XLII

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–Beatrix, ya es media noche, iré a buscar algo para cenar–dijo Ruki recargado en el marco de la puerta.

La chica se levantó de la cama rápidamente.–¿Y a dónde iremos?

–Tu no irás a ninguna parte–detuvo a Beatrix.

–¿Y crees que puedes traer a alguien aquí para que yo cene?–dijo ella con indignación–Si mal no recuerdo, tu puedes mantenerte con comida humana–puso la mano en la mejilla de él–Pequeño mestizo~

–Aún así, tú no saldrás de aquí, tu padre lo ordenó

–¡Pero él no está aquí y ya no soy una niña!–agitó los brazos casi como una rabieta.

–Te estás comportando como una–él detuvo sus brazos por las muñecas con fuerza.

–Y parece que a tí te gusta que lo haga...–sonrió arqueando las cejas cual la sonrisa de su padre.

El mayor le soltó y dió media vuelta.

–No salgas de aquí, ¿Escuchaste?–Le advirtió.

–Si, claro, Amo y Señor Ruki–dijo con sarcasmo.

Ruki salió por la puerta llevando consigo las llaves del apartamento, aunque conciente de que ella aún así podría escapar.

La chica se sentó en la cama con un suspiro y tomó nuevamente el libro que leía.

Sin embargo, se levantó segundos después al recordar lo que había dicho aquel chico sobre el lugar.

Comenzó a buscar por todos lados alguna puerta secreta, abrió cada alacena y cada armario cual si buscase la entrada a Narnia.

Golpeó las paredes buscando un sonido hueco, hasta que un chirrido debajo de una alfombra dió por terminada su búsqueda.

Mientras tanto, Ruki consiguió alguna presa sin mayor problema.

Sedujo a una chica, le llevó a un callejón donde comenzó a besarla apasionadamente para después dirigirse a su cuello y beber de ella.

No era tan complicado para un hombre como él.

Bebíó hasta estar saciado y le dejó allí tirada con algunos billetes.

Entró a un supermercado de 24hrs y compró algunas cosas para cenar.

Al regresar al departamento Ruki llamó a Beatrix, pero no tuvo respuesta.

Dejó las bolsas en la mesa, y se adentró en él lugar preocupado, y más fue su susto al ver el suelo levantado.

Corrió hacia el hoyo y descendió por unas escaleras que allí había.
Caminó por un largo pasillo buscando a la joven.

Hasta que por fin se tranquilizó al verla sentada en el piso en medio de un salón.

Caminó lentamente hasta ella, que estaba de espaldas a él, y se acercó a su oído, sin que ella se percatara, pues estaba concentrada en un libro que allí había encontrado.

–Soy el fantasma del padre de Ruki-kun~ – susurró, provocando un susto a la chica.

Ella se levantó rápidamente y volteó hacia él, tirando el libro que era un álbum de fotos de la familia de Ruki.

–Pensé que no te asustaban los fantasmas–dijo él riendo.–Quién se asustó de verdad fuí yo al no verte, señorita.

–No pude soportar el aburrimiento y la curiosidad.–se encogió de hombros.

–Sólo tardé poco tiempo, no es para tanto.– él negó con la cabeza.

Beatrix se agachó a recoger el álbum.

–¿Éste era tu padre?–señaló una foto de el hombre y Ruki de niño.

–¡Dame éso! –le arrebató el libro.

–Pero Ruki....

–Subamos, ni siquiera pude preparar la cena por tu culpa.

Salieron de allí y él acomodó la alfombra y escondió las tablas bajó la cama.

–¿Y que piensas preparar?–cuestionó ella sentada en la barra de la cocina.

–Tu plato favorito. En el refrigerador hay una botella de vino, ve sirviendolo por favor.

Beatrix bajó de la barra y tomó dos copas en las cuales sirvió la carmesí bebida.

Él sirvió dos platos de pasta carbonara y los llevó a la mesa.

–Aquí está, eres la copia de tu padre–dijo mientras le ponía el plato delante.

Se sentó frente a ella y ambos comieron y bebieron como dos personalidades de la alta sociedad.

Cuando hubieron terminado Ruki levantó los platos y los llevó al fregadero.

–¿Acaso tragiste algún postre para mi?~–dijo ella alzando una ceja.

–¿Quieres tarta de fresa?

–Sabes a qué me refiero, Ruki-san. ¿Escondes alguna presa para mí?

–Eso no es posible, sería peligroso.–ella rodó los ojos molesta.–Pero, tengo una mejor propuesta para tí.

Ruki caminó hasta el sofá.

–¿Trajiste sangre congelada?

–No.–él se quitó el saco,  se arremangó la camisa y se sentó en el sillón.–Ven acá, Beatrix. –Le tendió el brazo.

Los ojos de ella brillaron como si viera un manjar.

Se sentó a su lado y tomó su pálido brazo.

–Hubiera preferido de otra forma, pero me conformo con esto–dijo ella con una sonrisa perversa.

Acercó la muñeca de Ruki y absorbió su aroma.

Clavó sus colmillos en su vena más prominente, y comenzó a beber lentamente, disfrutando del fluido vital de él. Hasta que hubo saciado su sed.

Ratón de Biblioteca ★2★ [EN HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora