- Partida -

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Esta vez la ropa se sentía cómoda. El sol se ocultaba y, por una extraña razón, por primera vez, pude sentir la misma fragancia de las flores de las que tanto me hablaba mi abuela todos los fines de semana, a lo que yo asentía y pretendía también percibir, cuando no era del todo así. Era buena con los detalles; sin embargo, ella entendía mucho mejor muchas cosas más. A mí solo me gustaba apreciarlas. Ella, en cambio, cuidaba constantemente de ellas y eso la hacía feliz.
Pero, sí, esta vez el día se sentía diferente y las sensaciones que iban adheridas a él también. Me encontraba en el mismo lugar de todos los días, pero lo disfrutaba más porque sabía que no estaría por mucho aquí. El corazón se me aceleraba cada vez que recordaba que, con el tiempo, se iban restando más y más los días. No estaba preparada. Jamás lo estuve. Y aun así, se acercaba la fecha en que tenía que marcharme.

Esta vez escribía con más frecuencia. Mi forma de desahogarme se convirtió en un escape. Todo parecía mejor cuando me sumergía entre las hojas de los cuadernos y las horas pasaban ingratas por el lugar de siempre.
Intenté muchas veces encontrarme; encontrar el lugar al que pertenecía porque, de pronto, a pesar de sentirme segura en el que estaba, no se sentía completamente bien para estar satisfecha con cada minuto que pasaba y con todo lo que hacía. Necesitaba más y, fue allí, cuando me di cuenta que mi "hogar" no era algo físico, sino más bien emocional y para poder hallarlo, necesitaba llenarme de experiencias. Las mismas a las que les tenía temor. Las mismas que anhelaba, pero se veían lejanas; casi imposibles.
Las noches caían como una especie de dominó y me vi perdida muchas veces. Algo que se había tornado un tanto común. Y sí, ansiando un sin número de cosas, pero limitada de alguna manera. Limitada como siempre, a la espera de algo que no parecía llegar.

Mi partida implica un renacer, un abrir de ojos que representa un cambio en muchos ámbitos, de muchas cosas. El quedarme o irme. Las decisiones y los errores. El miedo y el orgullo. Los resultados. La calma. Mi espacio.
Mientras una mañana avanza, voy comprendiendo lo esencial de saber aventurarse a las cosas que una vez imaginé y en lo que, desde ese momento, no pude dejar de pensar. Y sí, que a pesar de que representa una partida del lugar que he amado durante toda mi vida, también resulta ser un lado donde mi libertad se queda impregnada en mi cuerpo y los sueños empiezan a despertarse porque están más cerca de lo esperado.

(s.b)

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