Quiero estar Contigo

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—¿y vas a ir?— preguntó el rubio, tratando de esconder la tristeza y la decepción que sentía. Giro su rostro y se fijo en la fecha que marcaba el ordenador: 2 de Julio.

—no, Steve, yo te prometí que estaría contigo el día de tu cumpleaños y es algo que te voy a cumplir, es tu aniversario numero 20 y se cuan importante es para ti, hablare con ellos personalmente y pediré una prórroga — aviso con determinación el castaño, para girar al rubio, colocándolo sobre su regazo y haciendo que este quedará de espaldas a la puerta y al escritorio, mirándole de frente.

—en verdad harías esto por mi— preguntó sonrojado, mirando con amor al castaño frente a él.

—esto y más, Steven, eres mi chico y haría cualquier cosa en el mundo, solo por verte feliz— respondió el castaño, para sellar su promesa con un beso.

—te amo, Anthony, en verdad no sabes cuanto te amo— murmuro entre sus labios, para luego sonreírle coquetamente al castaño, a te de dejar un suave y fugaz beso sobre sus labios.

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El cuatro de julio llego, y con ello, el cumpleaños numero 20 de Steve. Y este fue catalogado como uno de los mejores días de su vida. Sus amigos y su pareja se esforzaron por sorprenderle, le prepararon un día lleno de actividades, comida y festejo que se esforzó por compartir y aprovechar al máximo, al lado de todos aquellos que son importantes y especiales en su vida. Si sus padres le vieran desde el cielo, muy seguramente se sentirían orgullosos de todo lo que había logrado.

Un poco de tristeza lo embargaba al recordar que su novio se marcharía mañana, pero dejaba ese pensamiento de lado y se dedicaba a disfrutar al máximo de su compañía.

En la tarde, Tony, después de llevarle a una tienda lujosa y obsequiarle un traje nuevo hecho a medida, le propuso compartir una noche en lo que se había convertido en su segundo lugar favorito, en casa de Tony.

Ahora se encontraba en el amplio comedor de la casa de su novio, vestido con un fino traje azul marino de tres piezas,con una corbata roja y camisa blanca, a la espera del flamante castaño, que según Jarvis, se encontraba en su habitación, preparándose para la ocasión.

Se encontraba distraído, admirando la belleza de las obras de arte que se encontraban en el lugar, que no notó al castaño que de acercaba con sigilo hacia él, hasta que una voz aterciopelada se dejo escuchar en su oído.

—ninguno de esos insulsos cuadros pude hacerle justicia a tu hermosura, asistente Rogers— susurro en su oído con galantería, mientras le extendía una rosa roja.

El rubio tomo con cuidado la rosa y se sonrojo por el cumplido, e iba a responder, pero al girar, las palabras se quedaron en su boca. Tony estaba radiante, el traje color carbón de tres piezas que usaba, con esa corbata negra y esa camisa roja hicieron estragos en su psiquis y en sus pantalones. Dios, ahí esta ese hombre dándole una probadita de lo jodidamente caliente que podía llegar a ser.

—te gusta lo que ves, soldadito, no te preocupes que esto no se va a ir, todo lo que ves aquí es sólo tuyo— le dijo con picardía, mientras se señalaba a si mismo.

—te ves... Te ves muy bien, Anthony — murmuro sonrojado el rubio, con una voz que estremeció al contrario por su suavidad y sensualidad. De seguir así, su noche no iba a seguir de acuerdo al plan, y terminaría con Steve odiándolo por pasarse de listo y tomarlo. Pero no podían culparlo, ese traje combinado con la inocencia que desprendía su portador, el sonrojo y esa seductora voz lo tenían en el limite. ¡joder! Si hasta tenía los pantalones ajustados en la entrepierna de solo imaginarlo.

—yo prepare Fondue para ambos— dijo orgulloso, mientras se dirigía a la cocina y regresaba de ella trayendo consigo el platillo y pan tostado y cortado.

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La cena trascurrió amena, entre conversaciones alegres y cosas desconocidas de la vida del contrario. La tensión sexual de los dos no se había a ido, seguía presente, como un monstruo al asecho, esperando la oportunidad para hacerlos ceder a sus bajos instintos.

Steve se fijo en la hora y los colores bajaron de su rostro, eran las diez y sabia que lo que había preparado su novio no terminaba allí, pero él no podía perder su oportunidad. Tony estaría por fuera largo tiempo, así que él quería que Tony tuviera lo mas importante de su ser antes de irse: quería que Tony tuviera su pureza; su primera vez.

—Steven— dijo el castaño con ternura, atrayendo su atención —mira, se que muchos piensan que el amor se define en una cuestión de tiempo y que es el tiempo quien determina el amor. Pero, yo soy uno de los que se opone a esto y piensa que el amor se mide en intensidad, y que es esa intensidad la que será capaz de determinar su duración. En este tiempo que he estado junto a ti, me he dado cuenta que no hay nada que desee más que permanecer a tu lado, y despertar junto a ti todos los días. Había algo que te quería proponer. Pero las cosas no salen como uno desea, a pesar de que soy Tony Stark, por eso te prometo que cuando regrese, haré las cosas bien y te diré lo que tenía para decirte, de acuerdo— pidió el castaño, recibiendo un asentamiento del rubio. El castaño apretó fuertemente en su bolsillo una pequeña caja de terciopelo, que contenía en su interior la llave de la felicidad y el futuro del castaño.

—Tony, en verdad, no te haces ni una idea de cuanto te amo, y si me pides que espere, esperaré lo que ses necesario, solo por ti. Ahora, se que es mi cumpleaños y que muy seguramente tenías muchas cosas preparadas para mi, pero mañana ya te vas, y no se cuando regresas, por eso quería darte algo— dijo aparentando calma, una que pretendía ocultar su nerviosismo por lo que iba a pedir a continuación.

Sin agregar nada más, el rubio se puso de pie, y tomó al castaño de la mano, para que este imitase su acción, y lo condujo hasta la habitación del castaño, una que se conocía más que de memoria.

—que quieres regalarme, Steve— pregunto con curiosidad, poniéndose frente al contrario y viendo que se encontraban en el interior de su habitación.

—Tony, no se si es pronto, pero yo...— dijo nervioso, sonrojado y mordiéndose el labio inferior, pero sin apartar sus orbes añiles del contrario.

—pronto para que, Steve — pregunto, intuyendo de que iba todo aquello.

—Tony, yo... Yo quiero estar contigo— dijo avergonzado, pero mirando con determinación y seriedad al castaño.

—estas conmigo, Steve— contestó el castaño, haciéndose el desentendido, pues él era perfectamente consciente de lo que Steve le estaba pidiendo, pero quería que lo hiciera de la forma correcta.

—¡Tony! Sabes bien a lo que me refiero, yo... Yo quiero llegar hasta el final, quiero más que simples roces o besos subidos de tono, yo quiero que seas solo mio y de ese modo pertenecerte solo a ti... Yo lo quiero todo— exclamó avergonzado y frustrado, haciendo que el castaño sonriera con picardía y deseo, para luego tomar al rubio de la cintura, pegándolo a su pecho.

—así esta mucho mejor— le susurró,  completamente deseoso, para luego bajar a sus labios y tomarlos en un beso cargado de pasión, mientras sus manos se atrevían a explorar lo que por respeto al contrario no se tomaban la libertad de recorrer.

La noche aun era joven y era únicamente de los dos.

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Hasta aquí...

Espero que les haya gustado.

Lamento la tardanza. Nos leemos luego.

Amor A Puertas CerradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora