XVI

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Sus labios se posaban repetidas veces sobre su cuello dejando algunas marcas de mordida y algunos hematomas por los besos, provocando que la pecosa soltara algunos suspiros placenteros y que se aferrara a la capa que estaba puesta sobre el pasto. 

La mano del rubio se posó en la cintura femenina, acariciándola y acercándola más a su cuerpo. Sus labios subieron por el cuello de la fémina llegando así hasta sus labios. Seiza correspondió al beso mientras le abrazaba pasando sus brazos por detrás de su cuello, apegándose al rubio.

–Katsu...– La interrumpió mordiendo su labio inferior suavemente. Lentamente le fue dejando besos en su cuello, otra vez. A la vez iba bajando sus besos, lamidas y mordidas y quitando el vestido.

Seiza se dedicaba a disfrutar del hormigueo que le provocaban las caricias y los mimos que le dedicaba el rubio. Dios ¡Esto era el paraíso! De un momento a otro había pasado de estar asustada y llorando a estar disfrutando las caricias de Katsuki /en medio de la montaña, por cierto/, un poco por vicio y otro poco porque no sabía como corresponder tanto cariño.

El corsé desapareció dejando el camino libre hacia sus pechos, los cuales mimó, besó y mordió hasta que consiguió sonsacar algo más que placenteros suspiros. Gemidos.

Sentía como todos los tratos del rubio se convertían en pequeñas descargas que recorrían todo su cuerpo a una velocidad inimaginable y todas acababan en su parte baja, haciendo que se fuera poco a poco humedeciendo cada vez más. Como reacción a esto, la protagonista se encogió de piernas y tensó y estiró todos los músculos de su cuerpo. Las caricias de Katsuki la volvían loca, Katsuki en sí la volvía loca.

Sus pechos estaban llenos de chupetones y marcas de mordidas que, más que doler o molestar, encantaban. Era casi mágico el como ella se sentía tan a gusto, tan cómoda. Con el rubio tenía la confianza para hacer cualquier cosa.

Todos los rincones habían sido acariciados, todas las partes del cuerpo besadas, excepto una que, al parecer al rubio no le daba la gana de tocar, de probar. No se sabe si por miedo o por querer alargar más el juego de caricias.

Molesta por esto, se impulsa y cambió las tornas con Katsuki, estando ahora ella situada encima de él, sentada en su entrepierna sin pudor alguno, ignorante de lo que podría estar provocando ahí ¡pero es que estaba harta! Si él se iba a dedicar a ir lamiendo cual perro, ella también.

Frunció el ceño cuando vio que Katsuki más que molestarse sonreía cual estúpido, como si estuviera burlándose de ella con algo de ternura en su mirada, y la verdad es que el ceño fruncido y el lindo puchero que habían hecho la fémina causaban bastante ternura, más si encima ella empezaba a acariciar su torso tímidamente con sólo un puto dedo ¿Acaso quería impacientarle? ¿o ponerle de mal humor? ¿hacerle rogar?

¡Y al fin se digno a empezar a acariciar con ambas manos! Esto, no provocaban suspiros ni gemidos en el rubio, pero Seiza podía ver como Katsuki se iba relajando poco a poco, disfrutando de las caricias, sin dejar de observar los movimientos de su pecosa ¡Y COMO DE DICHOSA SE SENTÍA LA SUSODICHA!

–¡CARA LENTEJA!– Y se incorporó, vestida, en una habitación que no había visto nunca, tumbada en una cama con la rubia histérica mirándola desde la puerta, como no, con enfado.–¡Te vas a babear a tu puta casa!

–¿Eh?– Se frotó los ojos aun adormilada, literalmente se sentía muerta, con la garganta seca y, por si fuera poco, devastada. Aun recordaba la sensación de horror por presenciar tales criaturas. El miedo aun le recorría por la venas, esparciéndose por todo su cuerpo.

Se abrazó a si misma, buscando calor y algo de protección en sus propios brazos.

Katsuki suspiró y se sentó a su lado. Si empezaba a gritar ahora lo único que conseguiría sería ignoración, lloros o más gritos.

–Eijirō me dijo que se encontró a Momo.– Mencionó con suavidad, mencionando los nombres de sus amigos para variar, él entendía que el horno no estaba para bollos.– Ella está bien. Me comentó que huisteis de ese... Esa cosa. – La albina asintió mordiéndose el labio.

– Corrí, pero n-no sé cuando fue que me separé de ella.–Su voz estaba rota, y ella había vuelto a empezar a llorar. Pudo respirar decentemente y continuar hablando cuando el rubio posó su mano en la espalda de la chica, reconfortándola.

Realmente le estaba doliendo verla así.

»No sé cuando me perdí en el bosque... Pero habían dos. Uno lo vi a lo lejos. – Ahora lloraba más fuerte y se acercaba a los brazos del rubio, buscando aun más protección de la que sus propios brazos le daban.

¿Dos? ¿DOS? Por favor, que alguien le dijese al domador de dragones que era una puta broma o él explotaría y el horno realmente no estaba para bollos. No lo estaba.

»Quise volver hacia atrás y alejarme de él en cuando lo vi. Justo me choqué con el otro... Me babeó encima y... Y... No lo sé ¡No sé como sigo viva.– Y el rubio suspiró sin saber muy bien como reaccionar.

Realmente, el horno no estaba para putos bollos.








Jelou ma frens :v ¿Cuánto tiempo, no? Jaja :'v

La verdad, no tengo escusa para no actualizar en ¿cuánto tiempo ha pasado?

Bueno, resumen de mi vida: Estudio videojuegos, tengo dos trabajos y dentro de 15 mins me voy a uno de ellos. Vivo cansada, pero aun así tengo muchos ratos libres. Así que escusa no tengo. También estoy lesionada pero meh, eso también hace que tenga tiempo libre de más. Sigo sin escusa.

Un saludo y un agradecimiento a todas aquellas locas que han reventado el fanfic con un "Actualizaaaaaaaaa".

Dragon Heart |Katsuki Bakugou|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora