(4) Epílogo III

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SoulTale
Jasminum Officinale

「La historia de un fantasma 」

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Epílogo III
La razón de ser amable
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Yūsuke tenía un secreto bochornoso, una clase de secreto que era más cruel que gracioso e irónico que divertido: podía ver fantasmas. Fantasmas humanos.

Bueno, decir que podía ver fantasmas era un poco exagerado, Yūsuke en realidad podía ver un fantasma.

Lo irónico era el hecho de que sin ser un fantasma por alguna razón siempre la confundían con uno.

Lo cruel del asunto era que le tenía terror a los espectros.

Por estas dos razones es natural pensar que Yūsuke al darse cuenta que tenía una compañera sobrenatural se espantó en sobremanera. Hubiese sido un poco más llevadero si el fantasma hubiese sido un monstruo, con el tiempo se había acostumbrado a ellos... El problema radicaba en que conoció a Kimmy antes de que los monstruos fueran liberados del Monte Ebott.

Kimmy era el nombre que decidió darle, no sabía si era su nombre real pero era mucho más confortante pensar el ella como "Kimmy" que como "la niña fantasma"; había parecido un día de la nada, volvía de la escuela cuando la encontró parada en mitad de la sala. Hubiese sido agradable decir que Kimmy era una niña dulce y que por su apariencia no infundía terror a la primera... pero desgraciadamente aunque eso podría ser cierto, sus facciones adorables no aminoraron el grito de espanto de Yūsuke.

Sí, era tierna, sí, se veía dulce, no, no tenía sangre chorreando de su boca, pero Yūsuke era muy perceptiva, al verla casi transparente, con su piel pálida, ojos brillantes verdes, ojeras y un delantal desgastado... bien, sumó dos más dos y el resultado fue fantasma.

Su familia la tranquilizó, todos menos Keichi que se veía extrañamente deleitado de verla tan asustada, se convenció de que había sido solo producto del cansancio del día, pero su teoría empezó a desmontarse después de la séptima aparición.

Kimmy no hablaba, pero tenía la mala costumbre de aparecer repentinamente haciendo de su vida una película de terror, siempre que estaba frente a ella abría la boca como si quisiera decirle algo, pero nada salía de ella. Le tomó mucho tiempo a Yūsuke para entender que en realidad no era que no quisiera hablar, Kimmy no podía hablar, al darse cuenta de eso hizo un esfuerzo por no escapar de la niña y le dio la oportunidad de expresarse.

Tardaron un poco, pero al cabo de unos minutos y muchos nervios, Yūsuke pudo entender lo que Kimmy decía al leerle los labios.

"Cuidado y... perdón."

Kimmy no era muy buena calmado a las personas.

Ese mismo día se informó en las noticias sobre la llegada de los monstruos del Monte Ebott, desde ese preciso día su presencia se volvió como el aire.

Si antes de ese acontecimiento Yūsuke no destacaba mucho por lo silenciosa que era, ahora nadie la notaba a menos que hiciese un escándalo, la única excepción a aquello era su familia, pero descartándolos a ellos era lo mismo que no existir.

Fue horrible.

Era deprimente en cierto modo no ser reconocida por nadie, andar y ser ignorada, tratar de ser incluida en una conversación y ser despreciada. Sabía que si hacía un estropicio podría llamar la atención, pero ese no era su estilo, no le gustaba la simple idea de tener que causar problemas para ser notada.

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