Capítulo XXIX. Balder

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«Pese a que en Asgard parecía que todo el tiempo estaban celebrando —o tenían un buen motivo para ello— los aniversarios de nacimiento no eran muy comunes, al menos no cada año, más bien cada que un æsir cumplía un milenio se hacía un festejo conmemorativo en su honor; y ese día en especial, el castillo resplandecía más de lo habitual, el primogénito del rey recién cumplía mil años de existencia.

Thor con porte orgulloso se paseaba por el salón principal conversando y de vez en cuando, sacaba a un elfo de luz a bailar, se le notaba feliz, su sonrisa, en definitiva era la más bella del lugar.

Loki lo observaba desde un rincón, aunque tenía fama por su carácter peculiar, sabía comportarse cuando Odín invitaba a seres de otros reinos. De hecho, siempre hacía gala de su elocuencia e intelecto. Sin embargo, por esta ocasión el hechicero hizo una excepción. Normalmente andaría tras su hermano saludando y entablando charlas superficiales con los presentes, pero tras las primeras horas, una sensación extraña le invadió. Era normal en él sentirse fuera de lugar, como que no encajaba, y lo tomaba como un defecto de su personalidad —o una virtud, dependiendo de su humor—, solo que esta vez al vislumbrar a su padre junto a Thor, y percibir como le decía en un susurro que se comportara, con un brillo especial que denotaba complicidad, pensó que en definitiva jamás tendría aquello. Que el día que celebrara su primer milenio, no obtendría esa expresión inspiradora del Padre de Todos. Ni la del resto, que veían a su hermano con esperanza, con convicción de que sería el rey.

Fandral aprovechó cuando la música cesó para pedirle a Thor que bebieran juntos, lo llevó al lado de Sif donde ya los esperaba con unas copas. Haciendo un brindis en honor a Odinson, rieron y regresaron al centro del salón para bailar.

Suspirando y con los brazos cruzados frente a su pecho, deseó poder salir de allí sin temor de que después Frigga le llamara la atención. En verdad no quería seguir ahí. Entonces por el rabillo del ojo atrapó a alguien observándolo, un Vanir que lucía un par de décadas mayor que él. Al saberse descubierto intentó disimular, pero Loki se estaba aburriendo y los pensamientos en su cabeza comenzaban a tornarse oscuros, por lo que le pareció mejor idea entretenerse con aquel ser. Que no tenía la apariencia de un guerrero, aunque tampoco de un hechicero. Dirigió sus pasos al Vanir que reaccionó nervioso, sin saber dónde colocar sus manos.

Había trenzado varios mechones de su cabello, finas hebras negras consiguieron escapar y bailaban libres por rostro, su traje verde y amarillo, sin detalles en oro, prefería que su belleza natural resaltara por sí sola, favorecía a sus orbes esmeraldas que incluso a la luz de candelabros no conseguía extinguir su brillo. Loki sabía que lucía atractivo, aunque varios de los que hoy admiraban su belleza en otra época le tacharon de inútil, ahora no podían negar aquel hecho. Sin embargo, el menor de los Odinson bajo ninguna circunstancia solía involucrarse con los æsir. Después de todo era rencoroso.

Así que el Vanir se le antojó como la excusa perfecta.

—¿Por qué no estás bailando? —le cuestionó colocándose a su lado. Ambos recargados en una de las columnas.

El adverso se encogió de hombros y pareció tomar su tiempo para elegir las palabras adecuadas.

—Me lastimé una pierna la última vez que fui de cacería —explicó sin atreverse a mirarlo directamente.

—¿Con qué un cazador? Que interesante, seguro has viajado por todo Yggdrasil —replicó satisfecho por la información.

—No lo es tanto como ser un hechicero —pronunció con cierta timidez.

Loki sonrió, era casi imposible que no lo conociera, después de todo, estaban en un festejo dedicado a su hermano.

—Lo siento, no recuerdo que nos presentaran antes, ¿cuál es tu nombre? —De una rápida ojeada, descubrió que las prendas del joven, aunque elegantes, se percibían un poco gastadas, era castaño y tenía pecas en el rostro que le conferían un aire infantil. Sus ojos eran grandes, astutos, de color del ámbar. Era un par de centímetros más alto que Loki, y debía admitirlo, con más masa muscular.

Excusas en tintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora