–¿Has oído eso?– Preguntó la de ojos de cristal haciendo parar las risas de su amiga.
–Habrá sido algún animal. No te preocupes, estamos en la falda de la montaña, es normal.– La albina asintió no muy convencida.– Puede que hasta haya sido Eijirō. Dijiste que siempre anda por estas zonas.
–Por toda la montaña, para ser exactas.– La pelinegra sonrió y la albina intentó imitar su acción, sin embargo, nunca había escuchado un ruido tan grotesco pero sofisticado como había sido ese. Estaba asustada.–Momo... Vayámonos.– La caballera asintió al ver a su amiga y ambas se dispusieron a recoger para irse.
Por un momento pensaron que lo harían.
Árboles destrozados, terreno destruido, plantas aplastadas y rocas perforadas o hechas pedazos, ese era el paisaje que se veía.
– Seiza, salgamos de aquí. – Ambas asintieron intercambiando miradas y sin esperar mucho empezaron a correr una al lado de la otra por si acaso la albina se separaba.– No es normal que el terreno esté así. ¿Has oído los rumores?– Preguntó sin parar de correr. No obtuvo respuesta.–¿Seiza? ¡SEIZA!– Nada. Se giró hacia atrás y tampoco había nada ni nadie.
La caballera volvió en sus pasos buscando a su amiga y llamándola con gritos, le daba igual si lo que causó ese desastre la oía, sólo quería a su mejor amiga de vuelta.
– ¡SEIZA!
Había llegado a un lugar que para alivio de la pecosa, no estaba ni destruido ni perturbado con alguna cosa fuera de lo común. Suspiró al sentir que todo era normal, sin embargo tenía que volver al pueblo lo antes posible, y a ser posible, sin perderse. Cosa que no era posible, pero habría que intentarlo.
De su bolsa de mano sacó su brújula y con ella y la ayuda del Sol intentó situarse. Llegó a la conclusión de que debía ir montaña abajo.
Empezó a caminar siguiendo más la brújula que su instinto, y, para su suerte, no tenía ni idea de donde se encontraba, y no le hizo falta saberlo para saber que ese monstruo que tenía enfrente era el de los rumores.
– No puede ser.– Lo que fuera eso estaba lo suficientemente lejos como para no notar su presencia, pero aun así, emanaba un aura de peligro y con solo verlo sabía que eso era el monstruo de los rumores, rumores que había oído de Denki y que hasta ahora, no los creía.
La pecosa respiró profundamente varias veces para calmarse, estar nerviosa y asustada no ayudaría a salir de esa situación. Con calma dio un paso hacia atrás, dos, tres pasos. Siguió caminando lentamente, dando la espalda a la dirección en la que iba. Cuatro, cinco, seis, siete, ocho.
No pudo dar el noveno paso, pues su espalda chocó con algo blando, pero a la vez rígido. Temió por su vida al sentir como algo liquido y cálido caía sobre su hombro ¿Era posible que hubiera más de un monstruo? ¿Era posible que tuviera tan mala suerte? Volvió a respirar, aun dando la espalda a lo que sea que tenía detrás; sus movimientos eran dos: correr o atacar con su quirk.
En caso de correr esa cosa la alcanzaría, y eran dos monstruos, las probabilidades de sobrevivir eran del 5% siendo demasiado optimistas.
Si usaba su poder, el cristal, podría ganar tiempo o enfadarles. Puesto que aun no la atacaba el que tenía detrás, significaba que no atacan sin ton ni son, por lo cual, atacar primero significa muerte.
Estaba jodida.
Si corría moría, si usaba su quirk moría, y tampoco estaba ella dispuesta a quedarse ahí, dejando que le babease el hombro con babas no humanas.
Volvió a respirar profundamente por enésima vez en el día y optó por otra posibilidad, la más suicida.
Caminó lentamente tres pasos hacia adelante y sin mirar al monstruo caminó con parsimonia hacia los arboles, alejándose de esas cosas.
Para su suerte, al parecer no la siguieron.
Siguió caminando, ya no tenía la cabeza tan fría como antes, no podía pensar claramente y estaba totalmente abrumada. Minutos antes había demostrado valentía y una cabeza fría que le hacía pensar con claridad ¿pero ahora? Ahora solo era una noble, incapaz de dejar de caminar sin rumbo, abrumada y asustada, evitando hacer algún ruido que puedan escuchar esas dos cosas y pese a la distancia que había recorrido desde que dejó a las dos bestias, seguía asustada, y con cada paso, su miedo le carcomía cada vez más.
Seguía caminando montaña abajo, pero no reconocía donde estaba. Había dejado caer su brújula en algún momento.
El terreno pasó de ser todo bosque a ser un terreno rocoso, había dejado la montaña atrás.
– ¿Qué demonios estás haciendo aquí, fea?– La pecosa alzó la mirada del suelo y al hacerlo, encontró la penetrante mirada rubí que tanto le gustaba.– Estás llorando, demonios, ya te has vuelto a perder.
–K-ka-katsuki...– Con sus puños se intentó secar las lágrimas, quería parecer fuerte delante de él, no quería que viera su lado débil, al menos, no más de lo que ya había visto. Pero sus intentos fracasaban, en vez de secar las lágrimas lloraba cada vez más ¿Sí el estaba ahí es que estaba segura? ¿Ya no vería más a ese monstruo?
–O-oye... Ya te has perdido más de mil veces, creo que ya no es motivo para llorar.– Lentamente, la chica apartó sus manos de la cara y dejó caer sus brazos, seguido intentó respirar, pero no pudo. La reacción fue lanzarse al rubio y abrazarlo con todas las fuerzas que tenía.–¿Se puede saber qué demonios te pasa?– No consiguió respuesta, solo escuchaba sus sollozos, y solo pudo reaccionar de una forma: acariciando su cabellera albina y abrazándola por la cintura con el brazo restante.–Cara lenteja. ¿Qué pasó?
Las caricias que el rubio le propinaba se sentían tan bien, conseguían calmarla. Sus sollozos al igual que su respiración se habían calmado, ahora solo se escuchaba como la albina moqueaba y dejaba sus mocos en el abdomen del rubio, el cual intentaba ignorar ese hecho. La situación no estaba lo suficientemente bien como para empezar a gritar. A ver si el rubio aguantaba.
–¡Maldita sea! ¡Suénate tus mocos de mierda!– Y su paciencia, explotó.–¡QUÉ ASCO!– Al menos consiguió que la albina riera.
Y actualicé, o más bien, me obligué a hacerlo. Siendo sinceras siento que ya no se escribir. Juro que intente hacerlo desde el día 20, pero olvidé como escribir.
No me gusta como ha quedado el capítulo, siento que está mal estructurado y que los tiempos y la cohesión valieron verga, por no hablar de la coherencia.
La idea del capítulo era que atacaran a la señora "me pierdo en mi propia casa". Pero como no conseguía ponerlo como yo quería pues nada. Ya lo haré en otro momento cuando recuerde como escribir.
Este capítulo se lo dedicó a todas esas personas que me pidieron actualizar.