Consecuencias; cosas malas, buenas, feas, y pactos con entidades demoníacas

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Anthony azoto con fuerza la puerta de su oficina y luego la cerro con la misma fuerza, molestia era poco, comparado con lo que sentía en este momento.

¡joder! Cuando creyó que las cosas con Steve marchaban viento en popa, cuando ya se había proyectado un futuro con él a su lado, tenia que aparecer ese soldadito, sargento o lo que fuera, a tirar por la borda todos sus planes y a destruir sus ilusiones.

Tomó la primera botella de Whisky y sin importarle nada, la abrió y bebió de ella su contenido en largos sorbos, siendo esto suficiente, para sumirlo en un estado de ebriedad considerable.

No paso mucho tiempo para que llagar Steve, y que su cara de confusión se tornara en una de molestia al sentir el hedor a alcohol inundando todo el espacio.

—Tony, por que lo hiciste— pregunto molesto el rubio, mientras le arrebataba la botella que estaba por iniciar.

—y a ti que mierda te importa... Hip... Tu solo eres mi asistente... limitate a actuar como tal— le contesto con la voz dolida y entrecortada a causa del licor.

—eres un idiota, pero me importas y me preocupas, deja de hacerte esto a ti mismo— pidió el rubio con tristeza, expresando por primera vez lo que no se había atrevido a decir en el tiempo que llevaba trabajando con Tony.

—¡no mientas! ¡no finjas que te importo cuando en verdad no te importo! ¡a nadie le importo! ¡ni siquiera le pude importar a mis padres!— grito con la voz rota y llena de dolor, para finalmente soltarse a llorar como un niño sin consuelo.

Steve, con el corazón en un puño y resintiendo como un golpe la tristeza que emanaba el castaño, solo atino a abrazarlo. Sus padres siempre lo habían amado, pero era perfectamente capaz de sentir los sentimientos de Tony y poder comprenderlos. El mejor que nadie sabía lo que era soledad.

Al abrazarlo, el castaño se adhirió a él en un fuerte abrazo y dejo que sus lágrimas mancharan el chaleco y la camisa de su asistente. Sabía que estaba siendo débil frente a quien menos debía serlo, pero la mera sensación de sentir que perdía de alguna forma a Steve, que se alejaría de su lado, le hacia sentir abandonado, desolado, vacío y ese era un dolor que no quería volver a sentir, ya lo había experimentado durante la mayor parte de su vida por culpa de sus padres, también cuando lo vio caer a él en su oficina y cuando sucedió lo del ataque de asma. Era algo que definitivamente no quería volver a sentir.

—prometeme que te quedaras a mi lado... Que no importa si tienes pareja, no me abandonarás... Prometelo— rogó el castaño con la voz quebrada.

—Tony, te lo prometo... Y hay algo que quiero aclararte, y es que yo no tengo pareja... Después de todo, nadie se fijaría en mi— dijo con tristeza el rubio, mientras acariciaba los castaños y rebeldes cabellos.

El rubio lo hizo poner de pie, y haciendo esfuerzos titánicos por lidiar con su peso, lo condujo hasta el sofá donde él había estado el día anterior, dejándolo ahí y cubriéndolo con una manta, que había encontrado ahí, se le hacia vagamente familiar, pero simplemente lo dejo pasar.

El rubio arrullo al castaño, que se cansó de decir incoherencias y poco después cayó en un sueño profundo, a causa de la cantidad de licor que había ingerido en tan poco tiempo.

Cuando el castaño se durmió, el rubio dio un hondo suspiro, tomo los documentos que eran necesarios para el día de hoy, bajo las persianas de las ventanas y dejo al castaño descansar su borrachera. Seria condescendiente, y en parte, era porque lo que él había dicho le había dolido, pero de la platica que tenían pendiente no se salvaría, ya tendría suficiente tiempo para reclamarle por sus idioteces, por ahora debía sentarse en todas las juntas que tenían pendientes... Seria un día supremamente largo.

Amor A Puertas CerradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora