XVII

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"¿Cómo decirte que siempre voy a estar para ti, tonta?"

– Nee, Katsu...– El rubio saltó sobre si mismo al escuchar su nombre en forma de diminutivo. ¿Qué acaso lo querías matar?

– ¡N-ni te atrevas a moverte, perra!– ¡Qué ni se le ocurra! ¡No cuando estaba más rojo que la propia sangre!

La contraria rió levemente mientras se acomodaba entre los brazos del chico, simplemente amaba a su amigo, también los momentos dulces que compartían. ¡Y AÚN MÁS SABER QUE ESTABA TAN ROJO COMO EL PELO DE EIJIRO! Se le notaba hasta en sus hombros el rubor.

–Gracias por todo.–  Se acostó más en sus brazos, sintiendo como sus lágrimas dejaban de recorrer sus mejillas. Aún sentía el rastro de su sollozo, pero, también sentía el tacto que habían dejado Katsuki en su espalda.

Ojalá tener siempre presente esa sensación de cariño.

Así pasó un rato, hasta que, con cuidado la albina se separó del rubio, con una radiante sonrisa, ignorando el hecho de que hace poco estaba llorando como una niña asustada.

–¡Llegué hasta aquí sin perderme!-El de ojos rubí sonrió ladinamente, siguiendo su juego.

– Seguro. Pero claramente es bastante obvio que sabías donde vivía desde hace tiempo. JA, Estabas tan asustada que viniste corriendo hacia mí. – La chica hizo un mohín, contenido sus ganas de cortarle la salchicha por la mitad y patearle sus huevos.– O ya estabas perdida desde un principio. Hay que estar desorientada para llegar hasta aquí. – Ah, se estaba ganando un boleto para despedirse de las joyas de la familia.

–¿Tú realmente quieres que te corte ese intento de pene, verdad, estúpido?

– ¡Ya tardaba alguien en decírselo!– Ambos jóvenes movieron de forma robótica sus cabezas hasta dar a la puerta, donde había una Katsuki con tetas, y vaya tetas.

–¿Tenías una hermana y no me dijiste? ¿Una gemela?

Y ahí se encontraban ambos ahora, Seiza con una taza de té vacía entre sus manos, aún sintiendo el rastro de calor que habían dejado el liquido que, anteriormente había adentro. A su lado estaba su querido amiguito rubio. Éste, al contrario se encontraba farfullando mientras miraba su taza aun llena encima de la mesa.

Y al frente, dominando la escena, Mitsuki. Ella simplemente se encontraba observando la escena, confusa.

¿Cómo coño había hecho su hijo para traer a una chica a casa? Y que le aguantase. Tenía bastante asumido que su hijo era popular entre las chicas de la aldea, quizás hasta demasiado. Pero era lógico dentro de lo que cabía: Él era joven y fuerte, había heredado la belleza de su madre - que, a su propio parecer, no era poca – y para colmo, lejos de lo que cualquiera diría, tenía algo más que nitroglicerina en el cerebro. Vamos, que tonto no era.

Si es que, todo lo bueno lo heredó de su madre.

La rubia mayor sonrió con arrogancia ante sus propios pensamientos, asintiendo en silencio bastante conforme con ella misma. Después, puso su vista al frente para darse cuenta que la albina se había quedado sin té.

–Iré a traerte más té. – Sonrió la mayor levantándose de su sitio sin dejar hablar a la pecosa, la cual estaba llorando por dentro. Antes su amigo tuvo su momento amable del año y se bebió la taza por ella. Claramente, no lo iba a volver a hacer.

–N-no hace falta... Ya estoy bien. Gracias por dejarme estar en su casa.– La mayor se le quedó mirando. Esos modales no eran para nada típicos de la aldea.

–¿Hm? ¿Eres del territorio de estúpidos?- Su cara se desencajó totalmente y rápidamente miró a su hijo.– ¿¡No me digas que la secuestraste, tarado?!– Y como si fuera poco el grito, le agregó un golpe que le estampó la cabeza contra la mesa.

Ah, son idénticos, en todos los sentidos...

–¡VIEJA DE MIERDA! ¿ACASO ESTÁS LOCA?

–EL LOCO AQUÍ ERES TÚ.–  Contestó la mayor sin dejarse intimidar por su hijo. Lo tenía claro. ¡El demonio era más demonio por viejo que por demonio!–¡Y TÚ A MÍ NO ME GRITAS! – Y el gritó seguramente rompió hasta los cristales de la casa de la pecosa.

Y ella pensando que no habían nadie más histérico que su amigo ¡Qué ilusa había sido!

Claramente, de familia tenía que venir la histeria. Cómo no.

–¿Seiza, verdad? – Y antes de darse cuenta, su amigo estaba noqueado en el suelo, genial.– ¿Cómo conociste a este... Salvaje? – Lo dijo la persona que lo dejo en el suelo de un golpe. La albina sonrió tranquilamente, con una expresión de total paz y dulzura que hasta hizo dar un vuelco al corazón de la mayor.

¿Cómo alguien puede mirar a mi hijo con tanto amor?

–Le golpee con una sartén y le deje inconsciente.

Esa es mi futura nuera.


Holi ;v

Corto pero menos da una piedra.

La verdad tengo un problema grave con este fic y se adonde quiero llegar, por donde quiero pasar(? Pero ni idea de como hacer para enlazar todo bien.

La idea aqui es que Seiza conozca a la madre de Katsuki, luego que de ambiente un poco en la aldea (en el próximo cap).

Sease, que preparen sus culos para conocer a la zorra de la historia.

Hasta el año que viene(?

Dragon Heart |Katsuki Bakugou|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora