Capítulo XII

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Se sumergió en un largo y refrescante baño, sus pectorales marcados hacían a el agua resbalar por encima de ellos, sus muslos muy bien trabajados brillaban por la humedad. Era un dios griego.

-Connor, Papá nos quiere a ambos en su oficina, ¿puedes apresurarte? - Su hermano le hablaba a través de la puerta del baño.

-¡Oh Vamos! ¿No puedo ni ducharme tranquilo? - de mala gana se quitó el jabón de su cuerpo, y casi de inmediato salió del baño vistiendo solamente una toalla. Fue directo a su cuarto y se colocó un pans de tela muy cómoda, una camiseta sin estilo alguno de algodón blanca. Estaba en su casa, allí podía perder la etiqueta.
Su hermano lo esperaba en el primer piso, sentado en uno de sus muchos sofás. Advirtió que su hermano estaba cerca y decidió pararse y caminar hacia la oficina de su padre, que estaba al costado de la sala en un cuarto bastante amplio.

Ambos llegaron a la oficina y tocaron la puerta.

-Pasen chicos - una voz avisó desde el otro lado de esta.

Los hermanos entraron en al que cuarto que estaba repleto de cuadros extremadamente sobrevalorados, alfombras de piel, una estantería con miles de libros ordenados por orden genérico y alfabetizados. Su padre era muy perfeccionista con sus cosas. Y Scott, su hijo mayor había heredado esa cualidad también.

Ambos parados en la entrada de la oficina esperando a que su padre se dignara a prestarles atención. Hasta que:

-Tomen asiento por favor - dejó de ordenar papeles que estaban sobre su escritorio y por fin fijó su mirada en sus hijos - Los mandé llamar porque creo que ya es el momento perfecto para que ambos tomen responsabilidades, siento que el día en el que ya no pueda hacerme cargo de la compañía está acercándose, y teniendo dos hijos ya grandes, no veo porque no cederles un poco de cargo. Están acostumbrados a tener todo lo que quieren cuando lo quieren, es momento de que sepan que todo tiene un precio, y que no siempre van a tener estos lujos sin que le cueste
A su propio pellejo.

Los hermanos se miraron con un tanto de miedo dentro de su ser. Su padre jamás había mencionado la palabra "responsabilidad" delante de ellos, y no sabían lo que exactamente eso quería decir.

-¿Quieres que trabajemos? - preguntó con reproche el hijo mayor.

-Quiero que sean conscientes de todos los gastos que hay en una casa - respondió pacíficamente su padre.

-Eso quiere decir que sí, en efecto quieres que trabajemos - intentó aclarar el menor.

- Sí. - dijo el padre en un tono de autoridad cortando por completo los reproches de sus hijos.

-Papá, estamos estudiando. Scott está a punto de graduarse y no puede perder sus clases por trabajo, ¡por Dios! Nosotros no tenemos necesidad de eso aún. - Connor no tenía el más mínimo interés en trabajar. Pero todo cambió de mal en peor cuando su padre tomó una decisión.

-Voy a quitarles los autos, y las motocicletas. No voy a darles más dinero de lo necesario, y congelaré sus tarjetas, así van a sentir la necesidad que es el trabajar.

Scott río como loco.

-Es una broma, dime que es una broma.

Su padre le lanzó una mirada que daba a entenderle que no estaba para bromas. Hablaba muy enserio.

-Pues como quieras - Connor habló mientras se paraba del sofá y se dirigía a la puerta - no me harás trabajar, sería una vergüenza teniendo una fortuna a mis espaldas.

- eso lo veremos, y no te EH dicho que te levantes - su padre se paró y caminó hacia su hijo, fijando su mirada en la nariz vendada - ¿que hiciste ahora? - preguntó mientras quitaba el vendaje.

Connor nervioso miraba a su hermano en forma de súplica, para que no fuera a decir que era lo que en realidad había pasado.
 
Scott no dijo nada, pero eso a Connor le costaría muy caro.









-Al fin llegan ¿donde estaban?, Adam, no respondes tu celular, estaba tan preocupado - un padre aliviado decía tras ver a sus hijos aparecer en las penumbras de media noche.

-lo siento papá. Fue una noche loca, y estábamos en el cementerio, no quería irme sin despedirme de mamá, es terrible pensar que no iré dentro de mucho tiempo a verla.

- Si papá- siguió la rubia- no queríamos asustarte.

- ya pasó, ahora. Tomen asiento.

Los chicos un poco desconcertados se vieron a los ojos con mirada de confusión pero, sin pretextos tomaron asiento en el sillón de la sala.

-Se que es difícil para todos - prosiguió el padre. - la partida de su madre nos marcó a todos el alma - tomaba las manos de sus hijos- pero así es la vida, y hay cosas que simplemente no podemos cambiar, solo asimilar de la mejor manera. Ahora que Adam se separa por un tiempo, las cosas claramente van a cambiar, mas sin embargo, tengo la dicha que este cambio es para mejor de los tres.

-Adam, te voy a extrañar demasiado.

- y yo a ti mocosa.

Se abrazaron los tres.

Ángela subió a su habitación luego de una despedida muy emotiva y aconsejar a su hermano en ciertas cosas, era difícil pero como decía su padre, había que asimilarlo de la mejor manera.

Cogió una toalla húmeda desmaquillante, y quitó el exceso de delineador de su rostro. Y se vio al espejo tal cual era su naturalidad, había algo que aún no salía de su mente. Había un pensamiento que no dejaba que su cabeza descansara, era como un estorbo, un estorbo que de pronto recordó que no sabía ni su nombre, intentó recordar si en alguna ocasión lo había mencionado o alguien lo había nombrado por tal, pero no. No sabia el nombre del chico que para ella era el peor de todos.

Tomo una toalla y se fue directo a la ducha, de pronto pasó por el cuarto de su hermano quien ya se había incorporado en su cama, y sin querer escucho unos sollozos, su hermano estaba llorando.

No Soy Tu CenicientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora