Había pasado demasiado tiempo —ni tanto, una hora ya casi— que mi tía no regresaba. Paul acariciaba mi cabello y yo procuraba de dormir, algo que era imposible, por un momento cerré los ojos, hasta caer en sueño.
Después me dieron unas increíbles náuseas. Me Levante de lo más normal, para no hacerlo preocupar. — Voy al baño, ¿Esperas aquí?
— Te acompaño. — En cuanto me Levanté se me habían quitado, sin embargo quería ir para comprar unos juguetes de la tienda que se encontraba justo a lado.
Miré a los lados. — Mejor espera aquí, por favor. — Dicho así arreglé mi camiseta y fui entre la gente al baño. Me Miré al espejo después de tanto tiempo, mi apariencia había cambiado demasiado. El cabello largo comenzaba a fastidiarme, lo tomé colocándome una dona en el cabello, dejando respirar mi cuello. Dejé caer un poco de mi copete a un lado, sin embargo todavía no seguía satisfecha.
Una señora de avanzada edad junto con una más joven habían entrado al mismo tiempo, platicando como típicas vecinas en el chisme. En cuanto me vieron, se quedaron un momento heladas. — ¿Quién es usted? — Me preguntaron; una de ellas salio del mismo baño con un celular a la mano.
Vi un poco de indignación en su mirada. — Disculpe. — Una señorita de aparentemente traje, formal y labios rojos había evitado que hablara, habia salido de uno de los baños individuales con su bolso negro. — Es mi paciente, es sordomuda, perdonar las molestias. — Así pues se habían retirado con la boca torcida. Miré con confusión a la dicha señorita, la cual vigiló que ya no entrara nadie, ni que nadie más que nosotras estuviera dentro.
—Mi nombre es Micaela. — Afirmó firme. — Esto se debe de manejar con suma discreción. — Sacó una etiqueta blanca, colocándomela en la muñeca izquierda. — Tiene que guardar la calma, su nombre será sustituido y cambiaremos su apariencia, ¿Lleva consigo al delito en este sitio?
— ¿Al delito?
— Por favor, solamente quiero ayudarle a no llevar esto a legales. Sabemos perfectamente el experimento del viaje del tiempo Número 314 Holandá. Solamente confíe en mí y todo saldrá a la perfección. Tengo que darle muchas explicaciones para aclarar dudas al respecto del delito. — Sacó de su bolso una llave, tomó mi brazo saliendo del lugar. Nos dirigimos a una esquina de la estación, donde al empujar una pueda de madera extra grande, daba a una salida externa. Seguía tomandome del brazo, varias personas se encontraban vestidas de negro, y hasta el fondo, una camioneta del mismo color. Tenía miedo, demasiado miedo.
— ¡Espere! — Me solté, muy alterada. Comencé a temblar y a precipitar las cosas. — ¿A qué se debe esto?
Un doctor distinguido, de bata blanca e increíblemente alto, se había acercado a nosotras. — Tranquila. — indicó con la palma de su mano a los demás, que no se acercaran. — Mira, solamente hablaremos contigo y te explicaremos lo que sucede.
Poseía un acento totalmente venezolano. — Pues díganlo aquí. No veo necesario entrar... Ahí. ¡Además, debo de hacer un viaje en unos cuántos minutos!
— Esto se podría evitar. No debe de salir del estado. Se encuentra monitoreada con sus prendas y su forma de actuar. Necesitamos hacerla cambiar.
— A ver a ver, ni se les ocurra voltearme la tortilla, ni verme cara de pendeja. Al chile ya díganme a qué se debe esto y ya todos felices. — Me crucé de brazos. Algunos intercambiaron miradas entre sí.
Un doctor sacó una jeringuilla con una aguja demasiado diminuta y un líquido aparentemente rojizo, dirigiendolo justo en mi mano, donde se encontraba la pulsera blanca que me habían colocado. La habían encajado con tal intensidad que sentí como si hubieran clavado hasta el hueso, tomé acción volteandole su mano y pateandole lejos, justo en su diafragma. Dos de ellos trataron de acercarse, pero antes de mes di unos codazos lo suficientemente fuertes como para romperles las narices, sin embargo de a poco comenzaba a perder el control de mis extremidades. —¡¿Qué fue lo que me metieron, a la verga!? — Mi respiración comenzó a acelerarse, y un dolor intenso en mi cabeza, justo el lado derecho, no soporté y caí al suelo con las manos apoyadas al mismo, de rodillas. Una lágrima cayó de mi ojo izquierdo. Estaba muy asustada.
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Una Joven Fanática © »Paul McCartney « [EDITANDO]
Genç KurguLeyenda: Esta Historia contiene referencias a mi querido país, México, ya que la protagonista es Mexicana, si no entiendes con facilidad algunos conceptos como nombres de canciones o dulces típicos, puedes preguntarme libremente en los comentarios...