Un pesado dia de oficina y lo que promete ser un desastre

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El señor Stark estaba ebrio y completamente fuera de combate. ¡genial! Sencillamente genial.

Steve dio un pesado suspiro al salir de la oficina del castaño, el día que más necesitaba de la presencia y la estabilidad mental del mayor, a este, por causas completamente desconocidas, se le ocurrió embriagarse muy temprano en la mañana y quedar completamente inaccesible.

Llevo las carpetas hasta su oficina y releyó nuevamente los contratos, anexo a ello, investigo brevemente los temas de las distintas juntas. La mañana que había empezado soleada, se torno oscura y fría, Steve se preocupó un poco por las condiciones del clima y porque el día anterior se había tornado igual y había terminado mal.

Solo por prevención, abrió la gaveta donde guardaba su inhalador y se llevó una tremenda sorpresa. En su gaveta no solo había tres repuestos de su fórmula habitual, anexo a ello y envuelta con sumo cuidado, se encontraba una bufanda azul y unos guantes del mismo color. Un sonrojo bañó sus mejillas e iba a cerrar la gaveta, cuando una pequeña nota llamo su atención, la tomo con cuidado en sus manos y noto la suave y desordenada caligrafía de su jefe impresa en el papel.

"Para que sepas que, a pesar de ser un completo idiota y sacarte de tus casillas a menudo, yo me preocupo por ti"

T.S

Pdt: la elegí yo, no mande a nadie a comprarla y pensé en el color de tus ojos cuando la elegí y los guantes venían a juego.

Una cálida y hermosa sonrisa afloro en su rostro, y llevó la bufanda a su nariz, deleitándose con su olor; olía a nuevo y a Tony. Por lo general no solía aceptar presentes de nadie, pero el dueño del detalle era alguien especial y le era bastante útil, por lo que la puso en su cuello y mentalmente se apunto el darle las gracias a Tony por el lindo detalle.

Término de alistar los últimos pendientes, cuando unos golpes en su puerta interrumpieron su tarea.

—se puede pasar— pregunto la rubia del otro lado de la puerta.

—adelante, Sharon, sigue— concedió el rubio, mientras regresaba momentáneamente la vista a los papeles.

—buenos días, Steve — saludo la mujer con una sonrisa, asegurándose de verse bien frente al chico que le gustaba y llevando consigo café y unas donas de la panadería favorita del rubio.

—buenos días, Sharon. Me alegra tenerte por aquí— le saludo cortésmente, mientras le regalaba una breve y hermosa sonrisa, para después regresar su vista a los documentos.

—Steve... Em, yo me entere de lo que te sucedió ayer y quería saber como te encontrabas, traje café y unas donas— dijo mientras ingresaba de lleno a la oficina y colocaba las donas en una mesa auxiliar, y se acercaba a ayudar a Steve a liberar un poco su escritorio para tener una agradable y cómoda merienda.

—estoy muy bien ahora, Sharon, gracias por preguntar— respondió el rubio con una sonrisa.

—oye, estos no son los contratos de la junta de hoy, no se supone que debía tenerlo el señor Stark — comento con extrañeza la rubia, mientras los apilaba en una torre.

—si, pero el señor Stark no se encuentra en condiciones y no podemos darle más largas a estas juntas, las perdidas que tendríamos serian desastrosas, por eso me estoy preparando para suplirlo el día de hoy— avisó el rubio mientras organizaba los últimos documentos y ayudaba a la chica con los cafés.

—oh! Ya veo— la chica torció el gesto con un poco de molestia —¡tengo una idea! Yo podría asistirte durante las juntas, las chicas podrían ayudarme y yo podría ayudarte a ti para que no tengas tanto trabajo— sugirió la chica con una sonrisa, más allá de pasar o no tiempo con Steve, quería serle de utilidad y hacer que su trabajo no fuera tan pesado, ante todo, Steve siempre sería su amigo, por lo que quería lo mejor para él.

Amor A Puertas CerradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora