Hasta que la muerte nos separe II

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Tony, ataviado en un pulcro traje blanco de tres piezas con chaleco y corbata negra, se encontraba completamente nervioso, moviéndose de un lado a otro en la entrada de la iglesia, a pesar de que todos sus cálculos habían sido perfectos, temía de que ese sujeto interceptara el transporte de su futuro esposo y le secuestrara.

—¡Hey, Tones! Calmate, todo estará bien, Steve llegará pronto, y veras que esta sano y salvo, no tienes que preocuparte— intentó tranquilizarlo Rhodes, que se encontraba a su lado, en compañía de Pepper, quien miraba con preocupación a su amigo, ya que estaba al tanto de la situación en la que se encontraban.

En eso, el teléfono de Pepper suena, distrayendo a Tony que se encontraba al borde del colapso y a Rhodes, que intentaba evitar que su amigo sufriera un colapso.

—si— dijo la pelirroja cuando respondió al teléfono.

—Pepper, soy Natasha. Dile a tu jefe que estamos a dos calles de llegar a la iglesia, seguro en este momento esta al borde del colapso. También dile que no encontramos nada anormal en el camino, que todo va conforme al plan— le aviso la mujer con seriedad y sin poder ocultar la burla en su voz.

—gracias por avisar, Natasha, ya le voy a decir— le agradeció, mientras se giraba al mayor.

—Mejor no le digas nada, ya llegamos, en dos minutos estaremos allá— le dijo divertida, para luego cortar la llamada.

—era Natasha, Pepper, dime que paso, Steve esta bien, no me digas que lo secuestraron de nuevo, por favor— le preguntó rápidamente, mientras la tomaba por los brazos y buscaba algo que le indicase lo que ocurría en su mirada.

—calmate, Tony, lo que pasa es que...— trató de explicar, pero fue cortada por el castaño.

—como pretendes que me calme, Pepper, es mi novio y no he sabido de el desde ayer, y si le sucede algo malo de nuevo, crees que me lo perdonaría— le dijo desesperado, angustiado y preocupado, dejándole ver a sus amigos lo que verdaderamente sentía en ese momento.

—¡hey, Tony, calmate! Aquí estoy— le dijo el rubio con suavidad, cambiando por completo la expresión del rostro del mayor.

—¡Stevie!— exclamó feliz, mientras se giraba y estrechaba al rubio en un apretado abrazo, sacándole a este una sonrisa.

—también me da gusto verte de nuevo, Tony. Te extrañe— murmuró en medio del abrazo.

—yo igual—  le dijo con cariño, para luego sonreír con socarronería —feliz cumpleaños, Steve— le dijo divertido, para acercarse a daré un beso, pero fue interrumpido por los padrinos, quienes los separaron, evitando la culminación del acto.

—ni lo sueñes, Stark, primero te casas y luego lo besas. No te vas a comer el postre antes de la cena— si, ese fue Bucky, quien le espeto molesto al castaño contrario, el cual atino a sonreír por sus innumerables recuerdos de momentos íntimos, en compañía de Steve.

*****
En otro lugar, un hombre cargaba su pistola con seis balas, para luego limpiarla y colocarla en su pulcro traje.

Revisó que todo estuviera en orden, con respecto a su apariencia, y luego giro su cabeza hasta la mesa mas cercana, donde, en letras doradas, se encontraban gravados los nombres de Steven Rogers y Anthony Stark.

Una risa macabra salio de sus labios, esa boda no se realizaría, y de hacerlo, se encargaría de que Stark nunca estuviera con Steve, primero lo mataba él, antes de permitir que ese maldito disfrutará de lo que era suyo desde el momento en el que le vio revisando documentación en su oficina.

Tomo la invitación, reviso que su vestimenta y su pistola estuvieran en su lugar, y salió silbando del lugar en el que se ocultaba.

Hoy acabaría con esta farsa de una vez por todas y de su cuenta iba que Stark sufriera la peor de las agonías.

Y Steve... Él volvería al lugar en donde debía estar... Vivo o muerto.

+**+

Al llegar a la iglesia, ingreso por una puerta lateral, y observó cuidadosamente lo que se encontraba a su alrededor, viendo como la prensa y varios asistentes esperaban el arribó de los novios y sus amigos cercanos, los cuales no daban señales de aparecer.

Rechisto los dientes, y verifico la hora de la boda en la invitación, descubriendo con molestia, que todo era una farsa del magnate, seguro ya se había enterado de su escape y había cambiado los planes.

Lanzó una maldición al aire y cuando su desesperación aumentó a niveles extremos, un hombre de los que tenia infiltrados en el Departamento de Seguridad Nacional se acercó al lugar en el que se encontraba.

—señor, nunca los va a encontrar aquí. Ellos repartieron a todos los invitados en diferentes iglesias, pero, yo realicé mis averiguaciones y se exactamente en donde se encuentran— le dijo con seriedad y seguridad, llamando la atención del mayor.

—si, entonces dime ya en donde se encuentran— demandó saber con molestia e impaciencia, mientras miraba de forma asesina.

—están en la iglesia que se encuentra a las afueras de la ciudad por el norte, exactamente a dos kilómetros de la avenida— indicó un tanto intimidado por el contrario.

El hombre, sin siquiera voltearse a mirar a aquel que le había informado, salió apresuradamente de la iglesia, tomo su vehículo, lo encendió y arranco a toda velocidad.

*****
—todos de pie— ordenó el párroco —estamos aquí reunidos para unir en sagrado matrimonio a Steven Grant Rogers y a Anthony Edward Stark— dijo solemne, mientras los dos novios se hallaban frente a frente en el altar.

—Steven, aceptas a Anthony Edward Stark para honrarle, amarle, serle fiel, respetarle y estar con él en la salud y la enfermedad, en la prosperidad y en la dificultad, hasta que la muerte los separe— dijo serio y solemne, mirando al rubio, quien sonrió hermosamente, antes de contestar.

—acepto, padre. Hoy y siempre— le dijo con seriedad, pero sin esconder la enorme felicidad que sentía.

—y tú, Anthony, aceptas a Steven Grant Rogers para honrarle, amarle, serle fiel, respetarle y estar con él en la salud y la enfermedad, en la prosperidad y en la dificultad, hasta que la muerte los separe— preguntó en el mismo tono, ahora dirigiendo su mirada al castaño.

—acepto, padre— respondió, mirando fijamente y con amor a su futuro esposo.

—bien, hay alguien en esta parroquia que se oponga a esta unión— preguntó seriamente.

—no, padre. No hay nadie que se oponga, continúe, por favor— le dijo Tony con el mismo tono irónico, despreocupado y socarrón de siempre.

—Tony, no— reprendió Pepper.

—Tony, si— dijo de vuelta en el mismo tono. —¿padre?— interrogó al párroco, que solo atino a suspirar.

—bueno, en ese caso, los declaro esposos. Que lo que dios ha unido, no lo separe el hombre. Pueden besarse—concedió el padre.

Ambos se miraron con infinito amor y una gran felicidad.

Tony fue el primero en acercarse, pero, fue Steve quien término la distancia, besando al contrario y transmitiéndole al castaño todo lo que sentía en ese momento.

La iglesia estalló en vítores y aplausos, al mismo tiempo que las puertas de la iglesia se abrían de un portazo.

Lo próximo que se escuchó en la iglesia, fue el sonido de cuatro disparos y los gritos aterrados de toda la concurrencia.

Amor A Puertas CerradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora