Capítulo 3:
Cinco años atrás:
Las navidades han pasado demasiado rápido. La vuelta a clase, como siempre, es una mierda. Las manos me tiemblan y no es del frío. Las oculto en los bolsillos de mi chaquetón, formando puños con ellas, y empiezo a contar hasta diez mentalmente para relajarme. Al mismo tiempo, voy intentando hacerme a la idea de lo que comenzará a partir de que ponga un pie en el aula. ¡Menuda mierda, joder!
Además, ¿dónde cojones está Anna? Me había prometido que vendría. Aunque bueno, conociéndola, no sé ni para qué me la tomo en serio. A lo lejos veo a Roberto, el mejor amigo de mis hermanos gemelos, con su pandilla. Entonces decido que es el momento para entrar en clase, por muy pocas ganas que tenga. No me apetece que esto se vuelva peor de lo que es ya de por sí.
Voy directa a uno de los pupitres que se encuentra delante de toda la clase, en una de las esquinas. ¿Podría ponerme en el fondo y pasar desapercibida desde allí atrás? Sí, pero cuando las burlas comiencen es mejor dar la espalda a toda esta panda de ineptos, que tener que enfrentarme a ellos cara a cara. Eso es algo que, desgraciadamente, he tenido que aprender con el tiempo. La clase se va llenando poco a poco, con ella los murmullos, el ruido, algunos gritos y sobre todo, las típicas conversaciones sobre: "¿Qué te han regalado los Reyes Magos?"
–¡Madre mía, Casie! Te has puesto las botas con los polvorones estas navidades –Mario, uno de los amigos de Roberto, para no variar.
Toda la clase estalla en carcajadas. Yo ni siquiera levanto la cabeza de mi pupitre, no me inmuto, simplemente paso. Cuando aprendes a hacer de tripas corazón, estas mierdas casi que ni te afectan. Y digo casi porque he tenido mis días, últimamente. Sobre todo cuando tengo que lidiar con que uno de esos abusones no solo sea el mejor amigo de mis hermanos, sino que venga a las cenas de nochevieja, como si no pasara nada, como si nuestra relación fuese de lo más normal, idílica incluso, y celebre el año nuevo como si en la próxima semana no fuera a ser cómplice de todas las burlas que me caen.
Respiro un poco más tranquila cuando la señorita Laura entra en clase. Esta vez ha durado poco el circo, cosa que agradezco bastante. Al final si que van a existir los deseos navideños.
–Buenos días, chicos, y feliz año para todos –la clase le corresponde con el mismo saludo–. Espero que hayan renovado fuerzas en estas pequeñas vacaciones, porque lo que viene a continuación es la parte más importante del curso. ¡Quedan cuatro meses para la selectividad!
El entusiasmo con el que lo anuncia me hace especial gracia, ya que el resto de la clase lo único que emite son murmullos de desagrado, comentarios nerviosos o burlas sobre que ellos no la harán. Para ser sincera, a mi ni siquiera me preocupa. No cuando llevan año y medio cominéndonos la cabeza con lo mismo. De hecho, se puede decir que incluso tengo ganas de que llegue el momento. Para entonces significará que queda menos para abandonar esta mierda de instituto, de pueblo y de gente.
>>¡Vamos, dejen de llorar! Empezaremos el trimestre señalando un trabajo que deben entregarme al final del mismo. La finalidad de este, es que aprendan los unos de los otros la biografía de los distintos autores que posiblemente os caigan en los comentarios de texto literarios. Creo que es una forma bastante dinámica de aprender y de que ustedes mismos se enseñen la materia.
–¿Y entonces para que está usted, señorita Laura? Si no es para enseñarnos –Mario...
Todos vuelven a estallar en risas, y no sé si para estas alturas ya ha quedado claro quien es el payaso de la clase. La profesora ni siquiera se lo tiene en cuenta, simplemente le hace un gesto, como queriendo decir: "compórtate", y continúa:
–El trabajo consistirá en la búsqueda de información biográfica del autor que, por sorteo, les toque y exponerla para vuestros compañeros. Cuando la hayan recopilado, deberán escoger un poema del mismo y enseñar como se comenta con los conocimientos que irán adquiriendo a lo largo de este trimestre. El trabajo se hará por parejas y antes de que armen escándalo –advierte con las manos en alto, conocedora de lo que se puede avecinar en los próximos minutos–, las parejas ya las he designado yo.
Las quejas se hacen formales cuando termina de hablar. Me atrevo a alzar la mirada y observar la pequeña sonrisa de la profesora, que parece disfrutar del escándalo que ha formado. Me siento satisfecha por dos partes: por un lado, al ver a toda esta panda de estúpidos quejarse y sufrir por algo tan absurdo; por otro lado, porque así no me veré en la obligación de tener que soportar otro sermón de la señorita de lo importante que es socializar, cuando vaya a pedirle la opción de realizar sola la tarea. ¡Como si ella tuviera idea de algo!
–¡Muy bien, silencio!¡Silencio! –pide alzando la voz–. Las parejas serán las siguientes.
Comienza a decir nombres, mientras mis hombros se tensan por cada pareja que designa. Afino el oído y suspiro aliviada cuando Isabel, Adam, Mario y Celia, los amigos de la pandilla de Roberto, ya tienen pareja. Ahora solo queda este último, que espero que...
–Casie y Roberto.
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ÚNICAMENTE TÚ.
RomanceEthan y Casie se conocen desde hace años, aunque todavía no sean conscientes de ello. Tras la entrada de esta en la gran multinacional del joven empresario, Ethan Selly, sus vidas experimentan un cambio de ciento ochenta grados. La impulsiva, tempe...