Mi caos.

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He llegado a la conclusión que todos nos vemos inmersos en un caos mental. Unos lo controlan primero que otros, pero al final terminamos, en algún momento, metidos en el mismo hoyo.
No sé si sea porque nos lo merecemos o porque nos obligamos, sin darnos cuenta, a entrar allí. Culpamos a la sociedad de todo lo terrible que nos sucede a diario y olvidamos que al final, nosotros pertenecemos a ella también. Nosotros hemos construido esa "sociedad" que tanto odiamos y criticamos. Y somos los que juzgamos a los demás por la mínima cosa, incluso a pesar de no querer hacerlo. Lo hemos hecho, al menos una vez en la vida.
Pero he llegado a la conclusión, también, que tener un caos mental no está precisamente mal del todo. He comprendido que es lo que me ha ayudado a mí a darme cuenta del desorden que he tenido en mi vida y en lo que me estaba convirtiendo. Ese caos mental que a tantos les cuesta reconocer, ha dado pie a que me aceptara hasta en las peores de mis caídas. Y solo por ese pequeño detalle, estoy totalmente segura que está bien.

Mi proceso de aceptación ha sido uno muy, pero muy largo. Tanto así, que no puedo diferenciar qué es lo que más me ha afectado durante todo ese tiempo. Tengo un sin número de recuerdos de falsas ideas mezcladas en mi cabeza...
Lo que solía creer; lo que me hacían creer; y sí, lo que yo creía, pero tenía miedo de decir enfrente de los demás.

Yo, delante del espejo, viéndome reflejada en él y aborreciendo cada parte de mí.
Yo, sentada, sintiendo como mi columna se curvaba y no me gustaba sentir mi cuerpo ni estar en él.
Yo, sintiendo con mis manos mi rostro, deseando no ser yo quien estaba debajo de esa piel.
Yo, odiándome, todos los días. Sin parar.

Yo. Hundida.
Estaba en el hueco. En un caos mental del que no sabía cómo salir.

En ese instante, lo vi como algo que solo empeoraría mi situación, como algo que no mejoraría, como algo que estaba destinado a quedarse en ese estado para siempre. Y realmente no era así. Estaba equivocada en muchas cosas, pero no me daría cuenta de eso sino hasta muchos años después.
Las críticas me hacían sentirme inferior y algo que no estaba bien. Y a pesar de que a veces quería gritar y decir lo contario; a pesar de que a veces quería dar el paso que me alejara de la oscuridad que me cubría todo el tiempo, no podía... porque por más de que quería convencerme de lo contrario, cada palabra ofensiva y cada estereotipo "perfecto" enfrente de mí, solo me arrastraba de vuelta al mismo lugar de donde había querido salir.
Al final, es una historia muy larga para contarla en unas cuantas líneas, pero lo único que sé es que gracias a haber tocado fondo, supe que merecía mucho más y por esa razón estoy aquí. De pie y escribiendo al respecto.

Todos tenemos nuestra vida totalmente desordenada en algún momento. Tenemos razones que creemos "válidas" para odiarnos y creemos que está bien hacerlo, pero no lo está. Es nuestro cuerpo, nuestro ser. Somos nosotros los que vivimos el presente y somos quienes nos permitimos caminar y seguir. Y gracias a eso entendí que valgo tanto como cualquier persona de este mundo, que el hecho de estar aquí, es una razón lo suficientemente importante para amarme y para aceptarme. Y que el caos en el que estuve, el caos que tenía mi mente, del que no podía salir, fue lo que necesitaba para llegar al lugar en el que estoy ahora. Que el esfuerzo valió la pena. Y ahora, sin duda, me amo más que nunca. Y eso es algo que jamás cambiará.

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