–¿Sólo por tu capa?
–¿A por qué más?– La chica suspiró sin ocultar mucho su desilusión, estaba claro que el rubio nunca le prestaría algo de atención. O al menos no más de la que ya le daba. Se sentía una tonta por no poder dejar de pensar en él.
–Espera, te la traigo.– Con pesadez le devolvió su capa. Tenía la esperanza de poder volver a dormir con esa tela, pero se tendría que abstener. Sin embargo, a pesar de su poca motivación, le devolvió la prenda con una sonrisa.
–Quita esa cara, te hace más fea de lo que ya eres.
–Vaya, gracias. Imagino que su alteza es un galán.–Dijo sarcástica, aunque con cierta gracia.
–Cállate, estúpida.– La chica contestó con una carcajada. –Soy el número uno, obviamente soy galán.
–Ara, pues no lo pareces, la verdad.–Bien rojo de furia se le acercó y la acorraló en la pared, sonrojando a la chica levemente.– Eres arrogante y orgulloso, fijo no tienes muchas pretendientes.
–Hablas sin saber.– Dice divertido y burlón, con una pizca de arrogancia.
Ambos estaban a una máxima distancia de unos 10 cm. El de ojos rubís cogió con "delicadeza" un mechón de la albina y empezó a juguetear con él entre sus dedos, sin perder la mirada en los orbes cristalinos de la contraria.
Ésta, al contrario que el rubio. Literalmente estaba flipando. Nunca se esperó encontrarse así con el "dragón", menos en su habitación. Pero en fin, todo llega de la forma más inesperada ¿verdad?
–Katsuki...– Susurró la de piel algo pálida. Aunque sus mejillas estaban casi tan rojas como los ojos del contrario, estaba sonrojada hasta las orejas.
Cada uno tenía la mirada clavada en los ojos del otro. Ya llevaban meses de haberse conocido, prácticamente medio año.
–Cállate, perra.– Se separó de ella, agarró la capa, la cual momentos atrás la había dejado sobre el escritorio de la chica, y se dirigió a la ventana, saltando y posicionándose de cuclillas en el marco de la misma. Sin decir nada, saltó.
–Podía haberse despedido.– Suspiró y se tiró a su cama.
Después de comerse su olvidada y fría cena, durmió, y al día siguiente no se dignó a ir a la montaña. Se había pasado el día pintando un cuadro, con la imagen de la famosísima montaña, aunque estaba aun sin terminar.
–Odio los arboles. – Dijo seria y fastidiada, pero después rió al recordar a su amigo Izuku, cierto era que era bien parecido a un árbol.– Quizás debería de ir a darle un visita, hace tiempo que no nos vemos.– Pensó en voz alta mirando el cuadro. Lo podía terminar más tarde.
En el armario cogió un vestido más cómodo, al igual que el calzado. Para esa hora hora Izuku estaría trabajando en el campo seguramente.
Con bolso en mano, y dentro de éste todo tipo de cosas, salió a hurtadillas de su hogar, para dirigirse a los pies de la montaña, como hacía para ver a Katsuki, sólo que esta vez fue un poco más al oeste, pues allí estaba el campo de Izuku.
Claramente, llegó allí con un mapa.
–No hay nadie.– Comentó para el viento. Se hacia raro no ver allí al peliverde. Demasiado extraño.
» ¡Hola, lectoras y lectores! (Si hay alguno por ahí, escondido).
Bien, este capítulo es particularmente corto. Porqué os preguntaréis.
Simple, a partir de aquí quiero empezar con lo que sería la trama de la historia. Aunque en sí ya ha empezado ¿Cierto?
Cadáveres despedazados,
Izuku desapareciendo,
La prota se supone que es una mukosei,
Y ambos territorios, entre otras cosas.¿Qué opinan sobre esto?