VII

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:D

–El príncipe Shōto-sama es tan guapo.– Dice una de las nobles.

–¡Qué razón! Espero que mi quirck sea lo suficiente para casarse con él.

:v

–Odio el té.– Dice la albina observando ese agua con especias raras y desconocidas.– No lo quiero...-–Con su mirada busca desesperadamente una planta en donde echar el agua "contaminada".–Ajá...

:)

–Su majestad.– La chica se arrodilla ante el bicolor, obviamente fingiendo ganas. El bicolor le devuelve la reverencia y asiente con su típica faceta seria. La mira y recuerda todas las caras falsas que le ha dedicado. Sease, todas.

:b

–Odio todo, me cago en todo, maldita sea todo.– Susurra frente al espejo del gran baño del palacio.

:O

–No me pagan lo suficiente para esto...– Suspira en el balcón, con otra taza de té en las manos. Había acudido a palacio millones de veces, y todos conocían su odio hacia el té. Se lo servían igual. Al final la chica tiró la bebida balcón abajo, dándole a un rubio con peinado raro, éste al parecer estaba tarareando alegre una sonata.

Ignorando ese hecho, suspiró y se apoyó en el barandal de mármol del balcón, desde allí se podía ver la montaña en donde quedaba siempre con el chico explosivo. Pensó en él e instantáneamente se le dibujó una sonrisa en su ya no amargado rostro.

Con la mano derecha, empezó a deshacer su voluptuoso y anti-gravitatorio peinado lleno de joyas, dejándolo totalmente suelto y al aire. Seguido se sentó en el barandal y suspiró sonriente. Esa mañana se había despertado abrazando la capa del muchacho.

Juraría que aun recordaba el aroma del chico en la capa. Un delicioso aroma, por cierto.

–Pareces feliz.– Se le borró la sonrisa a la albina y observó al sujeto que interrumpió sus dulces pensamientos. Nada más ni nada menos que Shōto Todoroki, el principito del lugar.

–Alteza...– Hizo una pequeña reverencia. Después del acto, se levantó y le preguntó-¿Por qué piensa así?

–La primera vez que la contemplo sin fingir ninguna expresión. Y por si fuera poco una sonrisa- la chica lo observa seriamente y el chico suspira con tranquilidad.– Nunca imaginé verte con ese tipo de expresiones.– Cada uno clava la mirada en el contrario, intentando averiguar lo que se esconde tras el rostro.

–¿Fingir? ¿a qué se refiere, su alteza?

–Sus expresiones, las de todos, las de mi padre, la corte, los guardias, mis hermanos, el pueblo, las otras nobles. Todas son falsas.–  Suspiró y se apoyó en el barandal.–  Aunque he de admitir, que es la única noble que no me come con la mirada.- Sonrió levemente, pero con arrogancia. La chica frunció en ceño, descontenta.

"Arrogante"

–Aún no consigo entender el porqué de esos pensamientos- La chica lo miró con seriedad, no le gustaban nada los arrogantes. Aunque admite que la arrogancia del rubio ceniza le hace gracia.

–Simplemente, es una verdad que sé.– Dijo natural, como si lo hubiera dejado caer. Ahora ambas miradas se encontraban en la famosa montaña. La chica volvió a sonreír cuando recordó de nuevo al rubio malhumorado, expresión que el bicolor no la dejó pasar.

–Creo que ya es hora de que me retire hacia mi hogar, buenas noches, majestad.– La chica hizo una reverencia y se marchó a paso lento pero decidido.

Bueno, ahora son las 18:00 pm. La chica se encuentra en su casa leyendo, o al menos intentándolo.

No es que no quiera proseguir su lectura, sin embargo, es el único libro que le quedaba, y justo ese lo estaba leyendo junto con la rubia, las mil y una noches. Se sentía culpable al adelantarse sin el de ojos rubí, extremadamente culpable.

Sin más remedio, cerró la tapa del libro, dando por hoy la lectura concluida, o al menos muy a su pesar. Dejó el libro de lado y se dispuso a dibujar algo en grafito con una base de folio. Aunque para bien o para mal, el rubio había conquistado sus pensamientos, y sólo era capaz de dibujar sus ojos.

Ya cansada del rubio por el día de hoy, se fue al comedor, a "robar" una manzana, si es que se puede decir así.

–Seiza.– La chica se giró para ver de frente la silueta de su hermano mayor. Seguía igual de ojeroso que siempre.-¿Qué haces?

–Comer ¿y tú?– Ciertamente, con su hermano al igual que con Izuku y Katsuki, utilizaba un lenguaje más vulgar, o popular.

–Vine con la misma intención.– Bostezó entre la oración.– Pero te comiste la última manzana.

–Disculpa.– La chica sonrió un poco.– Deberías ir a descansar, se ve que el trabajo de hoy ha sido agotador.

–No te lo imaginas. Por cierto, últimamente visitas mucho la montaña.– Era imposible guardar un secreto al hermano, imposible.– No me importa que lo sigas haciendo, sólo ten más cuidado a partir de ahora ¿Entendido?– La chica asintió extrañada.– No se sabe lo que es. Pero hay algo que está atacando a la gente cerca de la montaña. Ten cuidado.– la chica volvió a asentir y su hermano se acercó a ella.– Sé que todo el pueblo, hasta nuestros padres, creen que eres una mukosei, al igual que ese amigo tuyo.– La chica suspiró, pensando.– Pero, quiero que aprendas a manejar bien tu quirk, al menos como para defenderte ¿entendido?–Por tercera vez, asintió. Esta vez más anonada. – Ahora ve a la cama, ya es tarde.

–¿Tarde? Apenas son las siete de la tarde.– La albina ríe con gracia, pero silencia su risa al ver como la ventana que señala su hermano está dando lugar a un cielo totalmente oscuro.

–Son las doce, Seiza.

–¿Cuándo me salté la cena? Ya decía yo que tenía hambre.– Su hermano suspiró y negó.–Cogeré algo y lo llevaré a mis aposentos.– El contrario asiente y se marcha. Al coger algo ligero  para cenar, vuelve a sus habitación.–¿Qué haces aquí?– Pregunta sin sorprenderse mucho. No era la primera vez que el rubio entraba a su habitación, y seguramente tampoco sería la ultima.

Dragon Heart |Katsuki Bakugou|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora