II

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–¡Aléjate!– Gritó la de ojos acristalados, se negaba a morir sin luchar, era cobarde pero podía defenderse sin dudarlo.

Esquivó uno de los puños explosivos del chico dragón, uno tras otro, hasta que se vio acorralada entre árboles y él, solo le quedaba usar su primer quirck. Con fuerza y decisión pisoteó el suelo creando una barrera delante de ella.

–¿Hielo?– Se preguntaba entre susurros el chico.– No, no está frío. Cristal...– Y uno bastante resistente. No conseguía agrietarlo, mucho menos romperlo.

–B-basta, por favor. Solo ayúdame a volver al pueblo, después no volveré a molestar.– No lloraba de puro milagro, no le faltaban ganas para llorar del miedo, pero no quería mostrase más débil de lo que era.

–¿Qué gano yo?– Preguntó con su típico tono borde y autoritario.
Bien, cierto era que tampoco se atrevía a matar a la chica, no le parecía necesario.

–¿El placer de mi compañía?– Preguntó la chica con una sonrisa nerviosa haciendo desaparecer el cristal y acercándose al chico. Éste soltó un bufido y sonrió con superioridad.

–¿Cuál es tu edad?– La agarró de la barbilla haciendo que lo mirara a los ojos. Eran tan claros que le resultaban fáciles de leer, solo con observarlos podía ver dos cosas en el iris, su reflejo nítido y miedo, pero con observar la forma en la que estaban corvados los ojos podía ver decisión.–¿Hah?– Eran tan atrayentes que el chico pensaba que le seducían, no podía separar la mirada de ellos.

–13...– Respondió la chica mordiéndose el labio, sería mejor no soltar estupideces. Pero aún así se atrevió a preguntar.– ¿Y tú? – El dragón sonrió divertido. No tenía mucha idea del territorio de "Estúpidos" pero si sabía que se trataban de usted y con respeto, cosa que la albina no usaba. Pero le daba igual, prefería así.

–14–Se sorprendió al ver que sólo tenía un año más que ella, por su manera de actuar pensaba que tenía más. El agarre de la barbilla desapareció, sin embargo se sustituyó por uno en la muñeca.– Te llevaré a la frontera, idiota.– La chica sonrió nerviosa y asintió.

Se dio cuenta de lo perdida que estaba al ver que pasaron dos horas y aún no habían llegado. ¿Qué tan lejos estaba?
Después de un rato el chico se paró.

–¿Hemos llegado a la frontera?– La de ojos de cristal miró a cada lado, ni puta idea de dónde estaban. Perfecto.

–Aquí te quedas.– Soltó su muñeca y se giró con intención de irse por donde vino. Empezó a caminar echando maldiciones al aire. La albina escuchó que la mayoría eran dirigidas a lo pesada que era.

–ESPERA.– Exclamó corriendo hacia el chico.

–¿Y ahora qué, fea?– Se volteó con su cara de malhumorado en periodo.

–Eh... Yo...– Jugueteaba con sus dedos, nerviosa. No sabía como decirle que le ayudara a bajar.

–¿Qué tan mala orientación puedes tener, estúpida?– Esto era más divertido que molesto para el chico.- Solo anda recto hasta abajo.

–No se puede andar recto en un bosque... Al menos yo no.– Pasó de juguetear con sus dedo a rascarse la mejilla.

–-Eres una molestia muy torpe.– Comentó molesto. La chica bajó la mirada y suspiró, dio la vuelta y empezó a caminar.– Por allí no es.– Cruzado de brazos bufó. No le gustaba la idea de pasar la frontera, para algo estaban, pero por una vez tendría que hacer una excepción.– Vamos, perra de mierda.–Juraba que si no soltara tantas palabrotas podría llegar a ser agradable.

Juntos caminaron en silencio, incómodo, a través de los árboles, matorrales, etc, etc. A lo lejos ya se podía ver el pueblo, por lo que el chico la acompañó un poco más y se fue, sin despedirse ni nada.

Para milagro de la chica supo como llegar al pueblo sola. Aunque juraría que las casas se habían movido... Ya se había vuelto a perder, sí, en su propio pueblo. Ya estaba todo oscuro, había pasado la tarde en el bosque perdida con ese chico. Ahora no había nadie por las calles.

–¿Por qué a mi?– Tenía que encontrar rápido su hogar, el pueblo de noche podía ser casi tan peligroso como el bosque.

Para sus suerte reconoció la casa de un amigo suyo. No era un noble, un simple pueblerino de hecho, pero él le ayudaría.

–Izuku.– Lloriqueó mientras aporreaba la puerta de la casa. La madre del peliverde abrió la puerta, sorprendiéndose al instante al ver a la chica, obviamente ya la conocía. Era la hija de los nobles más importantes del pueblo y la mejor amiga de su hijo. La invitó a pasar y seguido llamó a su hijo.

–Seiza ¿Qué pasó?– Le preguntó el pecoso. Él ya conocía la orientación de la chica, por lo que no le extrañaba verla perdida, lo raro era las horas a las que estaba perdida.–¿No es un poco tarde para perderse?– La chica le explicó que su familia y ella habían ido a hacer un picnic a la montaña y que llevaba toda la tarde perdida en el bosque. Ocultó la existencia del chico dragón.– Dios.– la abrazó. Realmente eran como hermanos.–¿Has cenado?– A la chica se le iluminaron los ojos, amaba la comida de la madre de Izuku, no era tan lujosa como la de su casa, pero sabía mucho mejor que la que hacían las mukamas.–Veo que no, voy a ver si sobró algo de la cena.–  Le sonrió y se fue. La chica se quedó pensando en lo que había pasado el día de hoy, demasiadas cosas a decir verdad.

–Izuku ¿Qué hora es?– Preguntó la chica acercándose a él. Le contestaron que era medianoche, era realmente tarde.

–Deberías quedarte esta noche, mañana te acompaña Izuku a casa.– La madre era tan amable que hasta daba diabetes, era gordita y le recordaba a un muñeco relleno de felpa.

Tal y como dijo la madre del pecoso, la albina pasó allí la noche y a la mañana siguiente el chico la acompañó, en dónde fue recibida con preocupación. Ahora se encontraba en su habitación mirando por la ventana, pensativa, no dejaba de preguntarse cosas sobre el chico dragón.

Dragon Heart |Katsuki Bakugou|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora