Capítulo 35:

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Capítulo 35:

–No sé si es buena idea ir, papá –la mano me tiembla, presionando el teléfono contra mi oreja.

–Pásame una foto cuando estés preparada y déjate de boberías.

¡Qué fácil es decirlo!

–Estoy muy nerviosa –admito.

Llevo todo el día pensando en la noche que me espera, en lo que pasó con mi jefe, en el vestido que llevaré puesto. Aunque, al menos esto último hace que mi confianza aumente sutilmente.

–No tienes porqué, hija –si él supiera–. Lo vas a pasar genial, solo recuerda hacer lo que sientas y disfrutar al máximo de la compañía.

Asiento poco convencida, a pesar de que no puede verme.

–Sí, supongo que si... –suspiro, de la forma más dramática que sé–. Papá, te tengo que colgar, estoy llegando a la casa de Alessandro.

–Te quiero mucho, cariño.

–Y yo también a ti –echaba tanto de menos estos momentos.

Mi padre sigue insistiendo en que me sincere con Ethan sobre mis sentimientos. Lo que no sabe es que eso jamás pasará. Mi mente no ha descansado ni un solo segundo desde el miércoles, que fue la última vez que lo vi, sigue dándole vueltas a sus últimas palabras: "Porque esta es mi forma de hacerte entender que no solo quiero tu cuerpo. Lo quiero todo". Cada vez que pienso en ello no solo me pasa que todo mi cuerpo se incendia, amenazándome con incinerarme viva, sino que las dudas asaltan mi cabeza y, lo que es más peligroso aún si cabe, la esperanza. Sí, la esperanza de que pueda llegar a sentir por mi un mínimo de lo que yo siento por él.

Estoy jodidamente perdida, lo sé.

Lo peor de todo esto es que no soy capaz de compartir nada de lo que está pasando en mi vida con Sandro o con cualquiera de mis amigas. Ni siquiera con Aeryn. No estoy preparada para reconocer en voz alta que estoy perdidamente enamorada de mi jefe y que se me echen encima, porque mira que hay hombres en el mundo. Claro que, como Ethan Selly... pocos.

Para cuando llego al adosado de Sandro me doy cuenta de que la ansiedad se ha adueñado de mi cuerpo. Por ello agradezco que se den tanta prisa en abrirme, porque nada más escuchar el ruido que sale del fondo de la casa me doy cuenta de que me espera una tarde movidita, rodeada de mis amigos y alejada de todo tipo de pensamientos intrusivos. Tener la mente ocupada es lo mejor que me puede pasar ahora mismo.

–¡Menos mal que llegas! –grita Anna desde el fondo de la casa.

Ahora que me fijo, ¡menudo casoplón!

El recibidor es grande y luminoso, debido a la luz que llega desde la sala de estar, donde hay colocados unos ventanales que van de suelo a techo y dejan a la vista un precioso jardín lleno de flores. La distribución de toda la casa, o al menos de lo que consigo llegar a ver, es moderna, pero ligera. Todo va en sintonía y si no fuera porque en la calle hace poco menos de cuarenta grados, estamos rodeados de edificios enormes y me ha tocado rodear el Retiro para llegar hasta aquí, diría que estamos en Grecia por la decoración que me rodea.

–¿Has llegado bien? –pregunta Mario, quien ha abierto la puerta.

–Eso parece –contesto, con una pequeña sonrisa. No mentiré diciendo que no me impone tratar tan de cerca con el mejor amigo de Ethan.

–Los chicos te están esperando, si sigues todo recto los encontrarás.

–Perfecto, muchas gracias –le dedico una última sonrisa.

Una vez me adentro en el pasillo, el olor a laca y las risas consiguen guiarme hasta un enorme vestidor que lleva por nombre: Alessandro. Está lleno de trajes, seguramente confeccionados a medida, y maquillaje por un tuvo. Hay espejos por todos lados y la iluminación es perfecta para arreglarte ahí dentro sin necesidad de salir a buscar nada en ninguna otra estancia. Vamos, un sueño hecho realidad.

ÚNICAMENTE TÚ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora