Capítulo X. Hermano

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Beta reader: G. Mauvaise

Con pasos tambaleantes Hogun continúa adentrándose al bosque. De la punta de sus dedos cuelga una botella a punto de quedar vacía, pero no la soltará, quiere prolongar la sensación que adormece su cuerpo y beber la última gota cuando sienta que de nuevo la realidad le acecha.

El canto nocturno de la naturaleza le resulta increíble, las hojas siendo acariciadas por el viento, los insectos, las pequeñas y las grandes bestias, el río que parece estar cada vez más cerca, todo le atrae, y evitando tropezar se sostiene de las enormes rocas y de los gruesos troncos. «Allá voy», piensa reiteradamente. «Voy contigo, mi amada».

Se estremece cuando siente su aliento en la nuca y gira tan rápido para tomarla en sus brazos, pero no hay nadie. Está completamente solo, y lo comprende.

No es muy claro lo que hizo para estar allí, ni tampoco el motivo. Solo sabe que estaba en el límite del pueblo conversando con los otros. ¿Qué hablaban? ¿Qué dijeron? Por alguna razón lo olvidó, aunque no importa, ahora lo único en lo que puede pensar es en encontrarla. ¿A quién? «A ella». Por supuesto. La razón de su existencia, la que esperó por tanto tiempo, al motivo por el cuál abría los ojos por la mañana. Todo valió la pena, todo si esa noche podía verla. Estaba en su instinto, estaba escrito en algún lugar, estaba predicho que ese día regresaría a su lado. Nunca debió apartarse, jamás debió permitir que lo separaran de su lado; Asgard era el culpable de que ahora no pueda hallarla, él debió quedarse ahí por siempre, hasta por fin tener la fortuna de mirarla. La amaba, la amaba tan profundamente, tan intensamente que las lágrimas brotaron de sus ojos y solo gritó. Un sonido desgarrador sale de sus labios para llamarla, su pecho quema, su alma entera está bramando, todo el tiempo debió estar con ella. Ahora, el tenerla tan cerca y no poder tocarla le está matando lentamente. Cada una de sus partículas se destruye, están suplicando por ella, porque estuviera ahí con él, porque lo perdonara y lo refugiara en su regazo.

Se tira al suelo al no soportar más y en sus puños toma la tierra en un acto de desesperación. Necesita sacar esa frustración, quiere morir si ella lo rechaza.

Tranquilo —acaricia su cabeza con la dulzura que nunca antes recibió. Hogun intenta arrastrarse para estar más cerca, pero no es necesario, unos brazos delgados rodean su cuello—. Está bien, ahora todo está bien —susurra. Su voz es preciosa, es sublime y él no merece tanto; comienza a golpear el suelo con las palmas de sus manos—. Detente —lo toma de las muñecas y con una fuerza que no aparenta logra elevar sus brazos al cielo—. No lo hagas más, todo está bien.

Sus párpados se vuelven pesados, pero su voluntad le regala unos segundos más para contemplar aquel rostro tan hermoso. Tiene unos ojos rojos que desprenden compasión, son brillantes y cree que está llorando con él. Definitivamente no la merece, pero la necesita tanto que no puede negarse.

Dame tu corazón —alcanza a escuchar cuando está a punto de cerrar los ojos.

—Toma todo lo que quieras de mí —musita en el borde de la realidad y la inconsciencia.

[...]

Los Vanir y los Aesir no siempre fueron razas aliadas. Hubo un tiempo en que lucharon, Hogun incluso tiene hermanos que detestan Asgard; algunos creen que los lazos fueron forzados por Odín. Él no entiende ese odio, para él ambos mundos se necesitan, se complementan. Recuerda cuando conoció a los hermanos Odinson, pensó al instante que jamás le agradarían, que eran unos niños petulantes y engreídos, pero la historia fue diferente, sus ojos se llenaron de admiración y sorprendentemente los de ellos también. Lucharon hombro con hombro, enfrentaron juntos adversarios poderosos, situaciones apremiantes, aventuras inolvidables. Ahora los apreciaba de una forma en que no ocupaba dar un nombre a lo que sentía, claro, seguía con más entusiasmo a Thor, y es que Loki poseía una personalidad extraña que en ocasiones los metía en problemas de la misma forma en que los sacaba de ellos, y eso no terminaba de convencerlo.

Excusas en tintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora