Y no regresas

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Tony se había ido hace buen tiempo, y Steve aun no se levantaba de la cama. La fragancia tan deliciosa que Tony solía usar aún inundaba el espacio,y el saberse lejos de su amado le hacia permanecer allí, pues aquel aroma le ofrecía una sensación de confort y tranquilidad, y calmaba en parte aquel mal presentimiento que con nada se alejaba de su pecho.

Miro la hora y con sumo cuidado, se puso de pie, resintiendo el dolor en su parte baja y en sus caderas. Pero aquel malestar no era nada comparado con todo lo que Tony le había hecho sentir en la noche y al amanecer. Definitivamente, el mejor cumpleaños que había tenido.

—señor Rogers, son las siete y quince de la mañana, la temperatura es baja, así que le sugiero que se abrigue correctamente para evitar complicaciones futuras — aviso la inteligencia artificial.

—Gracias Jarvis— dijo con suavidad, mientras se envolvía en la bata favorita del castaño y se dirigía a la cocina, en el tiempo que llevaba de novio con el castaño, este se había encargado de enseñarle la torre sin dejar ningún lugar sin explorar. No había ningún lugar que no le hubiera mostrado ya y ya se encontraba familiarizado con casi todo.

—Señor, sobre la mesa principal de la sala se encuentra una tarjeta con acceso ilimitado a toda la torre y la habitación del señor Stark fue adecuada para que usted traiga sus pertenencias y se instale allí, el señor Stark me pidió que le informara que quería encontrarlo instalado aquí para su regreso y agrego que no quería recibir un reproche o una negativa de su parte — informó la IA al rubio, que solo atino a dar un profundo suspiro.

—no puedo negarme, verdad— pregunto con ironía, mientras tomaba un vaso de la encimera y lo llenaba de agua.

—me temo que no, sabe como es el señor Stark cuando algo se le mete a la cabeza— comento la IA.

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—Señor, el objetivo acaba de abordar el vuelo, le estaré informando cuando pise suelo afgano— informó un sujeto de la base aérea a un contacto que tenia.

—perfecto, estaré esperando su llamada— respondieron. Una sonrisa se dibujo en el rostro del hombre, el cual colgó la llamada.

—Preparate, Stark, porque la que me hicieron tu y la puta de tu secretario me la van a pagar— comentó con perversidad y malicia —Ya veremos, maldita perra, si cuando mate a tu estúpido noviecito y me quede con su empresa seguirás despreciándome de la misma forma. Vas a ser mio a la buena y a la mala, y pagaras con tu cuerpo todos y cada uno de los desprecios y ofensas que tu y el idiota de Stark me han hecho pasar— murmuro con odio, para tomar una copa de whisky que se hallaba sobre su escritorio y beber su contenido.

—Señor, me avisan que las tropas ya están listas y que el convoy que acompaña a Stark tomara la ruta pactada, lo tendremos en nuestro poder en unas cuantas horas— dijo un hombre que había entado al despacho.

—perfecto, dentro de poco inicia la caída del rey— dijo con voz macabra, para tomar algunos folders y salir de su oficina.

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Steve llego un poco tarde a la oficina. Sus compañeros no preguntaron, pues era una conducta repetitiva y como usualmente solía venir con el señor Stark, suponían que había llegado tarde porque había ido a despedirlo al hangar.

Al ingresar a la oficina del castaño, fue asaltado por un par de manos, las cuales se posaron a lado y lado sobre sus hombros.

—lo hicieron— pregunto la pelirroja con emoción.

—Ya no eres casto y puro— preguntó alarmado el castaño de ojos claros.

—Stark la tiene grande — pregunto pícara.

Amor A Puertas CerradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora