Capítulo XI

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Era como lo esperaba, era como lo imaginaba, ¿en qué momento se le ocurrió regalarle una de sus sonrisas, una de esas escasas sonrisas?. Lo hizo confiarse, lo hizo creer que ya podía hablarle con toda normalidad.
Eso no volvería a pasar.

Tiró en un cesto de basura la bolsa con agua congelada que había logrado conseguir y se fue maldiciendo el momento en el que cruzó palabras con ese riquillo.

-¿Adam? - preguntó tras observar de lejos a un chico sentado sobre una tumba muy conocida.

-¿Que haces aquí? - Respondió el chico que en lo correcto, sí era su hermano mayor.

Ángela se acercó un poco mas sin responder. Tomo asiento junto al fortachón y quitó un poco de tierra que había cerca de la lápida.

Ángela Margarita Stewart Lawrence 1970-2013

-Suelo venir aquí, estar cerca me hace bien - se dignó a responder tras unos silencios entre ambos.

Adam la abrazó.

-Mamá estaría orgullosa de ti Ángel.

-¿como lo sabes?

-porque la conocí más tiempo que tú, y sé que ella siempre quiso una hija fuerte, verás, decidida. Como tú.

Ambos se abrazaron.

-La extraño Adam - su voz se quebrantó y las lágrimas rodaron sobre sus mejillas al pronunciar estas palabras.

Adam la abrazó aún mas fuerte, en señal de consuelo.

-Lo sé, también la extraño, no estaría orgullosa de lo que me he convertido, pero, ella nos cuida Ángela, ella está siempre con nosotros, en cada palabra, recuerdo, en cada fotografía, en nuestros sueños, solo hay que permanecerla presente. Amarla y aceptar que físicamente nos hace falta pero de nuestro corazón jamás se irá.
De hecho vine a despedirme de ella, no podía irme sin comentarle sobre mi viaje.

Ángela notó a su hermano emocionalmente inestable y prefirió cambiar de tema.

-por cierto, ¿con qué excusa entraste al restaurante?

-Papá me dijo que había ordenado comida a domicilio y que mejor pasara por ella ya que andábamos por el rumbo.

Ángela soltó una enorme carjacada que Adam no comprendió. Al ver el rostro de confusión del chico se dispuso a explicar:

-El restaurante es nuevo, hoy era su primera noche, papá ni sabia que había en el menú.

Adam se Sobó la cien.

-Vamos A casa mejor antes que se suelte el TIC de mi vena.

Ángela río aún mas fuerte y se le salió un moco.

-An... Ángela

-¿qué?

-Tu nariz (soltó la carcajada)

-¡Mierda! ¡No mires! - La chica se paró y se limpió con su camisa.

-Tan femenina como siempre ¿no? - dijo en tono burlón.

Ángela le mostró su dedo de en medio.

Adam rió.












-Por cierto. ¿Que hacías solo en ese parque?

Una pelinegra interrogaba al rubio de la nariz rota.

-Quería alcanzar a la chica que me hizo esto para hacerla ver su error pero no pude. - se excusó.

Ella frotaba algodón con alcohol sobre su nariz, limpiando y purificando su herida.

- tiene que pagar esa perra, mira como te dejó. Donde yo la vea...

-¡Basta!- calló Connor a su hermano, quien Estaba sentado con ellos en el sofá de su mansión.

-Elizabeth, te agradezco la atención, pero quiero ir a ducharme, mamá y papá no tardan en volver y nos prohibieron traer chicas a la casa, ¿cierto Scott? - éste sintió un codazo de parte de su hermano, en señal de "sigueme la corriente".

-Eh si, si, - Dijo cómplice- además tu prima puede bajar del auto si ve que no te apresuras.

-Bueno, está bien, espero verte muy pronto - guiñó un ojo a Connor- Me voy a trasferir a su colegio. A mi madre le conviene vivir aquí, y a mi también.

-claro, encantado de volver a verte - La acompañó hasta la puerta y se despidió de ella con un caluroso beso en la mejilla.

Al cerrar la puerta.

-Esto es el colmo, esa andrajosa se está metiendo a problemas - gritó Scott.

-¿te puedes calmar? No fue a ti a quien le partieron la madre hace rato

Sin esperar que su hermano respondiera se fue hacia su enorme habitación a lamentarse por haber dejado a la chica en el parque, por alguna extraña razón su manera de ser tan viril y salvaje, no lo dejaban tranquilo, rondaban en su cabeza esos ojos color verde. Incluso los veía mas hermosos que cualquier otro tipo de ojos verdes.

-¿que hice?... Jamás volverá a dirigirme la palabra - se reprendía dando vueltas en su habitación de esquina a esquina.

No Soy Tu CenicientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora