¿Sabíais que cuanto más amáis a una persona menos la queréis preocupar?
–Tio, esto no se ve bien.– Dijo el pelirrojo colocándole una venda en el abdomen a su amigo.–Nada bien. Parece como si un yo gigante te hubiera mordido, o algo con mandíbula de tiburón, o un tiburón.
–Sólo cállate y véndalo. No hay porque hacer un puto escándalo.
–Tranqui, bro. Pero cuéntame como ha pasado esto.– Eijirō terminó de vendarle el abdomen y tomó su distancia para sentarse enfrente de su histérico amigo, el cual se encontraba muy calmado.
–Uno de esos monstruos ayer a la noche entró en la montaña en donde vive mi clan. Esa mierda no creo que sea ni natural.–Recordó a esa extraña bestia que atacaba sin ton ni son a todo lo que se le cruzaba por delante.– Escapó cuando entre cuatro personas lo acorralamos.
–Siendo yo un domador de bestias nunca he visto ninguna que pueda dejar una mordida como esa.– Cerró los ojos pensativo. No podía visualizar una bestia que pudiera dejar semejante mordida a su amigo.– ¿Pudo con un dragón?
–Se comió a dos.– Abrió los ojos perplejo.
– Lo único que se me ocurre no es "Humano" por decirlo de alguna manera.– Soltó un suspiro y se levantó.– Creo que tengo una idea de donde pueden estar saliendo esas cosas, pero nada es seguro. Avisaré a Denki para que le diga a los reyes.– El rubio se levantó y asintió cruzado de brazos.
– Esta mierda se está saliendo de las manos.
– Hace ya dos años y medio que han aparecido esas cosas, y nadie las ha visto y sobrevivido para contarlo. Quizás puedas ir a palacio y aliarte con Todoroki para que exterminéis a esas cosas.– Sugirió pensativo. – Incluso podrías formar una alianza entre el clan dragón y los normales.
– El trabajo ése es del idiota eléctrico. No voy a estar yo haciendo sus mierdas.– Se quedó pensativo; los días de paz estaban llegando a su fin y eso no le hacia ni una pizca de gracia, menos cuando la albina no sabía defenderse.
Aunque por otra parte le gustaba la idea de ver a la chica abrazada a él en plan "caballero al rescate de la indefensa dama".
Le planteaba la situación a su amiga y le golpeaba con un mazo gigante de cristal. Fijo.
– ¿Me estás escuchando?
– No. Me voy.
– No puedo creer que no pueda encontrar nada de esos monstruos.– El rubio brillante se agarró la cabeza con ambas manos, sosteniéndola con desesperación. ¿Qué cojines tendría que hacer para encontrar una cosa de esas?
El rey le había contratado para ese trabajo y gracias eso pudo conocer a su mejor amiga y al extraño grupo de personas a los cuales tenía el privilegio de llamar "amigos".
Iba a llegar al fondo del asunto de esos monstruos a buenas o a malas.
– Cálmate, tío.– Eijirō apareció frente a su amigo con una sonrisa colgate. Que le hizo sacar el mismo gesto al rubio.– Te estaba buscando.
–Yo no.– Dijo el ceniza haciendo acto de presencia.
–¿Entonces qué haces aquí?– Cuestionó el del quirk eléctrico confuso.
–Vinimos a darte noticias.– Contestó el pelirrojo por su amigo y por él mismo.– Katsuki vio a uno de esos monstruos, me lo ha descrito, pero no hay ningún monstruo como esos.– Afirmó el domador de bestias.
–¡Buenas noticias al menos! ¡Lo has visto! ¿cómo es?
—Tiene pico, como un pingüino, y dientes de tiburón.– empezó a decir pensando en que palabras usar para describirlo sin fallas.– Tenía forma humanoide, se le veía el cerebro, poseía como cuatro estúpidos quirks y para colmo era casi imposible de matar. Al final escapó cuando se vio acorralado.
–¿De que color era?–Preguntó el rubio asombrado por la descripción de su amigo.
– ¿¡Y yo qué coño sé!? Era de noche, estúpido.
– Calmémonos. Primero hay que averiguar de donde han salido esas cosas, luego veremos como cargarnoslas.– Los chicos asintieron ante las palabras del que sabía más fe bestias.– Pero antes que nada, hay que avisar al rey Endeavor. Si tenemos suerte podemos formar una alianza y un ejercito en contra de esas cosas. También avisemos a Momo y a Seiza para que a partir de ahora tengan cuidado ¿De acuerdo los dos?– Ambos asintieron sin saber muy bien como reaccionar.
Katsuki conocía al pelirrojo de casi toda la vida, y nunca le había visto tan demandante como ahora.
Con Denki más de los mismo, lo conocía desde hace dos años y medio y nunca lo vio así.
– Tú sí que te tenías guardado esa personalidad de general.— Le dijo Denki, intentando sacar la tensión del asunto.
– Sólo hagamos las cosas así.– Contestó el pelirrojo avergonzado. Todos asintieron y se dividieron las tareas:
• Denki iría a informar a Endeavor sobre los monstruos.
• Katsuki Avisaría a su amiga.
•Eijirō Buscaría pistas sobre la procedencia de los monstruos.
...
–¡Mira, mira! ¡Se mueve!– La pecosa sonrió enternecida al ver el huevo moverse.– Creo que no lo estoy criando tan mal.– El rubio sonrió levemente, enternecido por su amiga.
—Está creciendo rápido, lo estás cuidando bien. Para ser una torpe...
–¡Grosero!– Le tiró su almohada y abrazó a su huevo–¿ A qué sí, huevito?
–El huevo no te va a contestar, cara lenteja. – Rodó los ojos al ver que la chica le sacaba la lengua de forma infantil.
–¡Muy bien! Un insulto nuevo añadido a la lista. Estás improvisando, Kacchan.– La chica se sentó en su cama, al lado del rubio que se encontraba tumbado encima de la misma.– Es extraño que vengas a mi casa.– Dijo suavemente después de unos segundos de silencio.– ¿Ha pasado algo? – Su mano la dejó descansar en el muslo del chico.– ¿Qué ha ocurrido en tu abdomen?
¿Cómo decirle que habían unos monstruos sueltos que destrozaban y mataban a su paso? ¿Cómo decirle a ella que no se podrían ver tanto por eso?
¿Cómo se puede soportar esa cara de angustia? ¿esa preocupación? ¿Su tristeza?
¿Cómo iba a decírtelo cuando sólo anhelo ver tu sonrisa?
¿Cómo decirte que te amo, cara lenteja?