; sin embargo, aquí su servilleta se había olvidado de aquel suceso. Aparte de que, empezaba a subir de peso por el “Pequeño pestañas de oro” que crecía en mi interior. Y que por cierto, Paul todavía no se había enterado. Mi gordura no se aceptaría para un vestido. Total.

En ese día. Era todavía.. De día. Lol. ¡Era de la mañana, jolín!

Me encontraba en la cocina, cocinando. (? - Ha no me digas, pensé que estabas cagando en la cocina. — Paul todavía no se había despertado. Y tenía una idea en mi mente sobre decirle sobre este engendro de él. Ay, no lo sé rick.

— Milagro que te pones a cocinar, querida. — Me asustó, mi tía. Tranquilos, todavía el pestañas de oro no se ha despertado.

Me besó la frente, y conectó la cafetera. — Voy a recoger tu vestido de la tienda, ¿Quieres acompañarme?

— ¿Pediste un vestido? — Rodé los ojos.

— Pero claro que sí. - Sonrió. — Quiero tomarte una foto junto a Paul esa noche, se verían bellos juntos los dos. — En ese momento casi me corto el maldito dedo cortando la cebolla. Pensando el impacto de las personas de mi alrededor por la reacción que tendrían de.. Él.

— Mamá Rosa.. — Me volteé para estar frente a ella, recargando mis manos sobre la encimera. — ¿Te imaginas lo que pasaría si mis compañeros se enteraran de él?

— Hay, querida.. — Soltó una risa. — Tienen que llevar antifaces, aquí tienes la tuya, y la de él. — Me dio dos dichosas mascaras, digo, antifaces. Esas cosas. La mía era roja con piedras falsas, y la de él, era negra con diamantina pegada del mismo color.

 Una Joven Fanática © »Paul McCartney « [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora