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–Sin duda, el mejor cumpleaños de la historia.– Afirma la albina sonriente mientras recoge el mantel. Ya todos se habían ido, a excepción de ella y Katsuki.

–Te conformas con poco.– El rubio divisaba el ya oscuro cielo, pensativo.

–¿Tú crees? Me gusta más esto que una fiesta con mil y un hipócritas, una tarta que al final no se la come ni cristo y música aburrida. Créeme, mejor estar aquí apostando con hojas y recibiendo pellizcos de cangrejos extraviados.– La chica sonríe con la manta entre sus brazos.

–Ese tonto al final se fue con el cangrejo en la nariz.

–No se lo pudo sacar. Pobre.– Observó al rubio sacar una sonrisa socarrona, como a ella le encantaba.– ¿Me acompañas a casa?

– No.– Se echó a los pies del árbol de siempre, con lo brazos detrás de su nuca.

–Si te ibas a echar podría haber puesto la manta.

–No seas tan pija. Has estado dos años sentándote aquí sin ninguna mierda, y ahora me vienes con mierdas de mantas.

–Touché.– Se sentó a su lado, abrazando sus piernas contra su pecho.– Dos años ya ¿eh?

– Parece que fue ayer cuando me zurraste con esa puta sartén de cristal.– La miró divertido.

– A la próxima será con un martillo gigante, lo juro.– Se apegó más al rubio en busca de calor, ya era de noche y hacía frío. Mucho frío.

–Quítate.– Se apartó de ella, pero ésta se volvió a acercar al rubio.

– Estate quieto, hombre. Que hace frío.

–Maldita malcriada.

–Cállate histérico.– Se apegó más a él, dejando caer su cabeza en su hombro.– Deja de crecer, eres demasiado alto.

–Tú eres una maldita enana, no confundas, enana.

–¿A quién le llamas enana? Lo que pasa es que le has vendido tu alma al primer pendejo de la esquina y has crecido como planta.

–Hago la fotosíntesis y todo.

–Lo sabía. Fijo que mañana te veo con un rosal saliendo de la napia.

– Del culo si quieres.– La chica calló al notar que el rubio le había dejado algo en las piernas, algo redondo y calentito, de color negro con algunas rayas azules.

–¿Hago una tortilla gigante?– Preguntó burlona al ver que era un huevo gigante. El chico la miró mal.– Vale, no. ¿Qué va a salir de aquí?

–Si sale.– La chica lo miró extrañada. ¿Cómo que "si sale"?– Depende de la persona que salga o no. Si ve que la persona que lo está criando no lo cuida bien o no vale la pena, no eclosionará.

–Ah, ¿un dragón? ¿Me has regalado un huevo de dragón?

–No, un conejo.

–Lo llamaré Sr. Conejo.

–Original.

–Ahora enserio. ¿Me lo das? ¿Estás tonto? ¿Y si lo aplasto? ¡Dios, Katsuki! ¡Sabes que soy la persona más torpe del mun-

–Molestas, cállate. Sólo cuídalo y ya.– La chica suspiró y abrazó al huevo mientras se recostaba en el rubio.

–¿Ya va a estar bien con este frío?— Envolvió el huevo con la manta y lo puso contra su pecho con delicadeza, abrazándolo.

vEs un dragón. No una tú.

–El señor delicadeza te llamaban ¿no?– Estornudó.– Hace frío.– El rubio se quitó la capa y la dejó caer sobre la cabeza de su acompañante, la cual no tardó en envolverse con ella y acurrucarse en el rubio, otra vez.– Gracias.

Dragon Heart |Katsuki Bakugou|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora