(4) Luces amistosas

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SoulTale
Jasminum Officinale

「La historia de un fantasma 」

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Capítulo XXIII
Luces amistosas
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Frisk sostenía una taza de chocolate caliente, tenía una frazada blanca en su regazo, brindándole calor, en la mesa había un par de sándwiches sencillos de queso, soltaban vapor y al lado de los sándwiches había un plato de galletas. Era sorprende lo buen anfitrión que era Yūsuke, Frisk se sentía como si de nuevo, Toriel le invitaba a las Ruinas y le daba una cama cómoda y comida, era de lo más confortante, no podía evitar sonreír por tanta hospitalidad.

Aunque, sería mejor si Flowey y Yūsuke no estuviesen discutiendo.

—Le dijiste que no tomara tu mano —dijo Flowey con el ceño fruncido, recordando la vez en la que Frisk le había extendido la mano.

—No es porque fuese a traspasarme, es porque la tenía sucia, estaba limpiando, ¿recuerdas? —espetó Yūsuke con los brazos cruzados, mirando seriamente a Flowey—, además, si fuera un fantasma, ¿por qué me habría tomado la molestia de eludir la guardia canina? Podría haber pasado frente a ellos sin que me percibieran.

—Pero pasas por todos lados y nadie nunca te voltea a ver.

—Soy de presencia débil, no resalto mucho y no hago ruido.

—¡Te llamé fantasma todo el tiempo y jamás me corregiste!

—Pensé que era un apodo, se los pones a todo el mundo —se quejó Yūsuke—. A Frisk le llamas idiota, a Monster Kid mocoso amarillo, a la niña demente, al niño llorón y así, pensé que simplemente estabas dándome un apodo también. Además, jamás te dije que era un fantasma, pero sí te dije que pararas de llamarme así.

—¡Nunca lo negaste!

—Pero tampoco lo acepté —Yūsuke ahora estaba encarando a Flowey, no obstante, después de un par de segundos de enfrentamiento se dirigió a Frisk con tranquilidad—. ¿Qué tal está el chocolate?

Frisk sonrió con sorpresa y levantó el dedo pulgar, explicando que estaba delicioso, era dulce pero no empalagoso, tibio y confortante, le habría encantado compartirlo con su familia o amigos, pero solamente estaba Flowey y él no podía tomar chocolate.

—Está oscureciendo —comentó Yūsuke mientras abría una ventana—, debo ir a recoger a mis hermanos menores de la casa de unos amigos, pasaré por el trabajo de mis padres para ver si alguno me puede prestar su celular para llamar a tu familia, ¿de acuerdo?

—¿Nos vas a dejar solos? —preguntó Flowey casi alarmado, estaban en un vecindario peligroso en una casa desconocida.

—Será solo por veinte minutos, pueden leer algo si quieren —respondió Yūsuke desamarrando su sudadera de su cintura y poniéndosela con un poco de dificultad, luego se desató el cabello y lo despeinó un poco, tomó las llaves de la decoración de madera donde las había dejado y se dirigió a la puerta.

—¿No hay televisión? Y ahora que lo pienso, ¿no tienes un teléfono en la casa para llamar? —cuestionó Flowey nuevamente.

—No tenemos cable, no contamos con el servicio —respondió Yūsuke en orden y sin alterarse—. Si se te antojan, aún quedaron unas galletas guardadas en el horno, recuerden, no le abran a absolutamente nadie y si van a seguir conversando, les recomiendo que lo hagan en voz baja, a menos que quieran que los vecinos se enteren de todo lo que van a hablar.

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